El descontento era patente el domingo entre los diez países de la Unión Europea (UE) que no son miembros de la Eurozona, con Gran Bretaña al frente, molestos por la voluntad creciente de los Estados que comparten una misma moneda de tomar decisiones sin consultarlos.
Los suecos y los polacos, además de los británicos, soportan cada vez menos la propensión de sus socios de los 17 países de la Eurozona a reunirse entre ellos, reforzar el pilotaje al alimón de sus economías y decidir sin los demás socios de la UE.
La crisis de la deuda obliga a los países que comparten el euro a dar un salto adelante para acercar sus políticas económicas nacionales y endurecer su disciplina presupuestaria común. En resumidas cuentas, a volar con sus propias alas.
Para los países que están fuera, el propio proyecto de la Unión Europea de 27 países se está vaciando de sustancia en provecho de una Europa a dos velocidades.
La cumbre europea del domingo sobre la crisis de la deuda iba a tener una segunda parte, el miíércoles, reservada únicamente a los dirigentes de la zona euro.
Esto ya es demasiado, vino a decir el primer ministro británico, David Cameron, que se vio obligado a postergar unas visitas oficiales a Nueva Zelanda y Japón para participar en la cumbre del miíércoles.
"La crisis de la zona euro afecta a todas nuestras economías, incluyendo la de Gran Bretaña", recalcó.
"Responde a los intereses de Gran Bretaña que los países de la Eurozona solventen sus problemas. Pero esto se vuelve peligroso -y lo he hablado francamente con ellos- si toman decisiones vitales para los otros países del mercado único, como las decisiones sobre los servicios financieros que conciernen a todo el mercado único", insistió Cameron.
En consecuencia, los británicos exigieron y obtuvieron que tambiíén sea convocada otra cumbre que reúna en Bruselas a todos los países de la UE.
"Cameron, con un sentido del humor muy británico, se sorprende de que la zona euro se reúna. Resulta curioso que alguien que se la pasa diciendo que el euro es mala cosa quiera asistir a esas cumbres", ironizó una fuente europea.
El presidente francíés, Nicolas Sarkozy, le dijo a Cameron que "estaba cansado de oírle decir lo que tenemos que hacer", indicó la prensa británica.
"Estamos cansados de oírle criticarnos y de que nos diga lo que tenemos que hacer", dijo el presidente francíés al primer ministro británico, según The Daily Telegraph y The Guardian, citando fuentes diplomáticas.
"Dice usted que detesta el euro, no ha querido adoptarlo y ahora quiere usted inmiscuirse en nuestras reuniones", añadió Sarkozy, según los diarios.
El Times londinense se limita a señalar un altercado sin más detalles.
Cameron enfrenta en su país la presión de los conservadores más euroescíépcticos, que amenazaron con votar este lunes a favor de la organización de un referíéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la UE. Esa propuesta llegó al Parlamento tras la entrega de una petición firmada por 100.000 británicos.
Tambiíén el primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, cuyo país tampoco pertenece a la Eurozona, criticó las cumbres abiertas solo a los miembros de ese bloque monetario.
En una discusión calificada de "animada" por el primer ministro polaco, Donald Tusk, un participante replicó a Reinfeldt que su país no tenía más que adoptar el euro. "Adherir al euro no solo es un derecho sino un deber", dijo un participante.
Los dirigentes de los países externos a la zona euro recibieron el apoyo del presidente de la Comisión Europea, Josíé Manuel Barroso, que ve con malos ojos que el grupo de los 17 haga banda aparte.
"No debería existir ninguna separación entre la zona euro y el resto de la Unión Europea, dijo Barroso.
La Comisión Europea está preocupada porque percibe una tendencia creciente de la gestión "intergubernamental" de Europa por París y Berlín, que margina a las instituciones comunitarias, empezando por la propia Comisión.
Francia, en cambio, milita a favor de una potenciación de la zona euro como entidad aparte para dar cuerpo a su idea de "gobierno económico".
No todos los dirigentes de la Eurozona comparten este punto de vista.
Holanda y Finlandia acaban de advertir que "todos los países miembros deben estar implicados en las decisiones" para preservar la prosperidad económica del continente, en una carta firmada tambiíén por Suecia.
Por el contrario, Alemania es partidaria de avanzar por la vía de una nueva reforma de los tratados, incluso de un acuerdo entre los países de la Unión Monetaria.