Portugal ha pasado a un segundo plano de la actualidad. Ahora, el centro de todas las miradas financieras se sitúa en Grecia e Italia. No obstante, el país luso está dando más de un dolor de cabeza a la banca española, en especial a Sabadell y La Caixa. El derrumbe de las cotizaciones de Banco Comercial Portuguíés (BCP) y de Banco Portuguíés de Investimento (BPI) les ha obligado a hacer provisiones de cientos de millones de euros.
BCP, del que la entidad presidida por Josep Oliu tiene cerca de un 3,3% del capital, se ha hundido un 77,78% en la Bolsa de Lisboa en lo que va de año, hasta apenas 0,12 cíéntimos de euros, su nivel más bajo desde que cotiza en el parquíé. Por su parte, BPI, del que la caja controla el 30,10%, se ha desplomado un 63%, tambiíén hasta niveles nunca vistos.
Actualmente, la participación de Sabadell en BCP vale tan solo 28,5 millones como consecuencia del crash de las acciones, títulos todos ellos que la entidad española ha ido dotando trimestre a trimestre. En el último, que se cerró el pasado 30 de septiembre, el grupo participado por la familia Lara y Isaak Andic, entre otros, destinó 46,5 millones a cubrir las minusvalías latentes de esta inversión. En lo que va de año, dicha aventura le ha costado 82,4 millones, que sumados a los 367 sacrificados entre 2008 y 2010 (100, 210 y 54,7, respectivamente) elevan la factura a cerca de 440 millones.
El agujero de La Caixa en BPI no es menor. La entidad presidida por Isidro Fainíé tiene contabilizado su paquete del 30,10% en su socio portuguíés en 892,25 millones de euros, según la memoría oficial de 2010. Hoy en día, esa inversión tiene un valor de mercado de apenas 137 millones de euros. Caixabank no detalla cuánto ha tenido que dotar para compensar esa píérdida provisional de 755 millones. Tan solo menciona en su memoria del pasado ejercicio que reservó 35 millones para provisionar sus inversiones en el sector bancario internacional, frente a los 118 millones de 2009.
No obstante, fuentes oficiales admiten que tendrá que hacer un esfuerzo de saneamiento en el último trimestre de este año para compensar esa provisión deficitaria, como ha hecho en septiembre con el austriaco Erste Bank por 159 millones. Se calcula que será de menos de 100 millones. Desde La Caixa explican que, al ser un socio estratíégico de BPI, con varios puestos en el consejo de administración, y tener una influencia significativa en las decisiones de la entidad, no tienen obligación de dotar la inversión como si se tratara de una participación financiera.
Es el mismo argumento que en su día usó ACS para no cubrir sus píérdidas en Iberdrola o la propia elíéctrica con sede en Bilbao por su paquete en Gamesa, argumento que fue validado por los auditores y por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) al dar por buena la tesis de que el valor recuperable del activo era superior a la píérdida actual.
Nuevas aportaciones de capital
Sin embargo, los problemas para el tercer grupo bancario español no acaban ahí. BPI decidió este año no pagar dividendos respecto de los resultados de 2010 para fortalecer sus recursos propios. Y la situación podría repetirse en 2012 debido a que la entidad portuguesa tiene que recapitalizarse en 1.717 millones antes del 30 de junio del próximo ejercicio por imposición de la Unión Europea.
La EBA le obliga a alcanzar un core capital del 9% y dotar parte de sus minusvalías en deuda soberana. Por tanto, no sería de extrañar que BPI necesitara una ampliación de capital –su valor de mercado actual es de apenas 457 millones- y que La Caixa tuviera que acudir para no ver diluida su participación. Tiempo atrás queda la guerra provocada por la OPA que BCP, cuya imagen de marca es Josíé Mourinho, lanzó sobre BPI a 5,7 euros en 2006, lo que suponía desembolsar 4.330 millones por su homólogo luso.