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Autor Tema: AmericaLatina: Educación y crisis...  (Leído 158 veces)

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AmericaLatina: Educación y crisis...
« en: Diciembre 11, 2011, 02:31:20 pm »
Por...  Ignacio Dí­az
 

Desafí­o: un recorrido por la región en general y varios paí­ses en particular muestra el díéficit educativo, así­ como la respuesta diferente frente a ese desafí­o crucial. Mientras chilenos y colombianos resisten la ofensiva privatizadora de la enseñanza, a la defensa por el carácter público de la educación se le suma una pregunta central: ¿cuál es su valor en este presente histórico? Y otra más fundamental: ¿quíé educación y quíé pedagogí­a desarrollar? La debacle económica capitalista confiere al tema un valor decisivo: la educación es fundamental para cimentar un proceso de transformación social que se aleje del capitalismo y sea acompañado por las masas. La experiencia del Alba en esta materia es un consistente punto de partida para responder incógnitas y acometer la empresa.
 
“Al mundo nuevo corresponde la Universidad nueva” decí­a Josíé Martí­ en 1883. Y agregaba: “Es criminal el divorcio entre la educación que se recibe en una íépoca, y la íépoca. Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el dí­a en que vive; es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre íél y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote; es preparar al hombre para la vida”.
 
¿Quíé educación corresponde a este tiempo histórico, signado por la crisis del sistema capitalista?
 
La respuesta de los defensores del capital ha sido, sobre todo desde la díécada de 1990, impulsar con fuerza polí­ticas privatizadoras. Una oleada de luchas encabezada por el movimiento estudiantil chileno y la resistencia de la comunidad educativa de Colombia señala hoy el polo opuesto: rechazar el intento privatizador de la educación y su sometimiento a las leyes del mercado.
 
La defensa del carácter público de la educación tiene uno de sus máximos y más tempranos exponentes en Simón Rodrí­guez, maestro de Bolí­var. Ya en 1834, el pedagogo venezolano se pronunció sobre esta cuestión a su manera: “Hacer negocio con la educación es... diga cada lector todo lo malo que pueda: ¡todaví­a le quedará mucho que decir!”.
 
Impedir el avance del capital sobre la educación es parte de una lucha que en Latinoamíérica lleva más de un siglo. Pero ¿quíé educación se busca defender y para quíé? Tambiíén Rodrí­guez delineó algunos puntos de partida en los primeros años de independencia de las naciones suramericanas: “Enseñen y tendrán quien sepa; eduquen y tendrán quien haga”. La educación como punto de partida para la acción y la transformación social: “Los conocimientos se dividen en teóricos y en prácticos; y la teórica no es sino el conjunto de preceptos dados por una experiencia consumada; teórica sin practica, es pura fantasí­a”. Práctica educativa a la que Simón Bolí­var le imprimirí­a luego un fuerte carácter revolucionario desde sus escritos y su acción libertadora.
 
Renacimiento
 
Seis meses de masivas movilizaciones en demanda de una educación pública, gratuita y de calidad en Chile. Tres de manifestaciones y paros universitarios en Colombia, en rechazo a una reforma educativa que promueve su privatización parcial. Aisladas protestas en distintos paí­ses de la región en reclamo de mayor presupuesto para garantizar este derecho fundamental.
 
El díéficit educacional ha sido el principal disparador de movilizaciones en varias ciudades del continente durante los últimos meses, en elocuente coincidencia con la agudización de la crisis económica mundial, mientras la Unión Europea y Estados Unidos aplican planes de ajuste. Ante esta coyuntura la pregunta por el valor de la educación cobra más fuerza, aunque las dificultades que enfrenta son anteriores al estallido de la crisis económica.
 
Desde su óptica, la Internacional de la Educación, superestructura sindical que nominalmente nuclea a más de 29 millones de docentes de 348 organizaciones de todo el mundo, publicó un informe preliminar para su quinto Congreso mundial realizado en 2007. Titulada “Privatización encubierta de la educación pública” y realizada por el Instituto de Educación de la Universidad de Londres, la investigación concluyó que “en todo el mundo se están introduciendo formas de privatización de los sistemas de educación pública”. Tendencia que se expresa, de forma más o menos encubierta, bajo diferentes proyectos gubernamentales de “reformas educativas” o “modernizaciones”, cuyo fin no es otro que el de avanzar hacia una “orientación cada vez más basada en el mercado, competitiva y consumista”.
 
Esta ofensiva privatizadora, expresada de diferentes formas, provoca cambios profundos y repercute en “la manera en que se deciden y enseñan los planes de estudio, la manera en que se evalúan los resultados de los alumnos y, por último, la manera en que se juzga a los estudiantes, los profesores, los centros docentes y las comunidades locales”. Lo mismo ocurre con la formación, el desarrollo profesional y la condición laboral de los profesores.
 
