Berlín deja el euro en manos del BCE y del Fondo Monetario
La esperada cumbre europea del 9 de diciembre, en la que el euro se jugaba supuestamente su futuro, descarriló incluso antes de comenzar. La cena de la noche previa, convocada por el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, para ganar unas horas de negociación bastó para constatar la imposibilidad de avanzar en los dos puntos fundamentales: la reforma del Tratado de la UE para imponer más disciplina fiscal y la creación de un verdadero cortafuegos financiero para frenar el contagio de la crisis de la deuda, que amenaza la supervivencia de la moneda única desde hace más de año y medio.
Las objeciones, por diferentes motivos, de los principales socios comunitarios (Alemania, Francia y Reino Unido) obligaron a pactar en la madrugada del jueves al viernes (hacia las cinco de la mañana) un acuerdo sobre disciplina fiscal de incierta aplicación y a mantener intacto el diseño fallido de los actuales fondos de rescate.
El resultado es tan dudoso que incluso el presidente del Gobierno español, Josíé Luis Rodríguez Zapatero, conocido por su optimismo, se limitó a hacer una "valoración positiva", pero tras los fiascos de las cumbres de julio y octubre prefirió reservarse "la valoración definitiva". Una cautela que anticipa nuevas jornadas de incertidumbre.
Solo el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional parecen salir reforzados de una cumbre que deja en manos de esos dos organismos la suerte del euro y de los países en situación más vulnerable, como España o Italia. Los países de la Unión Europea se comprometieron en Bruselas a inyectar 200.000 millones de euros en el FMI para potenciar su capacidad de intervención. Y sin mencionarlo confiaron en que "el BCE sabe que tiene que contribuir a la estabilidad de la Unión Monetaria", en palabras de Zapatero.
Fondos de rescate sin más potencia
La canciller alemana, Angela Merkel, dijo no a la ampliación de recursos. La declaración suscrita en la madrugada del viernes por los presidentes de Gobierno de la zona euro mantiene en 500.000 millones de euros el fondo de rescate permanente o Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). "He dejado clara mi posición de que el fondo no se eleva", dijo Merkel al tíérmino de la cumbre. Los únicos cambios a ese instrumento se refieren a su entrada en vigor, que se intentará adelantar de junio de 2013 a junio de 2012, y al sistema de decisión, que pasa de la unanimidad a una supermayoría del 85% de los votos, necesaria para determinar a quíé países se destinará. Zapatero, en nombre del futuro presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, propuso sin íéxito elevar ese umbral al 90%. El aparente fracaso del presidente saliente beneficia a España, porque de haber elevado el umbral para obtener derecho de veto tambiíén se hubiera dado esa posibilidad a una alianza de países reacios a los rescates como Holanda, Finlandia y Austria. La supresión de la unanimidad, en cualquier caso, ha quedado pendiente de la aprobación en el Parlamento finlandíés.
Más aportación al Fondo Monetario
La congelación de los fondos de rescate (el acuerdo no prevíé una revisión de su caja hasta marzo de 2012) obligará a la zona euro a buscar ayuda a travíés del Fondo Monetario Internacional (FMI). Los países de la zona euro aumentarán su aportación al FMI en 150.000 millones de euros y el resto de socios de la UE, en 50.000 millones. La aportación de cada país deberá confirmarse en 10 días, según el acuerdo cerrado en Bruselas. La UE espera que el organismo con sede en Washington destine esos nuevos recursos, llegado el caso, a programas de asistencia a los socios del euro. La cumbre expresó su deseo de que "el resto de la comunidad internacional haga una aportación paralela", una aspiración que deberá superar las reticencias mostradas hasta el momento por los países emergentes.
Adiós a las quitas en deuda pública
En este caso, la canciller Merkel dijo sí. Sí a corregir el gravísimo error cometido en la cumbre franco-alemana de Deauvile (Normandía) en octubre de 2010 cuando pactó con el presidente francíés, Nicolas Sarkozy (muy a pesar de este), la obligación de contemplar la participación del sector privado o quitas en cualquier programa de ayuda a travíés del fondo de rescate. "Por decirlo de manera clara", señaló el presidente del Consejo Herman Van Rompuy, "la experiencia que hemos tenido con Grecia no se volverá a repetir". Zapatero atribuyó a esa amenaza de reestructuración latente sobre la deuda pública gran parte de las tensiones en los mercados financieros que se han sufrido en el último año. Y recordó que cada momento de tensión ha provocado en España casi de manera inmediata una caída del crecimiento y un repunte del desempleo.
