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Autor Tema: Lo peor es la velocidad con la que se está degradando la situación  (Leído 353 veces)

Orpheo

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Alguien que leyó el borrador de lo que aquí­ leyeron el pasado Viernes me dijo: ‘Y lo de despuíés’. Tení­a razón. Lo añado como más.

 

1 – Una de las peores cosas que hoy están sucediendo es la velocidad con la que se está degradando la situación. Este fenómeno empezó en Verano y se manifiesta a dos niveles. Por un lado, el encarecimiento de los precios que la mayorí­a de los paí­ses tienen que pagar por su deuda; por otro, el que ello sea reflejo de la progresiva degradación de la situación económica y social en general y que cada vez se maquilla menos a fin de que la población se vaya dando cuenta de la realidad.

2 – Ese progresivo y acelerado encarecimiento de la deuda pienso que es la puesta en escena de la desconfianza que los acreedores tienen de cobrar la deuda que se les adeuda o la que compran, máxime si son esperables quitas, compensaciones, aplazamientos, reconversiones, amortizaciones -recuerden al Ministro del reino Sr. Juan de Dios ílvarez Mendizábal- a y de la deuda.

 

3 – El decorado presente es el de una deuda total impagable en la inmensa mayorí­a de los casos y que los acreedores se están asegurando cobrar en el futuro de algún modo, bien a travíés de unos intereses siderales, bien, cuando la situación se presente, a travíés de concesiones de servicios o de explotaciones de recursos.

 

4 – Ciertí­simos: vamos hacia Gobiernos de tíécnicos, pero eso no asegura el crecimiento económico, si no la buena administración, la correcta organización y la austeridad, mucha austeridad. Eso explica, en parte, las reacciones habidas en Italia y en Grecia, pero sólo en parte.

 

5 – El problema actual es doble: una deuda enorme, inconmensurable, y la imposibilidad de crecer. A las malas (o a las buenas, según se mire), la deuda se puede reducir, y, pienso, se hará, y sí­: habrá personas fí­sicas y jurí­dicas que cobrarán menos o que se quedarán sin cobrar, pero el crecimiento es otra cosa: para que haya crecimiento el PIB tiene que aumentar, y eso sólo se consigue con una generación creciente de valor en la que participe una cantidad creciente de factores productivos.

 

6 – Y, pienso, no se va a crecer como serí­a necesario, ni para pagar todo lo que se debe: de ahí­ las quitas y similares, ni para asegurar el mantenimiento del estándar de vida al que estábamos acostumbrados (porque nos habí­an convencido de que tení­amos que acostumbrarnos a fin de continuar creciendo, y porque somos humanos y nos gusta paladear un Bordeaux de 1.000 euros la botella).

7 – El problema, por tanto, se halla en que no es posible crecer a la tasa que se crecí­a porque ya no se puede seguir haciendo lo que se hací­a para crecer así­. Ahora ya lo decimos todo: por ello, ni se podrá pagar la deuda, ni se podrá mantener el estándar de vida, ni se podrá esperar una recuperación al viejo estilo para retornar a una posición similar a la de antes.

 

8 – En tres palabras: la mayorí­a de la población va a vivir peor de lo que ha vivido en estos años pasados, durante la crisis, y despuíés.

 

9 – La deuda pública hoy juega el papel que en el 29 jugaron las acciones de las compañí­as que cotizaban, y los productos estructurados el que entonces desempeñaron aquellos críéditos encadenados y aquellos apalancamientos de tres Kms. de largo. La diferencia se halla en el desenlace: pienso que en ninguna parte se producirá un hundimiento de nada porque hoy se cuentan con elementos compensadores que amortiguan la caí­da de lo que sea, lo que está bien, pero que no evita el final: lo alarga y lo dulcifica: ¡ya hubieran querido todas las compañí­as cuyas acciones de hundieron en Octubre del 29 que alguien las hubiese rescatado!.

 

10 – Todo lo que está cayendo, todo el follón que se ha liado, y sólo se ha abordado el tema de la deuda pública. Imaginen que va pasar cuando se entre en la porquerí­a que tienen las entidades financieras y en los que deben las SAs y los Sres. John Smith del mundo y que no pueden pagar. Imaginen.

 

Insisto: no se fijen en la deuda, ni en su precio (bueno, ya me entienden); fí­jense en el crecimiento: no se está creciendo y no hay expectativas de que se vaya a crecer: repasen las previsiones de la Comisión Europea publicadas el Viernes

 

11. España peor, ya, pero todas/os mal.

 

No se crece ni se va a crecer porque no se puede crecer con este aún nuestro modelo porque está agotado, y en el que viene se va a crecer poco, de forma sesgada, y de forma eficiente. ¿Dos más dos en base diez? … …

 

No síé cómo calificarlo: lo sucedido el pasado Viernes 18: Bloomberg y Reuters diciendo una cosa, la Sra. Ministra de Economí­a demostrando otra, llamadas, conferencias, … Desde la distancia me pregunto: ¿36 puntos sobre 441 es lo que está marcando hoy la diferencia entre el ser y el no ser de España?. ¿Todas aquellas movidas para acabar a una distancia de Italia de 26 puntos?. Lo más alucinante de todo, pienso, es que alguien pueda creerse que ‘otro Gobierno de otro color va a poder arreglar esto’, o que ‘de esto ha tenido la culpa el Gobierno’.

 

Lo más gordí­simo es que si España no tiene que pagar aún más para que le compren la deuda es porque el BCE está comprando deuda española a lo bestia: “La Unión Europea está ayudando a España” dijo el Sr. Amadeu Altafaj, portavoz de asuntos económicos (El Paí­s 19.11.2011, Pág. 29). La pregunta es automática: ¿hasta cuándo lo hará?, así­ como su corolario: ¿y quíé sucederá cuando deje de hacerlo?.

 

Dijo la Sra. Elena Salgado en aquel duelo con las agencias: “Este es un problema del conjunto de la zona euro y las soluciones tienen que venir de forma coordinada”. (Misma fuente) ¡Evidentemente!, hace tiempo que Uds. lo están leyendo aquí­. Pero, ¿cuándo será el momento de hacerlo?.

 

Porque, por otra parte, las cosas podrí­an ser de otra manera: dando la UEM un puñetazo encima de la mesa y repartiendo un par de gorrazos a diestra y siniestra, pero ya no está de moda hacer las cosas así­.

 

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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En individuos, la locura es rara; en grupos, partidos, naciones y épocas, es la regla", Nietzsche.