Necesitan de todo y en cantidad. Las urgencias han hecho que Brasil y China, dos de las potencias económicas del mundo, con crecimientos a ritmo de burbuja, pongan sus ojos en España, donde acaban de extender sus intereses empresariales al sector siderúrgico. Sin hacer ruido, los dos gigantes emergentes se han colado en el negocio de la fundición nacional, pero con la vista puesta en satisfacer su mercado de origen.
Los primeros en mover ficha han sido los chinos, aunque no a travíés de su gran empresa siderúrgica del país, la China Steel Corporation. A finales del año pasado, una acería china compra una planta en La Coruña. Según fuentes financieras, se trataría de la transformadora de redondo corrugado en barra, rollo y alambrón que el grupo español Celsa (Compañía Española de Laminados) tiene en esta provincia gallega.
Precisamente, la venta de este activo se enmarcaría en el proceso de reestructuración que el grupo catalán Celsa completó en verano de 2010. En esa fecha, la siderúrgica fundada por Francesc Rubiralta (fallecido el pasado mes de noviembre) consiguió refinanciar la deuda a cinco años y disponer de circulante para tres años por un total de 2.800 millones, con un periodo de doce meses libre del pago de importes del principal.
Esta planta, ubicada en la larachesa de Lendo, presentó un expediente de regulación de empleo temporal en agosto de 2009 que afectaba a la mitad de la plantilla. La decisión se tomó por las expectativas de caída de la facturación en un 40% para 2010. así, el plan estuvo en vigor hasta el verano del año pasado, fecha en que Celsa concretó su nuevo horizonte financiero con los 70 bancos acreedores y adquirió compromisos de desinversión.
Fruto de un contexto muy similar, el Grupo Gallardo está tambiíén a punto de culminar la venta de dos de sus hornos a Companhia Siderurgica Nacional (CSN). La siderúrgica brasileña firmó a finales de año un memorándum por el que se comprometía a estudiar la compra de los activos de Azpeitia y Lasao, dos plantas de corrugados adquiridas años atrás, además de la Cementera Balboa que el holding extremeño posee en Badajoz.
Esta venta, que debería haberse substanciado durante este trimestre, podría superar los 350 millones de euros, una inyección de capital muy necesaria para las cuentas de Grupo Gallardo, que negocia en la actualidad la refinanciación de su deuda global de más de 700 millones. Entre las exigencias de los acreedores figura la venta de los activos no estratíégicos o de menos valor añadido, como ocurre con la división de corrugado.
En ambos casos, como ha ocurrido tambiíén en otros países repartidos por Europa, los compradores chinos o brasileños buscan alianzas o adquisiciones de plantas siderúrgicas para tener acceso a capacidad de producción con la que abastecer sus propios mercados. Igual ocurre con fuentes de energía (petróleo y carbón) o con las materias primas necesarias para los procesos industriales. Sin construcción, España no es país para acero corrugado