Por... Beatriz De Majo C.
Menos de una semana despuíés del tsunami que asoló a Japón a inicios de marzo, China tomó medidas de cautela poniendo en suspenso los proyectos de desarrollo de instalaciones atómicas en su territorio.
Aunque pareciera que este asunto está circunscrito al suelo chino, una decisión de tal naturaleza podría impactar al mundo entero. Cualquier medida de un jugador de talla que implique detener la construcción de reactores para sustituirlos por generadores de energía a partir de carbón o de gas podría determinar cambios en las políticas globales, tanto de energía como de medio ambiente, durante toda una díécada, si se toma en cuenta que la vida útil de una planta nuclear promedia 40 años.
Pero si tomamos en consideración que sobre suelo chino está ubicado el 40% de todos los proyectos de reactores nucleares del planeta, hay razones para creer que los costos de la electricidad, el gas natural y la energía tíérmica a partir de carbón se multiplicarán, al menos durante los próximos años y así hasta que se dilucide si la opción atómica continúa siendo buena y segura.
Algunos ya piensan que al llevar China la voz cantante en este políémico asunto, por la decisiva gravitación que tiene en el uso de esta fuente de energía, si ella decidiera dar un paso definitivo en suspender los proyectos atómicos propios, la energía nuclear podría dejar de ser una buena opción como energía sana y verde, para convertirse en una absoluta reliquia de la era de la guerra fría. En pasadas semanas, el tema ha sido objeto de serios estudios a nivel gubernamental y científico.
La población civil ha reaccionado con pánico frente a una posible catástrofe atómica en su vecindario, hasta el punto que en los buscadores de Internet los asuntos relativos a los desastres nucleares y las secuelas de un escape de radiactividad coparon todas las demandas de información.
Las farmacias colapsaron con la demanda de iodo, un elemento que puede ser utilizado como precaución contra la exposición a la radiación.
Igualmente se reposicionaron las críticas a los agentes gubernamentales encargados de la estrategia de provisión energíética del país.
Un mes despuíés de la tragedia japonesa, el Consejo de Estado chino ya asumió posición, pero no alivió los interrogantes que fueron creciendo a lo largo de las últimas semanas. De una manera vaga se determinó que los proyectos seguirían congelados, al menos hasta inicios de 2012.
Ya se sabe que hay en marcha en Beijing una nueva propuesta de Ley de Energía Atómica, pero el interrogante acerca del rumbo de la política nuclear de la nación asiática sigue siendo motivo de inquietud para toda la industria planetaria y la incógnita no va a ser despejada hasta bien entrado el año próximo. Es posible anticipar, incluso, que cualquiera que sea el destino que elija, los años próximos van a estar signados por la desaceleración de los proyectos.
El gobierno trata de desenredar la madeja, contratando los mejores expertos en los temas de desarrollos atómicos, de manera de conseguir, al propio tiempo, una solución de provisión de energía limpia consistente con el progreso del país. Para 2035, si China continúa su ritmo expansivo, el país estaría consumiendo un 20 por ciento de la energía global de la tierra.