En Latinoamíérica, las polí­ticas en materia educativa son muchas y diversas según cada paí­s. Algunas tienen en su horizonte el socialismo; la mayorí­a, retroalimentar el sistema capitalista, con mayor o menor presencia del Estado.
 
Sea cual sea el caso, transformar y profundizar la educación es uno de los grandes desafí­os de la región, ahora multiplicado por la irrupción de la crisis en los centros del capitalismo.
 
Cuba y Venezuela a la vanguardia
 
La tarea de la Revolución Cubana en materia de educación ha sido y es reconocida a nivel mundial. Cuba es el paí­s con la mayor matrí­cula de estudiantes terciarios y universitarios del mundo en relación con su población. El 99% de los niños en edad escolar está en la escuela primaria, mientras que la totalidad de la población infantil asiste a la educación pre-primaria. Y, más importante aún, no hay deserciones: el 98% de los cubanos tiene al menos la educación primaria completa. Estas cifras, difundidas por la Unesco, no son casuales: Cuba invierte el 13,6% de su PBI en el sostenimiento del sistema educacional universal y gratuito.
 
El liderazgo de la Revolución Cubana a nivel regional tambiíén queda en evidencia al analizar la calidad de la educación. Según un estudio de la Unesco desarrollado entre 2004 y 2008 sobre el rendimiento escolar de estudiantes de Amíérica Latina y el Caribe, Cuba es el paí­s con mejores resultados entre los 16 analizados (Venezuela y Bolivia no formaron parte del estudio). Muy por detrás se ubican Chile, Costa Rica, Míéxico y Uruguay. En un tercer escalón quedan Argentina, Brasil y Colombia. Mientras que Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Panamá, Paraguay (el más inequitativo), Perú y República Dominicana muestran los í­ndices más bajos de calidad educativa.
 
Según el estudio, denominado Serce, Cuba es el único paí­s que en todas las áreas y cursos logró la primera categorí­a de evaluación. Esto significa que una gran cantidad de estudiantes cubanos tienen un nivel de aprendizaje de excelencia, algo que no ocurre en el resto de los paí­ses analizados. El estudio indica que, en promedio, el 75% de los niños latinoamericanos en edad escolar ingresa a la enseñanza primaria, pero sólo un 44% finaliza la educación básica a tiempo en Amíérica Latina.
 
Venezuela es el paí­s que mayores avances en materia de educación consiguió en la última díécada. Desde un punto de partida desfavorable, la Revolución Bolivariana implementó una agresiva polí­tica que ya alcanzó una gran cantidad de las metas propuestas. Los niveles de deserción y repitencia eran uno de los principales problemas para el paí­s y se logró reducirlos a la mitad: el í­ndice de deserción escolar en la educación secundaria bajó del 15 a 7,7% y el de repitencia en la enseñanza primaria hoy es menor al 6%. La matrí­cula de toda la educación pública del paí­s supera los 6 millones actualmente y cuadriplica a la de la enseñanza privada. Venezuela es, además, el segundo paí­s con mayor nivel de matriculación universitaria en la región despuíés de Cuba.
 
Más allá de los números, un aspecto central es el cambio en la clase de formación que reciben los estudiantes. Ratificados con la aprobación de la Ley Orgánica de Educación promulgada en 2009, los principios que ahora rigen el sistema educativo, tal como los expresa la nueva Constitución del paí­s, son los de soberaní­a, autodeterminación, identidad y cultura, impartidos desde los primeros años de enseñanza con el fin de fortalecer el poder popular en general y el ví­nculo entre las escuelas y sus respectivas comunidades en particular. Romper el aislamiento de los centros educativos y fomentar la educación para la acción y la transformación es una de las principales tareas que afronta la nación.
 
En este marco, el docente y su formación cumplen un papel fundamental. Para que el proceso de transformación social venezolano se refuerce y enriquezca en las instituciones educativas, el gobierno lanzó recientemente un Plan Nacional de Formación Docente, iniciado el 28 de octubre, cuyo fin es la aplicación de una pedagogí­a socialista que reemplace a la tradicional pedagogí­a liberal. “Hemos trabajado sobre la formación liberadora para el sujeto social, sobre la nueva subjetividad, los valores del socialismo versus los del capitalismo, las pedagogí­as liberales del capitalismo y la pedagogí­a crí­tica social o radical que debe imperar en un proceso socialista”, describió la ministra de Educación Maryann Hanson, al finalizar cinco dí­as de mesas de trabajo junto a más de 300 educadores de todo el paí­s para la preparación del Plan.
 
