Por... Alvaro Alba
Hace años que Vladimir V. Putin, el primer ministro de Rusia, y futuro presidente viene anunciando la formación de una unidad que sin ser la continuación exacta de la URSS, será la formación de varios repúblicas que integraron por díécadas la Unión Soviíética. Desde que era presidente Putin amenazaba con la creación de un espacio común con varios aliados regionales, pero de los planes no pasaron entonces. Los primeros países candidatos a la unión fueron Bielorrusia, Ucrania y Kazajistán.
En septiembre del 2003 se firmó un acuerdo con el fin de tener un espacio común económico, pero la Revolución Naranja en Ucrania detuvo los planes y enfrió las relaciones de Kiev con Moscú. En Rusia siguieron con los planes, contando con el apoyo de Minsk y Astaná. Los gobernantes bielorruso y kazako de ahora son los mismos de hace más de 15 años. Alexander Lukashenko llegó a la presidencia de Bielorrusia en 1994 y desde entonces ha cambiado la constitución para permanecer en el poder. En Kazajistán, el actual gobernante Nursultan Nazarbayev era el primer secretario del partido comunista en su país en 1991, cuando desapareció la URSS. Ahí se mantiene Nazarbayev, cambiando la constitución, renovando su mandato, y con el título oficial de Líder de la Nación.
La base de la integración fue la unión aduanera que en el 2007 fue uno de los principales proyectos de Putin, antes de dejar la presidencia. Ya en el 2010, aunque Ucrania no participa en esas reuniones, se anunciaba la unión entre Rusia, Bielorrusia y Kazajistán con el objetivo de unir sus economías. Los ministros de finanzas, transporte y jefes de las aduanas elaboraron proyectos para unificar las actividades. El primer paso fue la erradicación de los controles aduaneros en las fronteras de Rusia con Kazajistán y de Rusia con Bielorrusia en junio del 2011. Un artículo en el diario ruso Izvestia firmado por Putin anunciaba la formación de una entidad regional con fines económicos para afrontar los retos de la crisis actual y se mencionaba una moneda única (rublo) y un centro emisor único – Moscú. El 18 de noviembre del 2011, en Moscú, se firmó entre los mandatarios de Rusia, Bielorrusia y Kazajistán los documentos para comenzar en enero del 2012 la nueva zona economía euroasiática. Como futuros candidatos aparecen Kirguizia y Armenia. Y Abjasia, la región separatista que se proclamó independiente de Georgia en el verano del 2008 grita para que la admitan en la organización.
Los integrantes de la Unión Euroasiática se proponen que las mercancías pasen de un país a otros sin las regulaciones aduaneras actuales, que la fuerza laboral tenga acceso libre a los mercados nacionales. Advirtieron los gobernantes firmantes que el nivel de integración será lento, aseguran los firmantes, sincronizando las leyes y directivas económicas. En el tema de las inversiones y los subsidios todavía queda mucho por hacer, reconocen en Moscú. Los tres países participan en la alianza aduanera y en el espacio económico euroasiático y se espera que hasta el 2012 se establezcan todas las regulaciones.
Para el próximo mandato de Putin en el Kremlin (nadie duda que salga vencedor en las elecciones presidenciales) una de sus tareas primordiales será la unidad de esas ex repúblicas soviíéticas. Para el 2015 se planifica ya la consolidación de todas las estructuras de unidad. Paralelo a la unidad económica se han instituido varios comitíés de información, de educación, cultural y ciencia. La política exterior se coordinara mediante el consejo de cancilleres y se formó ya un consejo de jefes de estados y gobiernos. Se planifica la formación de un parlamento supranacional, al estilo del parlamento europeo. Y la defensa ya está planificada por la Organización del Tratado de Defensa Colectiva, a la que pertenecen la mayoría de los países de la ex Unión Soviíética, con la excepción de las tres nacionales del Báltico (pertenecen a la OTAN), Ucrania, Georgia y Azerbaiyán.
En ningún momento se habló de las libertades individuales, del derecho a la crítica, de la prensa libre, o el derecho a manifestarse. En Minsk en varias ocasiones han arrestado a los periodistas rusos y los que han protestado por el fraude en las elecciones presidenciales de diciembre del 2010 están todavía tras las rejas. En Kazajistán cualquier crítica al presidente lleva a la cárcel a los informadores y la oposición está exiliada. En Rusia la prensa hace años que dejó de tener los matices independientes de la díécada de los noventa o los destellos del glasnost en los ochenta. Los analistas auguran un aumento del producto nacional bruto para los países integrantes pero temen que las libertades individuales disminuyan.