A escasas 24 horas para que expire la fecha de pago del príéstamo de 4.900 millones que Sacyr Vallehermoso adeuda a un grupo de casi 40 bancos por su inversión en Repsol, la solución al problema sigue en el aire. Mientras la constructora busca un acuerdo de última hora con la china Sinopec y una empresa brasileña, los acreedores proponen una colocación acelerada de un 10% del capital de la petrolera, con lo que recuperarían unos 2.300 millones.
Al mismo tiempo, Repsol baraja la posibilidad de comprar a Sacyr ese paquete para quedárselo en autocartera, algo absolutamente inusual en una compañía que no ha movido su volumen de acciones propias desde hace más de tres años. En la actualidad no tiene ni un solo título, según la información remitida a sus accionistas en la pasada junta general, por lo que la adquisición de esa participación sería contra natura.
Por ese motivo, Antonio Brufau convocó en la mañana de este domingo al consejo de administración para una sesión extraordinaria que tuvo lugar por la noche. Debido a la rapidez del encuentro, varios consejeros solo pudieron asistir por videoconferencia. En esa cita, Brufau les pidió a sus colegas del órgano de gobierno un voto de confianza para resolver la situación generada por Sacyr. Pero su propuesta de adquirir un 10% no consiguió unanimidad.
El presidente de Repsol expuso la imposibilidad de la constructora de llegar a un acuerdo de refinanciación con la banca antes del este miíércoles ni de cerrar la venta de la mitad de su paquete a un inversor internacional, pese a las avanzadas negociaciones con Sinopec y una empresa brasileña. Sin embargo, la banca acreedora exigía un documento en firme que Sacyr no era capaz de poner encima de la mesa.
Así lo han confirmado fuentes próximas a las conversaciones, que en las últimas jornadas se han extendido hasta altas horas de la madrugada. En concreto, la reunión que comenzó el domingo finalizó a las cuatro de la mañana del lunes sin ningún tipo de acuerdo entre las partes. Las negociaciones se retomaron a la una del mediodía, sin que tampoco se alcanzara un punto de encuentro entre Sacyr y el denominado G-7, Santander, Bankia, Natixis, Críédit Agricole, Sociíétíé Gíéníérale, Citi e ING. A las 11 de anoche aún seguían buscando un punto de encuentro.
La diferencia fundamental está en cómo deshacerse de al menos la mitad del 20% de Repsol en manos de Sacyr. Manuel Manrique, ayudado por Juan Abelló y Demetrio Carceller, presidente y vicepresidentes, respectivamente, quiere agotar hasta el último minuto para minimizar las píérdidas que ocasionaría una venta de un 10% del grupo energíético a los precios actuales de mercado. Sacyr pagó en su día 26,7 euros por acción, 4,5 euros por encima del cambio en bolsa en estos momentos.
Pacto entre Brufau, Abelló y Carceller
Para facilitar una salida, Repsol contempla quedarse con ese 10% en autocartera y aparcarlo hasta que su principal accionista culmine la venta a un tercero. Adquirir un 10% supondría una inversión de 2.700 millones de euros, el beneficio de los dos últimos años, aunque la operación se haría con un descuento del 5%. Una desproporción que hizo que parte del consejo rechazase la opción. Sin embargo, no se vería con tan malos ojos que finalmente comprase un 5%.
Pero para llevarla a cabo, Brufau exige que se rompa previavemente el pacto por el que Sacyr sindicó su 20% con Pemex, dueña del 10% del capital. En el caso de que Manrique de ese paso, debería compensar a la empresa mexicana con una indemnización que la pondría al borde de la quiebra de igual manera. La compañía pública latinoamericana tiene derecho de compra preferente (artículo
, pero hasta el momento no le han ofrecido comprarlo.
La operación es tan insólita que fuentes de Repsol reconocían el pasado viernes que era “muy difícil de justificar†una compra de acciones propias por ese volumen para salvar los muebles de Sacyr a los precios actuales. “Si estuviera a 17 o 18 euros, podría explicarse que fuese una buena inversión para Repsol por su potencial de revalorización. Pero a 22 euros no es fácilâ€, admitían.
Otras fuentes señalan una transacción de este estilo podría incluso derivar en demandas por parte de inversores institucionales por un “mal uso de los recursos†de la compañía, que tiene una deuda consolidada de 11.041 millones de euros. Recientemente, Repsol emitió bonos por 850 millones para refinanciar una emisión que expiraba en febrero de 2012, por lo que sería una contradicción comprar un 10% a Sacyr mientras la empresa se endeuda. El grupo dispone una caja de 4.617 millones gracias a las ventas parciales de YPF, pero tiene un plan de inversiones de 32.000 millones.
Toda una maniobra que respondería al pacto alcanzado entre Brufua, Abelló y Carcerller consistente en que los dos accionistas de la constructora conseguirían cortar la cabeza de Luis del Rivero, mientras que Brufau se comprometía a encontrar un inversor para recomprar a Sacyr. Al fallar la segunda parte del plan, Repsol se ve obligado a salir al rescate del que hasta hace unos meses era su principal enemigo.
Si finalmente tampoco es posible usar la autorcartera, la banca quiere llevar a cabo una colocación acelerada por el 10% de Repsol, operación que podría ejecutarse con un descuento de entre el 5 y el 7%, según fuentes financieras. Varios bancos han sido sondeados para saber la disponibilidad para vender las acciones en mercado.