Por... Humberto Montero
Quizá crean que el titular que acaban de leer es erróneo o que este humilde columnista se ha vuelto majara.
Sobre el segundo punto puede que no les falte razón, pues tras analizar el informe del Banco Mundial "Doing Business 2011", me encuentro en tal estado de ansiedad que no descarto un ingreso urgente en el psiquiátrico. Por lo visto, resulta más sencillo abrir un negocio en la República Democrática del Congo que en la Madre Patria. España ocupa el lugar 147 (en el ranquin de 183 países) en las facilidades que ofrecen los gobiernos de turno para emprender una actividad comercial o industrial de más de 50 empleados y un capital 10 veces superior al Producto Nacional Bruto per cápita (31.800 dólares, en el caso español). Nos preceden, por este orden, Congo, Honduras, Venezuela y Zimbabue, naciones donde al parecer la burocracia y requisitos legales son más ágiles que en estos pagos. Estoy de «Tranquimazin» hasta las trancas.
Colombia, con un PNB de 4.945 dólares per cápita, se sitúa en una muy meritoria posición, la número 73 del ranquin. Por su puesto, esto no quiere decir que resulte más lucrativo emprender un negocio en Congo que en España (de hecho en Ruanda, según esta medición que me está volviendo loco, es igual de sencillo abrir una empresa que en EE. UU. y bastante más que en Reino Unido), pero da una idea de los errores que deben corregir nuestros gobernantes.
Resulta descorazonador que en un país con una tasa de paro del 20,8 por ciento y con más del 47% de sus jóvenes desempleados, se necesiten nada menos que 47 días para abrir un negocio, más que el triple de tiempo que en Colombia, donde "sólo" son necesarios 14 días de calvario burocrático.
Nuestros socios europeos con economías comparables o, al menos, el espejo donde deberíamos mirarnos nos dan sopas con honda: en Francia se necesitan 7 días; en Reino Unido, 13 y en Italia, 6, los mismos que, por ejemplo, en Estados Unidos.
Los costes impositivos a las empresas reciíén nacidas son, además, desorbitados -mucho mayores que los colombianos, país en el que nos deberíamos mirar en este capítulo- aunque siempre nos quedará el consuelo de que en Italia a los emprendedores les fríen a impuestos todavía más.
Tambiíén podemos enjugar nuestras lágrimas si nos comparamos con la superemergente Brasil, donde no se lo ponen precisamente fácil a los nuevos empresarios, que necesitan 120 días para sortear todo tipo de trámites.
Aunque en tíérminos generales el informe sitúa a España en la posición 49 y a Colombia en la 39 (ambos países caen un puesto respecto al estudio de 2010) y descontadas las diferencias de PNB, es necesario que ambos gobiernos hagan acto de contrición y reformen algunos procedimientos "tercermundistas" que lastran la iniciativa privada. Colombia debe abrir más sus mercados, rebajar la presión fiscal a las empresas que se encuentran ya en funcionamiento y reforzar la eficacia de las contrataciones, donde ocupa la posición 150 del ranquin. Por su parte, a España le urge agilizar los trámites en la creación de empresas, el gran lastre de un país que, como en el caso de Colombia, necesita como el pan más pequeños y medianos comercios. No vivimos sólo de las multinacionales, a las que cortejan hasta la náusea nuestros dirigentes quizá porque sin ellas no se ganan elecciones, sino de nuestros queridos microempresarios. Ellos sí crean empleos y son el motor de nuestras economías. Si matamos el empuje de estos valientes, estamos acabados.