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El Zorro, el hijo del Lince y SNIACE
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Zorro:
El Zorro, el hijo del Lince y SNIACE
El Zorro estaba feliz, el año bursátil le había salido de maravilla. ¡El tercero seguido!. Y se sentía el Rey del Bosque. Caminaba por íéste, muy erguido y orgulloso, cuando de pronto, vio a un grupo de animales vociferar sobre algo que pasaba. El Zorro se acercó, y se dirigió a un primo suyo:
- ¿Quíé pasa?.
- ¿No estás enterado primo?, le contestó el pariente.
- ¿Enterado, de quíé?.
- De lo del hijo del Lince. Ha ganado mucho Oro en la Bolsa.
- ¿Mucho Oro?.
- Si, dicen que ha duplicado lo que metió, en 3 días.
-¿En 3 días?.
- Si, eso dicen...
Ni que decir tiene , que el Zorro se mosqueó. Y sin pensárselo, decidió visitar el hogar del Lince. El Zorro corrió lo que pudo hasta el otro lado del Bosque. Tenía muchas preguntas: ¿En que valor invirtió?. ¿Cuánto ganó?. ¿Lo había hecho más veces?. El cánido sintió su trono peligrar: ¿Cómo era posible que una criatura pusiese en duda su liderazgo?.¡Pero quiíén se cree ese alfeñique!. Tantas, y tantas cosas, fabricaba su mente súper acelerada. Su corazón latía y latía, y su angustia casi no le dejaba respirar.
Ya en la madriguera del Lince, el Zorro tomó aliento, trató de calmarse, y llamó al Lince:
-¿Estás en casa Lince?.
-Si, ¿quiíén es?.
El felino salió, y saludó:
-Hola Zorro, ¿quíé te trae por aquí?.
-He oído la hazaña de tú hijo, y quería felicitarlo.
-¡Ah, que amable!. Agradeció el Lince. Y llamó al hijo: Lincito!.
-¿Si, papa?â€, se oyó responder.
-Ven un momento, que el Zorro quiere hablarte.
-Voy....
El pequeño tardó unos 30 segundos en aparecer, traía en sus patas una Play Station Portable, con un juego muy ruidoso, de esos de niños. Tipo mata, mata:
-Hola Sr. Zorro, saludó muy amablemente el vástago del Lince.
- Hola Lincito, respondió nuestro personaje.
- ¿Así que ganaste mucho Oro en la Bolsa?.
- Si, mucho.
- ¿Cuánto?. Preguntó el raposo.
-Pues tenía ahorradas unas 1500 monedas de lo que me dan mis abuelos, y lo metí todo en SNIACE.
- ¿En SNIACE?. ¿Todo?, preguntaba asombrado el Zorro.
- Si, si.
- ¿Y cómo se te ocurrió tan feliz idea Lincito?
- Pues vi que costaba una acción menos que el EXPANSION, y decidí que podía ser una buena opción de inversión.
El Zorro no daba críédito: ¡decidió!, ¡el solito!, rosmaba medio cabreado, y plenamente irónico:
- Ya..., ¿ y te salió bien?.
- Si, señor Zorro!:He comprado la Play Station Portable, 20 juegos, 20 películas, y me ha sobrado para volver a invertir.
- ¿Vas volver a invertir?. Preguntó escopetado el Zorro.
- Si señor. Estoy mirando nuevas opciones como RENO DE MEDICI y URBAS.
El padre del pequeño, dijo orgulloso:
- Es que nos ha salido un mago de las finanzas. Ya lo ves amigo Zorro, tenemos en casa un nuevo Mario Conde.
- ¡Ojalá!, contestó el cánido a regañadientes. Y bien Lincito, ¿quíé criterios has utilizado para escoger SNIACE?. Si no lo ha recomendado ni Hódar, ni Sáez del Castillo.
- Pues mire, un analista dijo en la radio que la Bolsa estaba barata, y SNIACE era de lo más barato. Atíé cabos.... Y aquí está el resultado.
- El angelito duplicó, que rico, ironizaba el Zorro. No se si sabrás que SNIACE no da dividendo, gana dinero un año si, y otro no, y tiene abiertos varios frentes judiciales.
- No, no lo sabía Sr.. ¿Conocías que se está pagando 30 veces el nominal?.
-No Señor.
Al oír esto, el padre preguntó preocupado:
- ¿Es grave lo del nominal Zorro?.
Y nuestro personaje contestó:
- Al parecer, ahora ya no importa.
- ¡Ah!, mejor, dijo aliviado el Lince.
-Ha comprado acciones un grupo extranjero -la familia Gómez Sáinz-, argumentó el incipiente financiero...
- Si, estoy al corriente. Unos ricachones de Míéxico, que están en OHL , y que estuvieron en CORTEFIEL, pero... ¿quíé van ahora... a reflotar SNIACE?. Bueno, se verá..
El Zorro se dirigió al padre de la criatura:
- Teníais que haberme avisado de esto!. “
- Pero Zorro, si ha sido cosa del chico.
- Vale, vale, dijo el astuto personaje. Lincito, la próxima vez que inviertas, llámame.
- Así lo haríé Sr..
El Zorro se despidió de la familia del Lince, y puso rumbo a su casa. Tanta emoción, le dio mucha sed. Dirigiíéndose al arroyo más cercano. El canido sació su sed, y ya más relajado, observó su entorno. Era Otoño, y el Bosque estaba bellísimo, con una mezcla interminable de verdes, amarillos, y ocres. En el agua del arroyo se reflejaban al mismo tiempo la imagen de una Luna llena muy hermosa, y un Sol rojo, ya en el ocaso. El Zorro respiró profundamente, y dio gracias al Universo por tanta maravilla... Y olvidándolo todo, se encaminó a su cubil. Saltó un árbol caído con gran destreza, evitó un par de trampas, y en su mente perruna resonaron las palabras del Toro de Wall Street: “La Bolsa es como la vida misma, nunca dejará de sorprenderteâ€.
- Lo que es a mí, ¡continuamente!, pensaba llegando a su casa.
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