Por... Fernando Dorado
“De cómo la caída de los símbolos de nuestra juventud contribuye al avance de las revolucionesâ€
La generación nacida despuíés de la caída del muro de Berlín ha insurgido con fuerza planetaria. Rebeliones juveniles están en el centro de las revoluciones democráticas y levantamientos populares de los países árabes. Las manifestaciones de los “indignados†en España tienen su sello. Alrededor del mundo su presencia es evidente.
Nuevas expresiones políticas de la juventud se hacen notar. Son lideradas por jóvenes de nivel “social medioâ€. Son profesionales y tíécnicos que se enfrentan a condiciones laborales precarias y al desempleo. Su ideario no plantea alternativas anti-capitalistas aunque rechazan el “sistemaâ€. No militan en partidos políticos pero exigen “¡Democracia Ya!â€. Rechazan la corrupción y reclaman actitudes íéticas en el manejo de lo público. Adoptan míétodos pacíficos de protesta. Usan y dominan las redes sociales de internet: se comunican y convocan por esos medios.
Es la “Generación Matrix†que se salió del ordenador virtual (computador) y demanda su lugar en la tierra.
ídolos virtuales y dictadores reales
Ya en anteriores artículos hemos caracterizado desde el punto de vista económico y social a estos jóvenes “proletarios con título†o “trabajadores informalizadosâ€. Su alto nivel educativo, su visión globalizada del mundo y el acceso a la información, se ve enfrentado a la realidad de un sistema económico que se cae a pedazos y que empuja al planeta hacia la hecatombe ambiental que pone en peligro la sobrevivencia humana.
Poco a poco florece entre ellos el pensamiento crítico que es la antesala de la acción conciente. Esos jóvenes descubren a una sociedad que les ofrece la felicidad representada en grandes cantidades de mercancías promocionadas por los mass-media, y empiezan a rechazar el consumismo compulsivo que los hace adictos a toda clase de baratijas. Saben que el paquete de alcohol y drogas sirve para completar la dosis. “Hacen concienciaâ€.
Hasta hace poco tiempo sus híéroes virtuales – a falta de los reales – eran Steve Jobs y demás innovadores de la informática, incluyendo a los “hackersâ€. Los percibían como rebeldes. A su lado estaban los artistas con sus manifestaciones metaleras, diabólicas y vampirescas. Hoy se transforman en expresiones culturales urbanas (Hip-hop, Reggaetón).
Tambiíén tenían entre sus ídolos a novatos comisionistas de Bolsa que supuestamente ascendían en el entorno financiero a punta de inteligencia y audacia juvenil. Los grandes deportistas – como Beckam – que obtienen multimillonarios ingresos por concepto de sus habilidades atlíéticas y de su imagen publicitaria, hacían parte de esos referentes ideales.
Hoy borran esos íconos de su mente. Entienden que eran instrumentos – mandaderos y bufones –, de la gran oligarquía financiera que es la gran beneficiaria de ese mundo de ilusión. La dura realidad los ha aterrizado y los empuja hacia la acción política.
El estallido de rebeldía sólo se explica como resultado de la frustración. Millones de jóvenes del mundo industrializado y de cientos de ciudades de países dependientes – como El Cairo, Bombay o Porto Alegre –, que tienen altos niveles de formación acadíémica y capacitación laboral, no encuentran las oportunidades que soñaron. Descubren en carne propia el capitalismo salvaje y brota la insubordinación civil de múltiples formas.
Despuíés de tumbar a sus ídolos del pedestal de su pantalla, han emprendido la tarea de derrocar a los dictadores de verdad. Aliados con el resto de trabajadores y sus pueblos ya dieron cuenta de Ben Alí y Mubarack en Túnez y Egipto. Y seguro… caerán muchos más.
Pero… ¿descubrirán en el camino la “dictadura del capitalâ€? ¿Hacia donde irán?
El futuro…
¿Quíé pasará hacia el futuro con íésta ola juvenil rebelde que ya se manifiesta con cierta identidad?(1) ¿Se enredará en la trampa existencial en que cayó la juventud revolucionaria de Mayo de 1968? ¿Avanzará hacia luchas anti-capitalistas? ¿Cuál será su evolución?
Hoy el sistema capitalista no puede absorber esa fuerza novel de trabajo calificado. Los produce y a la vez, los expulsa del sistema productivo. Los saca de la economía formal – lanzándolos al infierno de la informalidad – y a la competencia con los trabajadores inmigrantes, que son los nuevos desheredados de la tierra.
Lo que muestran los hechos es que íésta generación rechaza todo lo que tenga que ver con el “socialismo estatista del siglo XXâ€. Para ellos representa la falta de libertades políticas, el burocratismo, la corrupción y el autoritarismo. Incluso, muchos de los díéspotas árabes que están cayendo – de una u otra manera – se alimentaron de sus prácticas “nacionalistasâ€.
Tampoco entienden a sus padres “izquierdistasâ€. í‰stos dicen luchar contra el capitalismo pero frente a la crisis fiscal de los Estados europeos y estadounidense asumen una posición “defensistaâ€. Quieren salvaguardar sus conquistas laborales obtenidas durante la íépoca del “Estado de Bienestar†que fueron financiadas a costa de la explotación colonial e imperialista de otras Naciones y pueblos y, en las últimas díécadas, con base en la súper-explotación de los trabajadores inmigrantes. Eso los confunde.
Esa contradicción generacional (que oculta una diferencia de clase en desarrollo) explica que en íéste instante existan dos expresiones divergentes, dispares, de la protesta social frente a la crisis actual. Por un lado, la de los jóvenes “indignados†y por el otro, la de los sindicatos y la izquierda tradicional. Una es de búsqueda, la otra mira hacia atrás.