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Autor Tema: Atlántida  (Leído 932 veces)

Scientia

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Atlántida
« en: Abril 07, 2011, 07:32:23 pm »
Atlántida
http://es.scribd.com/doc/6851282/La-cuarta-dimension-Bob-Frissell
Cuando Lemuria quedó cubierta por las aguas, los polos cambiaron, y surgió del mar la masa continental de la Atlántida. Los maestros inmortales, aproximadamente mil, procedentes de la escuela de los misterios Nacal de Lemuria, se establecieron en la Atlántida, y más concretamente en una de sus diez islas, llamada Undal. Lo primero que hicieron los maestros cuando arribaron a Undal fue construir una muralla que dividiera la isla de norte a sur. Esta muralla, que tení­a una altura de trece metros y una anchura de seis, separaba tajantemente ambas partes, de forma que no era posible pasar de una a otra.

Seguidamente, los maestros inmortales erigieron otra muralla más pequeña que iba de este a oeste, con la cual la isla quedó dividida en cuatro cuadrantes. Esta estructura era una ríéplica del cerebro humano, el cual tambiíén se encuentra dividido en dos hemisferios, con el cuerpo calloso que se halla a lo largo del centro. El hemisferio izquierdo, el lado masculino, trabaja con la lógica. El hemisferio derecho, el lado femenino, se basa en la experiencia o intuición. Pero el lado masculino tiene tambiíén una parte femenina o experimental asociada con íél, mientras que el hemisferio o lado femenino tiene asociado, a su vez, un aspecto masculino o lógico. í‰stos son, por tanto, los cuatro cuadrantes del cerebro humano.

Cuando los maestros hubieron concluido la división de su isla, la mitad de ellos se estableció en una parte y la otra mitad ocupó la parte opuesta. Los maestros inmortales de la parte izquierda se volvieron pensadores lógicos, mientras que los que permanecí­an en la zona derecha de la isla se convirtieron en pensadores intuitivos.,Llevaron esto hasta el punto de convertir la isla en un ser vivo. Entonces proyectaron sobre la mayor de las islas los diez módulos del írbol de la Vida, de modo que los vórtices de energí­a empezaran a girar fuera de esos diez puntos y atrajeran a los lemurianos a la Atlántida. Cada persona atraí­da a su vórtice especí­fico quedaba asociada así­ con el vórtice de su verdadera naturaleza. De este modo, los lemurianos que se habí­an establecido en el lago Titicaca o en el monte Shasta, se vieron impelidos, sin saber por quíé, a emigrar a la Atlántida. La razón de tal impulso la constituí­an los vórtices de energí­a creados por los maestros inmortales.

Desgraciadamente, el modelo de evolución de Lemuria sólo habí­a permitido a sus habitantes el desarrollo de ocho de los diez vórtices energíéticos asociados al írbol de la Vida. Los lemurianos emigraron a ocho de esos diez puntos, que se convirtieron en ciudades importantes, pero los otros dos vórtices quedaron vací­os. Esto dio pie al inicio de graves problemas.

Los vórtices energíéticos vací­os terminaron por atraer a dos razas extraterrestres -que, en principio, no habí­an sido invitadas-a que se unieran con nuestras conciencias humanas, y formaran parte de nuestra propia evolución. La primera de estas razas extraterrestres fueron los hebreos, de origen desconocido, que no presentaron problemas. De hecho, constituyeron una ayuda en muchos campos, porque aportaron una información que nosotros no poseí­amos todaví­a. El problema se presentó con la segunda raza de extraterrestres que procedí­a de Marte. Este Marte no era el que conocemos ahora, sino el que existí­a hace un millón de años. En esa íépoca, Marte era un hermoso planeta lleno de vida, y de ningún modo la tierra muerta en que se ha convertido despuíés.