La polí­tica universitaria ha sido otro aspecto clave para la Revolución Bolivariana. Por eso desde 2002 funciona el Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, encargado de definir los nuevos lineamientos para la educación superior. La principal polí­tica es la Misión Sucre, uno de los motivos por los que el paí­s tiene la matrí­cula universitaria más alta de Suramíérica en relación con la población y la quinta a nivel mundial. La Revolución Bolivariana logró un crecimiento de 192% en la matriculación universitaria desde su llegada al poder. En diciembre de 2010 ya habí­a 2 millones 300 mil estudiantes universitarios en Venezuela; el 60% mujeres.
 
La Misión Sucre ha brindado además la posibilidad de estudiar a las personas privadas de su libertad y logró la incorporación de más de 5 mil 500 indí­genas a las universidades, 23 de las cuales fueron creadas en los últimos 12 años. Entre ellas, las universidades politíécnicas territoriales (UPT), creadas en 2006, cuyo fin es la formación de profesionales para la profundización del desarrollo cientí­fico, tecnológico e industrial del paí­s. Las UPT tienen tambiíén una misión social que es definida mediante asambleas realizadas en conjunto con los Consejos Comunales, para que su carácter sea verdaderamente democrático y popular.
 
Bolivia y el Alba
 
Si se piensa en rápidas y radicales transformaciones en poco tiempo, el caso boliviano es quizás el más sorprendente (ver Bolivia: educación en pleno proceso de transformación). El paí­s ha logrado un avance cualitativo muy considerable en materia de educación pública desde la llegada de Evo Morales al poder en 2006. En primer lugar, y gracias a la colaboración de Cuba y el Alba, Bolivia fue declarado libre de analfabetismo mediante el programa de alfabetización Yo Sí­ Puedo, cuando a fines de los años 1990 un 30% de la población era analfabeta.
 
Superada esa primera etapa, el gobierno acaba de incorporar a 160 mil personas a un programa de post alfabetización, siendo la mayorí­a de los beneficiaros adultos mayores de 40 o 50 años. El objetivo es evitar la formación de “analfabetos en desuso o funcionales”, para que quienes no están escolarizados no abandonen la práctica de la lectoescritura. Hoy, el paí­s tiene al 80% de su población en edad escolar asistiendo a los establecimientos educativos. La matrí­cula en educación primaria es del 95% y de la educación secundaria del 70%.
 
Otro hito del gobierno de Morales ha sido el desarrollo de las denominadas universidades indí­genas, cuya formación acadíémica se realiza en lenguas nativas e incluye el aprendizaje del castellano e idiomas extranjeros. Ya hay casas de estudio con programas í­ntegramente desarrollados en aymara, quechua y guaraní­. Los tí­tulos exigen por parte de los estudiantes la presentación de un emprendimiento productivo, con facilidades para luego lograr acceso a un críédito público y llevarlo a la práctica. La descolonización, la interculturalidad e intraculturalidad y la producción son los ejes principales de estas casas de estudio, impensables hace una díécada.
 
Los valores de solidaridad y complementariedad impulsados por el Alba, con la exitosa experiencia de la Revolución Cubana en materia de educación como bandera, han sido fundamentales para aumentar las matrí­culas, disminuir los niveles de deserción escolar, alfabetizar y transformar modelos educativos liberales del pasado en nuevas polí­ticas educativas que tienen como horizonte el socialismo. La lucha contra el analfabetismo ha demostrado el grado de cooperación existente entre los paí­ses y el notable grado de íéxito en la implementación de esa polí­tica. Con la colaboración de Cuba, Venezuela se declaró libre de ese flagelo en 2005. Luego cubanos y venezolanos hicieron lo propio para que Bolivia alcanzara la meta en 2008. Y finalmente los tres paí­ses permitieron a Nicaragua la alfabetización de prácticamente toda su población en 2009.
 
Como próximo paso, el Alba tiene la tarea de lograr acelerar la creación de la Universidad del Alba, que debe comenzar a funcionar en 2012, para extender a los sistemas educativos nacionales los valores socialistas y antimperialistas.
 
Vaivenes en el resto del continente
 
A mitad de camino entre las transformaciones en marcha en los paí­ses del Alba y la ofensiva privatizadora liberal de la educación contra la cual resisten los movimientos estudiantiles de Chile y Colombia, se encuentran una serie de paí­ses que, sin cuestionar a fondo determinados valores de la educación, han tenido una polí­tica más activa desde los Estados en esta materia, aunque con resultados dispares.
 
