Los productos de ahorro ofrecidos por las entidades financieras serán los principales perdedores si, como parece, el Tesoro Público tiene que incrementar el interíés de la deuda pública a corto plazo.
La cara y la cruz en la moneda del ahorro cada vez se encuentran más definidas. Las continuas tensiones que genera la crisis de deuda perifíérica que asola a Europa, que sitúa ahora a Italia en el punto de mira, han provocado un aumento en los intereses que el Tesoro debe pagar para financiarse.
Las dudas de los inversores sobre nuestra capacidad de pago han elevado la retribución media de las letras a 12 meses -el producto que compite de forma más directa con el de los depósitos de las entidades financieras- hasta el 3,6 por ciento en octubre. Un porcentaje que podría superar el 4 por ciento en la próxima subasta, el 15 de noviembre, si la crisis sigue agravándose. El perdedor en este escenario sería el depósito, cuyo interíés medio a un año sigue estancado en el 2,85 por ciento.
La deuda pública española a corto plazo puede ganar atractivo para los ahorradores o, al menos, todos los indicios apuntan a ello. La prueba es el mal presagio que aventura la diferencia entre los bonos a dos años de España y Alemania en la última semana. Unos títulos que son considerados como un termómetro para anticipar los resultados que se obtendrán en las emisiones a plazos más largos de 12 y 18 meses.
Si tenemos en cuenta que el pasado miíércoles esta diferencia repuntó a su nivel más alto desde agosto -4,52 puntos básicos-, y que la presión en el mercado va a seguir al alza mientras no se concreten soluciones para Europa, el Tesoro puede verse obligado a emitir Letras con jugosas retribuciones y superar, por tanto, a la ofrecida por los depósitos de las principales entidades financieras. Unos productos que, cada vez más, ocupan un segundo plano en el escaparate bancario, donde las entidades han decidido dar prioridad a otro tipo de alternativas de inversión, como los pagaríés, que les permiten captar el ahorro de los clientes sin exponerse a ningún tipo de sanción por brindar altos rendimientos, como sucede con los depósitos, que seduzcan a los clientes.