Por... Joel Virgen
De nuevo, cual efecto dominó, un riesgo más comienza a materializarse en Europa: Italia. Su deuda de 120 por ciento del PIB, calendario de pagos, falta de determinación política, ausencia de "cerco" precautorio por parte de las autoridades europeas e irrelevancia de reunión del G-20, acabaron por llevarnos al filo de nuevos eventos relevantes en la calidad soberana italiana.
Lo cierto es que la crisis europea ha seguido uno de los más accidentados senderos dibujados desde su estallido hace dos años. El dilema original entre salvar el sistema bancario europeo o rescatar a varios de sus gobiernos de la opción de default ya no es más un problema, es una necesidad.
A esta necesidad se le sumaba el diseño de un "cerco" precautorio que pudiera aislar a economías con mayor peso en la zona euro (España e Italia) del contagio. Y, de esta forma, limitar el riesgo de pasar de temas de liquidez a temas de solvencia. Sobre todo en economías más difíciles de ser "rescatadas".
Lo anterior, como casi todo lo relativo al manejo de la crisis europea, ha sido insuficiente. La deuda italiana (por ejemplo, la de vencimiento a diez años) ya ha superado el nivel fatídico de 7 por ciento -nivel al cual fueron rescatadas Grecia, Portugal e Irlanda, y que ya significa un claro riesgo en la viabilidad de su pago por parte del gobierno italiano.
Es cierto, los mercados mostraron un respiro tras el anuncio de renuncia programada por parte del primer ministro Silvio Berlusconi.
Lo cierto es que la ausencia de fechas y particulares (más allá de referenciarla a la aprobación de reformas estructurales relacionadas con los ajustes fiscales), adicional a la posible propuesta de un candidato cercano a Berlusconi, vuelve a reforzar el escepticismo en los mercados.
Por lo pronto, el costo de asegurarse contra un evento adverso sobre la deuda (CDS) italiana ya ha alcanzado nuevos niveles ríécord en más de 570 puntos base.
En esta secuencia de hechos, donde lo "impensable" se vuelve "pensable" conforme ha pasado el tiempo, buena parte del daño ya está hecho: Europa muy probablemente estíé en la antesala de una recesión que podría llevar a la zona euro a una contracción cercana a 0.3 por ciento en 2012, en el mejor de los casos.
El escenario para las autoridades europeas no es nada fácil, sobre todo tras el fracaso en la obtención de apoyo ($) por parte de los "adinerados" mercados emergentes la semana pasada, en la reunión del G-20.
China no está fuera del todo, recordemos que el financiamiento de la banca europea a buena parte de las economías más relevantes en Asia es significativo. Se sigue que ante la creciente crisis de confianza bancaria (e interbancaria) en Europa, el riesgo de interrupción en el flujo de críédito a Asia es un factor a considerar.
Europa es un lastre en el avance económico mundial y probablemente lo será por mucho tiempo en un contexto de consolidación fiscal en varios de sus países -recordemos a Latinoamíérica en los ochenta, sus problemas de deuda y su díécada perdida.
En este contexto, no descartemos que la renovada discusión respecto a quiíén es demasiado grande para caer, pero tambiíén para ser salvado, nos lleve a un recrudecimiento adicional en las condiciones financieras globales.
No descartemos, tampoco, que la discusión respecto a la probabilidad de desmembramiento de la zona euro vuelva a ocupar un lugar central en las preocupaciones financieras -sea el caso de "sólo" un abandono de la moneda y no de la zona económica, o una división total de algunos de sus miembros más emproblemados.
En claro contraste, el balance de riesgos globales no necesariamente se ha inclinado del todo hacia un deterioro adicional.
La caída en la inflación al consumidor en China (hacia un nivel anual de 5.5 por ciento) es aire fresco en materia de espacio, para tomar medidas de suavizamiento monetario que permitan a su vez suavizar el grado de enfriamiento económico que experimenta China (inducido desde hace dos años por las autoridades).
De lograr el ansiado "aterrizaje" suave, la economía china podría seguir fungiendo como un soporte significativo a la actividad global. Aunque lo anterior no obsta para subrayar la necesidad de sus autoridades de estimular al motor interno de crecimiento -necesidad no exclusiva de esta nación asiática.
En una línea similar, la escena en EU parece aproximarse más a un periodo de excepcionalmente lento avance económico, alejándose de un escenario de "cola" -recaída hacia una nueva recesión. íéste sería el tercer elemento en la ecuación de balance de riesgo global, que por el momento parece caracterizada por pesos y algunos contrapesos modestos.
¡Aquí vamos de nuevo con Europa, apriete sus cinturones!