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Autor Tema: EL ATAQUE PSIQUICO  (Leído 1999 veces)

Scientia

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EL ATAQUE PSIQUICO
« en: Diciembre 12, 2007, 04:58:03 pm »

 
Agresión supuestamente paranormal contra personas o animales que causa tensión fí­sica o mental, lesiones, enfermedades e incluso la muerte.

Se dice que las agresiones psí­quicas ocurren de dos maneras:

a) el enví­o por un agente humano como un hechicero, o de agentes no materiales como espí­ritus malignos, demonios o formas mentales.

b) la agresión humana ejecutada mediante la proyección extra corporal de un doble o forma astral.

En la hechicerí­a, la maldición es el equivalente de una agresión psí­quica.




Los hechiceros de algunas tribus son famosos por su supuesta facultad de matar a otra persona por medios mágicos, mediante una enfermedad que consume al individuo y que parece resistir todos los tratamientos míédicos, y que deja a algunas ví­ctimas virtualmente sin sangre en el momento de la muerte. Algunos ritos mágicos incluyen los "enví­os", en los que la maldición es fatalmente enviada a la ví­ctima por un animal que tiene forma parecida a la de una serpiente o un escorpión, o a la de cualquier otra criatura espantosa. En otros ritos es un sustituto de la ví­ctima (como una muñeca o un mechón de cabello) lo que sirve como ví­nculo mágico que trasmite la agresión por simpatí­a.

La ocultista Dion Fortune escribió extensamente sobre los ataques psí­quicos, y afirmaba que íéstos ocurren con mucha más frecuencia de lo que se cree. En su clásico libro sobre el tema, Psyclric Self‑Defense (1930), la señora Fortune describe su propia experiencia en combatir los ataques psí­quicos. El primero de ellos le ocurrió cuando tení­a 20 años y estaba casi destruida psicológicamente por un empleador que ella creí­a era adepto al ocultismo. Fortune sufrió una crisis nerviosa y creí­a que su aura habla sido consumida en forma muy parecida a como se puede agotar una pila. El sí­ntoma más común de una agresión psí­quica es el "sí­ndrome de la bruja", en el que la ví­ctima, al despertarse, siente un peso aplastante sobre el pecho que va acompañado de parálisis. En algunas agresiones la ví­ctima puede que vea formas, oiga ruidos y perciba olores fíétidos. En unos pocos casos se presentan pesadillas.

El sí­ndrome de la bruja ha sido documentado desde la antigí¼edad y actualmente se estima que lo padece un 15% de la población adulta del mundo, aunque no existe una explicación satisfactoria del mismo. Galeno, el míédico romano del siglo II, lo atribuí­a a una indigestión. En la Edad Media se culpaba a los í­ncubos y los súcubos. El psicoanalista freudiano contemporáneo Ernesto Jones afirmaba que su causa era la represión sexual. Otra teorí­a reciente sugiere que los responsables son los desórdenes del sueño, mientras que diversas tradiciones folclóricas lo atribuyen a la hechicerí­a y la brujerí­a.

El sí­ndrome de la bruja se parece tambiíén a algunos casos de supuesto vampirismo ocurridos en Europa oriental alrededor del siglo XV. Los ataques nocturnos contra seres vivientes eran atribuidos a los inquietos espí­ritus de ciertos muertos y cesaron cuando los cadáveres de los que se sospechaba fueron exhumados (según se informó, no se hablan corrompido) y se les clavaron estacas o fueron desmembrados o quemados.

Según la señora Fortune, otros sí­ntomas de agresión psí­quica son un sentimiento abrumador de miedo y horror que conduce al agotamiento nervioso, al colapso mental y al adelgazamiento; la presencia de hematomas en el cuerpo luego de un ataque astral nocturno; huellas extrañas en las áreas circundantes; incendios que comienzan inexplicablemente; fenómenos poltergeist y lluvias de lodo, como si ejíércitos enteros de babosas se hubieran arrastrado por el piso. En su libro The Varieties of Religious Experience (1902), el filósofo William James menciona la descripción que hace un hombre del supuesto ataque de una bruja y que se caracterizaba por una presencia invisible que despertaba un sentimiento de horror, una sensación de opresión sobre el pecho y "un enorme y desgarrador dolor vital".

Se supone que, a fin de que sean más efectivas, las agresiones psí­quicas se lanzan preferentemente durante la fase de cuarto menguante de la luna y especialmente durante la luna nueva. Se dice que la luna rige las fuerzas psí­quicas, y las fases mencionadas gobiernan la llamada senda de la izquierda o senda maligna de la magia.

De acuerdo con Fortune, el vampirismo psí­quico ‑una modalidad de la agresión psí­quica‑ es poco frecuente. Define a un vampiro psí­quico como a una persona con dientes agudos y caninos que viaja astralmente por las noches para morder a sus ví­ctimas y chuparles la fuerza vital. En el ocultismo contemporáneo la palabra ha ampliado su significado y ha pasado a designar a cualquier persona cuya presencia resulte aburrida y parezca agotar las energí­as de los demás.

Las defensas de rigor contra las agresiones psí­quicas son: (1) interrumpir todo contacto con las personas, lugares o sendas de estudio que resulten sospechosas; (2) evitar las cercaní­as de mares y rí­os, porque el agua es el elemento de las fuerzas psí­quicas; (3) mantener el estómago lleno, a fin de que estíén desconectados los centros psí­quicos que sirven como puertas de entrada; (4) recibir luz solar en abundancia; (5) evitar permanecer sólo; y (6) para los que tengan una preparación ocultista, emprender ciertos ritos protectores y de proscripción.