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Autor Tema: El Protocolo de Kioto ha muerto, la Convención de Cambio Climático agoniza...  (Leído 150 veces)

OCIN

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Por...  Gerardo Honty


Algunos analistas han concluido que en la reciente cumbre gubernamental sobre cambio climático de Durban se logró mantener con vida el Protocolo de Kioto, ya que la mayorí­a de los paí­ses firmantes han decidido darse un segundo perí­odo de compromiso, y esto es al menos un logro.
 
Sin embargo hay varias razones para sostener que el Protocolo de Kioto ha muerto. La primera es la razón del artillero: su objetivo principal era reducir un 5% las emisiones de los paí­ses desarrollados y esto no se cumplirá. No solo no se cumplirá porque los firmantes no alcanzaron esa meta (cosa que se veí­a bastante probable), sino porque varios de las más importantes naciones no son parte, o abandonaron ese convenio. Estados Unidos, Rusia, Canadá y Japón ya no adhieren a ese protocolo y en ellos están más de la mitad de las emisiones que estaban comprometidas a ser reducidas.
 
Y esta es una segunda razón para decir que el Protocolo de Kioto ha muerto: es un acuerdo vinculante que ya no vincula. Uno de los temas centrales de las negociaciones sobre cambio climático, desde el encuentro de Bali (2007) hasta esta cumbre en Durban, habí­a sido la forma que adquirirí­a la “arquitectura legal” de un nuevo acuerdo para reducir las emisiones de gases con efecto invernadero. De hecho este tema es tan importante que se volvió la principal razón del retraso de 36 horas en la decisión de Durban.
 
Uno de los fuertes argumentos a favor de mantener el Protocolo de Kioto era que este era el único tratado “jurí­dicamente vinculante” que tení­amos. Pero lo que acaba de suceder en Sudáfrica muestra que incluso bajo las obligaciones de estos tratados, hay paí­ses que se pueden desvincular. ¿Quíé vida puede tener un tratado que no cumple su cometido y del que cualquiera se puede salir en cualquier momento sin castigo?
 
Lo que quizá podrí­a preguntarse ahora es si la muerte del Protocolo de Kioto no ha arrastrado consigo la muerte de la propia Convención Marco del Cambio Climático. Una de las razones por las que los paí­ses en desarrollo bregaban afanosamente por lograr un segundo perí­odo de compromiso del Protocolo es que este contiene un “cortafuego” que mantiene separados los compromisos de los paí­ses desarrollados y los de los en ví­as de desarrollo. Sin embargo esto es un espejismo: ese cortafuegos está en la Convención. Es el texto de la Convención el que dice que los paí­ses desarrollados tienen que reducir sus emisiones y los paí­ses en desarrollo tienen derecho a aumentarlas en virtud de su necesidad de desarrollo. Es la Convención la que divide a los paí­ses en Anexo 1 y no Anexo 1.
 
Ahora bien, ha quedado claro en Durban, por si no se habí­an percatado antes, que varios paí­ses desarrollados ya no aceptan esta tesis y que no entrarán en ningún acuerdo bajo estas condiciones. Pero tambiíén se ha hecho evidente que la división entre desarrollados y en ví­as de desarrollo ya no alcanza para dar cuenta de los posibles arreglos con equidad. Esto quedó muy claro en particular con la última discusión entre India por un lado, y China y Brasil por otro, en uno de los últimos trasnochados plenarios en Durban.
 
Y es evidente que destruido este “cortafuegos” buena parte de los contenidos más importantes de la Convención de Cambio Climático se derrumban. Vale la pena tambiíén recordar que uno de los objetivos principales de este acuerdo era que los paí­ses desarrollados redujeran sus emisiones del año 2000 a las que tení­an en 1990, extremo que, como puede comprobarse fácilmente, no se ha logrado.
 
En consecuencia podrí­a llegar a pensarse que en Durban no solo acabamos de enterrar el Protocolo de Kioto sino tambiíén comenzamos a cavar la fosa de la propia Convención.
 
No puedo resistir la tentación al final de este artí­culo de señalar la dolorosa paradoja que nos ha puesto el destino por delante. El próximo encuentro de los paí­ses participantes en este proceso (la COP 18), se celebrará en Catar, un paí­s “en desarrollo” cuyos ingresos dependen en un 85% de la venta de petróleo y gas y que tiene uno de los ingresos per cápita más grande del mundo: 80 mil dólares al año. ¿Es en esa próxima etapa donde debemos tener enfocadas nuestras esperanzas?


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...