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Autor Tema: Bienvenidos a la Europa de 2021  (Leído 307 veces)

Orpheo

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Bienvenidos a la Europa de 2021
« en: Noviembre 22, 2011, 11:33:47 am »
Niall Ferguson, profesor de historia de la Universidad de Harvard, realiza un interesante ejercicio predictivo en WSJ sobre Europa en los próximos 10 años. Publicaremos hoy la primera parte de este análisis, y mañana la segunda: Bienvenidos a la Europa de 2021. Diez años han transcurrido desde la gran crisis de 2010-11, que se cobró el cuero cabelludo de no menos de 10 gobiernos, entre ellos España y Francia. Algunas cosas han permanecido igual, pero muchas han cambiado.

 

El euro sigue circulando, aunque los billetes ahora se ven pocas veces. (De hecho, la facilidad del pago electrónico hace que algunas personas se pregunten si valió el esfuerzo de la creación de una moneda europea única). Bruselas ha sido abandonada como sede polí­tica de Europa. Ahora el centro de poder es Viena.

 

“Viene de la herencia de los Habsburgo,” explica la nueva y dinámica canciller austrí­aca Radetzky Marsha. “Simplemente parece que la polí­tica multinacional es ahora mucho más divertida.”

 

A los alemanes tambiíén les gustan las nuevas disposiciones. “Por alguna razón, nunca nos sentimos muy bien acogidos en Bíélgica”, recuerda la canciller alemana, Reinhold Siegfried von Gotha-Dí¤mmerung.

 

La vida está lejos de ser fácil en los Estados perifíéricos de los Estados Unidos de Europa (como se conoce ahora a la zonaeuro). El desempleo en Grecia, Italia, Portugal y España se ha disparado un 20%. Pero la creación de un nuevo sistema de federalismo fiscal en el año 2012 aseguró un constante flujo de fondos de la Europa central y del norte.

 

Al igual que los alemanes del Este antes que ellos, los europeos del Sur se han acostumbrado a esta disyuntiva. Con un quinto de la población de esta región con más de 65 años y el 20% de la población desempleada, la gente tiene tiempo para disfrutar de las cosas buenas de la vida. Y hay un montón de euros que se generan en esta economí­a sumergida, trabajando como empleadas domíésticas o jardineros para los alemanes, quienes ahora tienen su segunda residencia en el soleado sur.

 

Los U.S.E. (United States of Europe) en realidad han ganado algunos miembros. Lituania y Letonia, unieron su plan de unirse al euro, siguiendo el ejemplo de su vecino Estonia. Polonia, bajo la dirección del ex ministro de Relaciones Exteriores Sikorski Radek, hizo lo mismo. Estos nuevos paí­ses son los niños de la nueva Europa, atrayendo la inversión alemana con sus impuestos fijos y salarios relativamente bajos.

 

Pero otros paí­ses han dejado a los Estados Unidos de Europa.

 

David Cameron, ahora comienza su cuarto mandato como primer ministro británico, gracias a su buena estrella, de mala gana cediendo a la presión de los euroescíépticos de su propio partido, decidió arriesgarse a un referíéndum sobre la adhesión a la UE. Sus socios de la coalición Liberal Demócrata se suicidaron polí­ticamente al unirse a la desastrosa campaña de “Sí­ a Europa”.

 

Incitado por los belicosos tabloides de Londres, el público votó a favor de salir por un margen de 59% a 41%, y luego entregó a los conservadores una mayorí­a absoluta en la Cámara de los Comunes. Liberada de la burocracia de Bruselas, Inglaterra es el destino favorito de la inversión directa china en Europa. Y los chinos ricos aman a sus apartamentos en Chelsea, por no hablar de sus esplíéndidas propiedades escocesas.

 

De alguna manera esta Europa federal alegró los corazones de los padres fundadores de la integración europea. Su corazón es el eje franco-alemán lanzado por Jean Monnet y Robert Schuman, en la díécada de 1950. Sin embargo, los U.S.E. de 2021 es una cosa muy diferente de la Unión Europea que se vino abajo en 2011.

 

Fue conveniente que la desintegración de la Unión Europea se centrara en las dos grandes cunas de la civilización occidental, Atenas y Roma. Sin embargo, George Papandreou, y Silvio Berlusconi no fueron los primeros lí­deres europeos en caer ví­ctima de lo que podrí­amos llamar la maldición del euro.

 

Desde que el miedo financiero comenzó a extenderse a travíés de la zona euro en junio de 2010, no menos de otros siete gobiernos cayeron: en los Paí­ses Bajos, Eslovaquia, Bíélgica, Irlanda, Finlandia, Portugal y Eslovenia. El hecho de que nueve gobiernos cayeran en menos de 18 meses-con otro cerca de hacerlo-es en sí­ mismo notable.

 

Pero el euro no se ha convertido simplemente en una máquina de acabar con gobiernos. Ha fomentado tambiíén una nueva generación de movimientos populistas, como el Partido para la Libertad en Holanda y los Verdaderos Finlandeses. Bíélgica estuvo a punto de partirse en dos. Las estructuras mismas de la polí­tica europea fueron desapareciendo.

 

¿Quiíén serí­a el siguiente? La respuesta era obvia. Despuíés de las elecciones del 20 de noviembre de 2011, el presidente del Gobierno español, Josíé Luis Rodrí­guez Zapatero, se precipitó. Su derrota fue como una conclusión inevitable de que lo habí­a decidido el mes de abril al no presentarse a la reelección.

 

¿Y despuíés de íél? El próximo lí­der en el punto de mira fue el presidente francíés, Nicolas Sarkozy, que optaba a la reelección el mes de abril siguiente.

 

La pregunta que estaba en la mente de todos en noviembre de 2011 era si el proyecto monetario europeo, creado cuidadosamente en la díécada de 1990, estaba a punto de colapsar. Muchos expertos así­ lo creí­an. De hecho, Roubini, influyente profesor de la Universidad de Nueva York, argumentó que no sólo Grecia, sino tambiíén Italia tendrí­an que salir o ser expulsado de la zona euro.

 

Pero si eso hubiera sucedido, es difí­cil ver cómo la moneda única podrí­a haber sobrevivido. Los especuladores de inmediato habrí­an dirigido su atención a los bancos, en el siguiente eslabón más díébil (probablemente España). Mientras tanto, los paí­ses que salieran se encontrarí­an incluso peor que antes. De la noche a la mañana todos los bancos y la mitad de sus empresas no financieras se habrí­an vuelto insolventes, con pasivos denominados en euros, pero los activos en dracmas o liras.

 

La restauración de las antiguas monedas tambiíén resultarí­a ruinosamente cara en un momento de díéficit crónico. Los nuevos príéstamos no habrí­an podido financiar los otros mediante la impresión de dinero. Estos paí­ses rápidamente se hubieran encontrado en una vertiginosa crisis inflacionaria que se habrí­a borrado los beneficios de la devaluación.

 

Por todas estas razones, nunca creí­ en serio que la zona euro pudiera romperse. A mi juicio, parecí­a mucho más probable que la moneda pudiera sobrevivir, que la Unión Europea se desintegrara. Despuíés de todo, no existí­a un mecanismo legal para que un paí­s como Grecia pudiera salir de la unión monetaria. Sin embargo, en virtud del artí­culo especial 50 del Tratado de Lisboa, un Estado miembro podrí­a abandonar la UE. Y eso es precisamente lo que hicieron los británicos.

 

Carlos Montero
Lacartadelabolsa



En individuos, la locura es rara; en grupos, partidos, naciones y épocas, es la regla", Nietzsche.