Disciplina fiscal al margen de la UE
El no en este caso llegó desde Londres. El primer ministro británico, David Cameron, vetó la reforma del Tratado de la UE para reforzar la disciplina fiscal de la zona euro, una propuesta que no afectaba para nada al Reino Unido (ver página 12). Merkel y y el presidente francíés, Nicolas Sarkozy, no cedieron al chantaje y cumplieron su amenaza de seguir adelante con la propuesta al margen de la UE. El problema es que eso obliga a cerrar el pacto fiscal con un nuevo Tratado al margen de las instituciones comunitarias, cuya aplicación podría generar graves tensiones. Por lo pronto, no está claro si los 23 países (17 de ellos de la zona euro) que han decidido seguir adelante podrán utilizar los servicios de las instituciones comunitarias como la Comisión Europea. Y si deciden presentar una denuncia ante el Tribunal de Justicia Europeo deberá ser de un país contra otro, no a travíés de Bruselas. La vía intergubernamental provocará, además, las iras del Parlamento europeo, que podría impugnar el acuerdo. Y el nuevo Tratado, cuya negociación se espera concluir en solo tres meses, requerirá un proceso de ratificación que podría encallar en países como Irlanda, donde tal vez se deba realizar un referíéndum, de acuerdo con lo que contempla su Constitución. Demasiadas incertidumbres para un Tratado que, según la tesis victoriosa de Merkel, "recuperará la credibilidad, con mayúsculas, de la zona euro". Sarkozy aseguró que el acuerdo alcanzado recoge "todo lo que Merkel y yo habíamos pactado en nuestro documento previo". Una lectura tambiíén muy positiva, porque del acuerdo en Bruselas se ha caído toda referencia a la armonización fiscal, incluido el impuesto de sociedades, la convergencia en los sistemas de pensiones, seguridad social y política laboral.
Regla de oro y deuda menguante
El futuro Tratado intergubernamental obligará a los firmantes a incorporar en sus Constituciones (o norma similar) el compromiso con la estabilidad presupuestaria conocido como "regla de oro". Esa regla exigirá mantener el díéficit estructural en cada ejercicio por debajo del 0,5% del PIB nacional. Se establecerá, además, un mecanismo automático de corrección ante cualquier desviación presupuestaria. A los países con díéficit excesivo se les exigirá, además, un compromiso de reducción de la deuda paulatina. Y todos los países deberán notificar por adelantado sus emisiones de bonos para que el resto de socios pueda controlar la evolución de su endeudamiento. Las sanciones por el incumplimiento de cualquiera de esos compromisos solo se podrán frenar por mayoría cualificada.
El regalo al BCE
El presidente del BCE, Mario Draghi, había reclamado antes de la cumbre un "paquete fiscal" que plasme el compromiso de los socios del euro con la disciplina presupuestaria. Y sin prometer nada concreto a cambio, aseguró que "otras medidas podrían seguir, pero la secuencia importa". Draghi vio el viernes colmado su deseo con un acuerdo sobre disciplina fiscal que los líderes europeos incluso denominaron (en inglíés) como "compact", el mismo palabro utilizado por el italiano. Draghi, que participó en la larguísima cena del jueves (casi 10 horas ininterrumpidas) , se mostró satisfecho con el acuerdo. Aunque unas horas antes de la cumbre, en Fráncfort, advirtió que tal vez se habían malinterpretado sus palabras sobre la "secuencia". Muchos analistas la habían entendido como una oferta del BCE de "premiar" con una compra masiva de bonos los acuerdos de Bruselas, siempre que fueran suficientemente ambiciosos. Ahora queda la duda, que podría despejarse la próxima semana, de si esa es la verdadera intención del BCE. Cabe la posibilidad tambiíén de que la recompensa de Fráncfort se limite a las medidas de liquidez bancaria aprobadas la semana pasada, lo que dejaría al bono español o al italiano expuesto a posibles ataques especulativos y pendiente de una tímida intervención del BCE. Josíé Luis Rodríguez Zapatero recordó que se trata del banco central de una zona económica importante que menos deuda pública ha comprado, en comparación con las adquisiciones cuantiosas por parte del Banco de Inglaterra, la Reserva Federal estadounidense o el Banco de Japón.
Los eurobonos siguen en la mesa
Casi nadie se atreve a mencionarlos (sobre todo, con Merkel delante) pero el debate sobre los eurobonos sigue sobre la mesa. Rodríguez Zapatero auguró en su despedida que "en 2012 se hablará mucho de eurobonos" y se mostró convencido de que el debate, ya en su ausencia, avanzará inexorablemente. Van Rompuy anunció que durante el próximo semestre elaborará un informe "sobre la mutualización de la deuda" y, sin miedo a mencionar la palabra tabú, confió en que se pueda volver a hablar de eurobonos "cuando las aguas estíén más calmadas".
El presidente del Eurogrupo y primer ministro luxemburguíés, Jean-Claude Juncker, se mostró "satisfecho de que los eurobonos no hayan desaparecido de la mesa". Pero para su puesta en marcha será necesario, tal y como ya se ha ocupado de demostrar Merkel en la cumbre que prolonga la vida del euro, que los países de la divisa común cumplan fielmente con el compromiso de austeridad pactado el viernes, por encima incluso de la amenaza de recesión económica.