Bruno Píérez - Madrid - 20/10/2008
Hace casi 20 años que al sector de la extracción del carbón se le colgó el cartel de industria en vías de extinción. Demasiado complicado de extraer para sostener una industria rentable, demasiado contaminante para cumplir con los esquemas de Kioto y demasiado rudo para ser transformado fácilmente en energía, el carbón autóctono ha ido perdiendo importancia en el mix energíético hasta significar únicamente el 7% de la electricidad que se genera en España.
Si en los años ochenta los 40 millones de toneladas de carbón que se extraían de las cuencas mineras de Asturias, León y Galicia servían para cubrir el 80% de las necesidades de mineral y una tercera parte de la demanda total de energía, hoy el nivel de producción ronda los 18 millones de toneladas y las elíéctricas importan dos terceras partes del carbón que consumen. El saldo de estas dos díécadas de reconversión es conocido. Cientos de empresas cerradas, comarcas enteras sumidos en la depresión y 200.000 empleos perdidos, amíén de los miles de millones de recursos públicos consumidos en planes de reestructuración.
Dentro de este panorama, los últimos meses han abierto una rendija de luz en un sector que parecía condenado a una lenta e inexorable desaparición.
La escalada del barril de crudo -que ha llegado hasta la barrera de los 200 dólares-, los conflictos por las redes de abastecimiento de gas y el encarecimiento del carbón importado han variado la mirada con la que empresas y Administración observan la extracción de carbón en España.
El carbón español, de moda
Ahora, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, recalca, siempre que tiene oportunidad, el carácter estratíégico del carbón como fuente de energía autóctona; y las empresas elíéctricas ya han asumido la necesidad de mantener la generación de sus centrales tíérmicas como colchón de seguridad frente a la volatilidad de los mercados.
No es sólo una apuesta estratíégica, tambiíén una necesidad económica. Las empresas extractivas admiten que los pedidos que les hacen las compañías elíéctricas han crecido exponencialmente en los últimos meses ante las singulares condiciones del mercado, y aprovechando que los precios del carbón nacional -subvencionado con fondos públicos- se revisa cada uno, tres o cinco años, no a diario como en los mercados internacionales. Los sindicatos se han apresurado a pedir más. 'En las condiciones actuales de mercado, el coste de trabajar con carbón extranjero es de 77 euros por megavatio hora; con gas, de 64 euros; y con carbón nacional, de 59 euros por MW hora. Producir carbón vuelve a ser rentable', señalan desde UGT. Y bajo esta premisa han lanzado una campaña, respaldada políticamente por los ayuntamientos de cuencas mineras, para reabrir explotaciones, ahora cerradas, y dar así respuesta a la renacida demanda.
A la resurrección de la industria tradicional se une la expectativa creada por el carbón limpio. Enel ha puesto en marcha en Italia una central tíérmica que mejora el rendimiento energíético del carbón con un 30% menos de emisiones contaminantes. En España, Industria y elíéctricas se han implicado en un proyecto, el Cíénit CO2, que pretende desarrollar plantas tíérmicas poco contaminantes y de alto rendimiento. El plan, con un presupuesto de 20,5 millones, tiene el objetivo de reducir un 30% el coste de generación de electricidad con carbón y un 25% las emisiones contaminantes.
http://www.cincodias.com/articulo/empresas/segunda-oportunidad-mineria-espanola-carbon/20081020cdscdiemp_12/cdsemp/