En Argentina, uno de los principales problemas es la relativa pero constante baja que se registra año tras año en la matrí­cula de las escuelas estatales de nivel primario. En 2010 hubo 273 mil estudiantes menos que en 2003 en las escuelas primarias públicas. No ocurre lo mismo con la inscripción a la educación secundaria, que aumenta la cantidad de estudiantes a un ritmo del 2% por año.
 
El otro punto preocupante es el deterioro de la calidad educativa, principalmente en las escuelas estatales. Según pruebas como Pisa (de la Ocde) o Serce (de la Unesco), Argentina muestra un promedio bajo y decreciente, a la zaga de muchos paí­ses de la región. Los estudios muestran tambiíén una disparidad creciente entre instituciones educativas privadas y públicas en el nivel primario y secundario, y señala a las escuelas estatales como las que peor calidad educativa brindan.
 
Una de las iniciativas que tení­a como fin, entre otros, frenar ese problema, fue la ley que dispuso la obligación del Estado de alcanzar el 6% del PBI en inversión en educación, ciencia y tecnologí­a para 2010. A juzgar por el presupuesto, la meta fue alcanzada. Pero la norma estipulaba tambiíén que para ese año un 30% de los niños de la educación primaria (1 millón 400 mil) debí­an estudiar doble jornada. Sólo 282 mil lo hací­an en 2010.
 
Otro de los mayores desafí­os es frenar la deserción en la educación pública, principalmente en el nivel secundario. El abandono de los estudios es elevado entre los más pobres, donde llega al 30%.
 
A nivel universitario, la calidad de algunas instituciones públicas argentinas sigue siendo muy destacada en la región y tambiíén en comparación con universidades privadas locales. Aquí­ la preocupación pasa por la escasa cantidad de graduados (habrí­a 83 mil 500 en 2012) en relación al total de estudiantes que comienzan alguna carrera universitaria. Por cada 100 personas que ingresan a las universidades se gradúan sólo 26.
 
En el caso de Uruguay (ver Polí­ticas educativas...), el Frente Amplio ha logrado íéxito en el aumento de la matriculación. Hoy tiene prácticamente una cobertura universal de educación primaria, con el 95,6% de los jóvenes de entre 14 y 15 años habiendo concluido sus estudios en ese nivel, lo que implica tambiíén un bajo nivel de repitencia. Pero esa cifra cae al 58,2% en la educación media básica, cuyo ciclo es de tres años.
 
El mayor desafí­o para Uruguay es revertir los í­ndices de desigualdad presentes en el acceso a la educación. Entre 2006 y 2009 los niveles educativos alcanzados por las personas más pobres decrecieron progresivamente. En realidad aumenta la proporción de estudiantes que completan el nivel primario, pero decrece en mayor medida la de aquellos que logran alcanzar la educación media y terciaria o superior.
 
Algo similar ocurre con Paraguay, aunque en mayor escala. Según la Unesco, el paí­s guaraní­ es el más inequitativo en materia de educación. La brecha de acceso a los distintos niveles, la matriculación y la proporción de personas con estudios completos en cada etapa es muy fuerte entre los más pobres y aquellos que gozan de una posición económica favorable. El 60% de las causas de abandono del estudio es por razones económicas, según el Ministerio de Educación y el Conejo Nacional de Educación y Cultura.
 
Otro problema es el nivel de deserción escolar. De cada cien niños paraguayos que ingresan al nivel primario, sólo 38 llegan al nivel medio. Mucho menor inclusive es el acceso a las universidades: de cada 100 jóvenes que ingresan a la educación media, sólo tres estudian alguna carrera universitaria y otros siete lo hacen en terciarios. Esto implica que por cada millón de niños que ingresan a la escuela primaria, sólo alrededor de 40 mil jóvenes (el 4%) se gradúan en universidades u otros institutos de educación superior.
 
Entre los logros alcanzados por el gobierno de Fernando Lugo se destaca la universalización de la canasta de útiles escolares, la garantí­a de gratuidad de la educación media y el crecimiento de la infraestructura edilicia. La Organización de Trabajadores de la Educación del Paraguay (Otep) critica que el presupuesto para el área no llega al 4% del PIB y asegura que se ejecuta sólo entre un 60 y 70% cada año, mientras la precariedad de las escuelas crece.
 
El díéficit educativo tiene diferentes respuestas en la región. Tambiíén las tiene la pregunta por el valor que se le asigna a la educación. Pero hay un dato histórico insoslayable: la crisis económica capitalista. Y, como decí­a Martí­, la educación no puede divorciarse de su íépoca. Tal es el desafí­o actual de Amíérica Latina, cuando en Chile y Colombia resurge el movimiento estudiantil.

 
- Ignacio Dí­az. Desde Buenos Aires


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