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Autor Tema: Paraguay: Los fondos píºblicos a la banca estatal...  (Leído 152 veces)

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Paraguay: Los fondos píºblicos a la banca estatal...
« en: Diciembre 20, 2011, 10:06:51 am »
Por...   Ví­ctor Pavón
 


De las diversas propuestas que casi a diario escuchamos a los polí­ticos para proteger el dinero del pueblo y mejorar las condiciones de vida de la gente existe una que emergió dí­as atrás y ya se encuentra en el congreso. El proyecto pretende que los recursos de las entidades públicas se depositen en el Banco Nacional de Fomento (estatal) de modo a que más gente acceda a críéditos más baratos y así­ evitar la intermediación meramente lucrativa de los bancos privados. Se necesita, dicen los propulsores de esta iniciativa, que el dinero vaya hacia la economí­a productiva y no hacia la financiera.

 La propuesta que proviene del partido pollí­tico Unace, sin embargo, resulta un discurso emocional cuyo propósito no es más que captar la adhesión ingenua de mucha gente. Es una muestra de un error que persiste por el desconocimiento de cómo funciona el mercado financiero. La propuesta de remitir los fondos públicos a la banca estatal no toma ni siquiera en cuenta de lo que ocurrió no hace mucho en el paí­s.

 La crisis bancaria que tuvimos en el Paraguay en 1995 probó que fue el propio Estado el que incentivó la debacle financiera de aquel momento. Mientras el propio Banco Central dejó que operaran “banqueros amigos” con poca experiencia y escaso capital, una rosca mafiosa financió sus propios negocios con el dinero de los ahorristas y hasta les dio el permiso para repartirse con los funcionarios del gobierno los fondos de la seguridad social (IPS) sobre la base de coimas y privilegios.

 En su momento ni el Banco Central ni las autoridades de turno fueron capaces de evitar el gran fraude que significó la crisis bancaria. Los “expertos” bancarios que todaví­a dictan cátedra siguen cometiendo al igual que muchos polí­ticos el mismo error. Consideran insignificante la relación entre la dirección empresarial y la propiedad. En un ambiente institucionalizado esto es clave porque solo así­ el propietario sabe que su mala o buena gestión tiene efectos sobre íél y no termina cargando sobre las espaldas de otros las píérdidas ocasionadas. De ahí­ que el bancario propietario de la empresa es el que mejor sabe cómo asignar los recursos debido a que obtiene beneficios y responde personalmente por las píérdidas. Por supuesto, mientras no exista intervención estatal.

 La calidad del bancario propietario es la mejor garantí­a para el uso del dinero del depositante, ya sea un privado o del mismo Estado. Pero la conducta prudente en el uso del dinero ajeno solo se da cuando confluyen la dirección empresarial y la propiedad. Por el contrario, esto no ocurre cuando un funcionario público tiene que realizar actividades de intermediación financiera.

 A este funcionario no le interesa cuidar su buen nombre, pues está acosado por los intereses polí­ticos que permean sus decisiones. En su análisis se sobrevalora las directivas del gobierno de turno y de ahí­ que la gestión del burócrata del gobierno que juega a bancario no es empresarial. Tiene este funcionario que cumplir una “función social”, indescifrable expresión que le impiden tomar decisiones de la empresa con eficiencia y racionalidad.

 Además, en cuanto se refiere a la propuesta concreta, nada impide que se realicen licitaciones para dar transparencia al proceso de transferencia de los fondos públicos. Esto no es difí­cil de hacer puesto que solo se requiere que el mismo congreso adhiera los fondos públicos al sistema licitatario de modo a que se compita por esos recursos. Si lo que se pretende es que los fondos públicos contribuyan al desarrollo del paí­s, pues nada mejor que la competencia decida por quiíénes serán sus administradores a menos que se acepte la cualidad de monopolio que está prohibida por la Constitución.

 Tambiíén llama la atención que todaví­a se crea que existe una separación entre la economí­a productiva y financiera, como si fuera que lo financiero no fuera tambiíén productivo. Esta separación entre lo productivo y lo financiero está fuera de toda realidad. De hecho, el mercado financiero tiene el rol de coordinar a los agentes económicos para que los consumidores accedan a los bienes que desean.

 El mercado financiero es la mejor herramienta de señal para los ahorristas de modo a que íéstos se decidan a depositar su dinero sabiendo de los riesgos que toma para luego verse beneficiado en el futuro por los intereses que le redituarán su abstención de consumo presente.

 A diferencia de lo que todaví­a muchos polí­ticos pretenden hacernos creer, el mercado financiero privado es sumamente productivo. El constante proceso de cooperación que se da entre ahorristas e inversionistas reditúa en beneficio de muchí­sima gente —entre los que se encuentran los menos pudientes— al menor costo posible.

 Los fondos públicos dirigidos nuevamente desde y por el Estado a travíés de la banca gubernamental es una invitación a la corrupción y la arbitrariedad en el uso de los recursos del pueblo, tal como ya sucedió en el paí­s. Separar la gestión de los negocios de la propiedad es sumamente peligrosa porque permite la injerencia estatal por parte de los polí­ticos en la administración de multimillonarias sumas de dinero que deben ser distribuidos bajo criterios de eficiencia y transparencia y no en base a parámetros de intereses partidarios en beneficio de las clientelas electorales meramente coyunturales.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...