Los españoles son los ciudadanos europeos que más comisiones pagan por mantener una cuenta bancaria, con una media de 178 euros al año. Dentro del ámbito de la UE, solo Italia presenta unos costes mayores con 253 euros, según un estudio de la OCU basado en datos del Banco de España.
Y lo peor es que la tendencia es al alza, dado que en los tres últimos años el mantenimiento de las tarjetas de díébito se ha disparado en un 41%, un 24% en el caso de las de críédito, mientras que las comisiones por uso de cuenta cuestan un 30% más que en 2008. Tambiíén han subido los costes de las operaciones más comunes para el ciudadano, como el ingreso de cheques -que puede ser gravada hasta en 6 euros- o la emisión de transferencias.
Incrementando las comisiones financieras los bancos están trasladando las tensiones de financiación que sufren sobre sus propios clientes. Como explica Natalia ílvarez, analista de Renta 4, las entidades financieras “están compensando de esta forma un deterioro económico surgido de la caída de sus márgenes de interíésâ€. La banca cada vez tiene más problemas para obtener financiación en el mercado interbancario.
Condiciones más duras
Sin embargo, el alza de los precios no siempre repercute en las ganancias del banco, sino que en muchas ocasiones se está utilizando para 'tapar agujeros': “Aunque suban las comisiones al cliente, las comisiones netas –los ingresos finales derivados de íéstas- pueden no estar subiendo, debido a que influyen multitud de factores, como el número de clientes, la media de tarjetas que posee cada uno de estos…â€, advierte ílvarez.
A resultas, las entidades financieras están incrementando los costes finales en todo tipo de productos, especialmente en los que más usan los ciudadanos: en España ya se paga una media de 20 euros por tarjeta de díébito y 37 por mantener una de críédito. En pleno furor de captación de nuevos clientes, los bancos compiten por ofrecer las condiciones iniciales más ventajosas pero, una vez están dentro, si quieren evitar las comisiones deben cumplir unos requisitos exigentes, como tener domiciliada la nómina, disponer de un producto de ahorro o tener contratado un plan de pensiones.