Por... Alejandro Gómez Tamez
El escandaloso endeudamiento mexicano
Ante la volatilidad financiera internacional, prácticamente no hay ningún discurso sobre temas macroeconómicos por parte de algún miembro importante del gobierno federal en el que no se presuma la "solidez" de las finanzas públicas y la disciplina fiscal como un aspecto que nos blindará.
Así, funcionarios de la Secretaría de Hacienda y Críédito Público (SHCP) y de la Secretaría de Economía (SE) constantemente nos quieren hacer pensar que ante los embates del exterior Míéxico cuenta con una solidez y un manejo de sus finanzas públicas envidiable.
Si bien Míéxico no está tan mal en sus finanzas como si lo están muchas naciones europeas, Japón y Estados Unidos, eso no significa que seamos un ejemplo a nivel mundial, ya que como se verá líneas abajo, la deuda del gobierno federal ha crecido de manera más que alarmante en los últimos cinco años.
De acuerdo a cifras oficiales por parte de la SHCP, al mes de julio de este año, la deuda total del sector público federal durante el actual gobierno ha aumentado en 120 por ciento hasta alcanzar los 4 billones 383 mil 750.4 millones de pesos, lo que representa el monto de endeudamiento más alto de la historia y equivale a casi una tercera parte del producto interno bruto (PIB) del país para 2011.
Si analizamos la composición de la deuda total, vemos que la contratación de críéditos en el mercado nacional representa 70 por ciento del monto total, lo que equivale a 3 billones 101 mil 278 millones de pesos; mientras que la deuda con el exterior sumó al mes de julio de este año 110 mil 57.9 millones de dólares. De esta forma, de acuerdo a la SHCP, al mes de julio de 2011 la deuda interna del gobierno federal creció 110.7 por ciento desde que inició el actual gobierno, al pasar de casi 1.5 billones de pesos en diciembre de 2006, a 3.1 billones en el síéptimo mes del presente año.
Por su parte, la deuda externa se elevó de un saldo neto de 47 mil 247.3 millones de dólares, a 110 mil 57.9 millones en el mismo periodo. Esto implica un incremento de 133 por ciento durante el gobierno de Felipe Calderón, una vez que se incluyeron como deuda pública los adeudos contratados a travíés de los Pidiregas (proyectos de infraestructura productiva con registro diferido en el gasto).
Y ante estos niveles de endeudamiento, usted se podrá preguntar ¿Cuánto pagamos por concepto de intereses? De acuerdo a la propia SHCP, los recursos destinados al pago de intereses y comisiones ascendieron a 147 mil 617.5 millones de pesos tan sólo entre enero y julio de 2011. Este monto es superior en 2.8 por ciento al de igual periodo de 2010, cuando se canalizaron 143 mil 600 millones para el mismo fin.
Las cifras de lo que se paga como costo financiero por la deuda son un insulto, cuando se toma en cuenta los recursos que se destinan cada año como participaciones a los estados y municipios. Y es que en los primeros cuatro meses de 2011 los estados recibieron por concepto de participaciones (su principal fuente de ingresos) 171 mil 830.2 millones de pesos, lo que implica que siete meses de pago de intereses sobre la deuda equivale a casi cuatro meses de recursos para los estados en Míéxico.
¿Y quiíén gana de todo esto? Pudieramos decir que los ciudadanos si lo que se ha contratado de deuda lo viíéramos en una creciente infraestructura a lo largo y ancho del país. Pero la realidad es que mientras hay regiones y estados que avanzan en este sentido, hay otros en los que el gobierno federal no tiene interíés en apoyar con obras importantes de infraestructura.
Quienes definitivamente ganan con este excesivo endeudamiento del gobierno federal son los tenedores de dicha deuda. Es decir, hay instituciones financieras e inversionistas quienes reciben esos 147 mil 617.5 millones de pesos que el gobierno erogó en los primeros siete meses del año. ¿Y de donde salió ese dinero para pagarle a los tenedores de la deuda del gobierno federal? Muy simple: de nuestros impuestos.
Y lo anterior significa que por cada peso que se paga para el servicio de la deuda, pues es un peso menos que habrá para programas de infraestructura carretera, urbana y rural.
Es importante señalar que si bien en este momento la perspectiva mundial es de que las tasas de interíés permanecerán bajas por los próximos uno o dos años (tal vez hasta que no se vea un problema serio de inflación en los países desarrollados), la realidad es que eventualmente las tasas de interíés aumentarán y esto sin duda presionará de manera importante las finanzas públicas de nuestro país. ¿Quíé va a hacer el gobierno mexicano cuando la tasa de interíés de referencia en los Estados Unidos (la de Fondos Federales) pase de un actual 0.25% a un 1%?
Y es que si como en la actualidad, continuamos teniendo una excesiva dependencia de los ingresos petroleros por parte del gobierno federal y seguimos teniendo un sistema fiscal más que inequitativo con impuestos infames como el IETU, pues existirá muy poco margen de maniobra para el aumento de los ingresos tributarios para hacer frente a mayores tasas de interíés. De esta forma, si continúa la actual tendencia en las variables macroeconómicas, y se da un escenario de alza en las tasas de interíés, lo que sin duda ocurrirá será que el gobierno federal estará en graves aprietos y tendrá que recortar programas de infraestructura y de carácter social (con un grave costo para la población).
Lo ideal sería que el gobierno federal comenzara por recortar su creciente gasto corriente improductivo, sobre todo aquel destinado al pago de servicios personales, pero sabemos que el gobierno es capaz de recortar prácticamente cualquier rubro del gasto menos la burocracia.
Así pues, todo lo anterior tiene el fin de solamente poner un tema sobre la mesa: si bien hay "disciplina" en las finanzas públicas según la SHCP, deben tomarse a partir del siguiente ejercicio presupuestal las medidas para poner freno al incremento de los pasivos del gobierno federal.
Y es que si sumáramos a todo lo anterior la deuda de otras instancias gubernamentales como el IMSS y Pemex la carga sobre las finanzas públicas sería similar a la de las naciones desarrolladas, a las que nuestros funcionarios les ha dado por criticar por su endeudamiento excesivo.