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Autor Tema: Otro plan que no resuelve la crisis actual en Europa...  (Leído 212 veces)

OCIN

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Otro plan que no resuelve la crisis actual en Europa...
« en: Diciembre 27, 2011, 11:20:17 am »
Por...   Johan Norberg
 


Sabí­an exactamente lo que querí­an cuando vinieron a Bruselas.

La canciller de Alemania Angela Merkel querí­a prevenir la próxima crisis con la ayuda de reglas presupuestarias estrictas. El presidente francíés Nicolas Sarkozy querí­a permitir la próxima crisis asegurando príéstamos sinsentido. Sin embargo, cerca de la actual crisis que está desgarrando a Europa ninguno de los dos tuvo algo que decir.
 
Una vez más, los lí­deres de la Unión Europea (UE) una vez más han aportado un grandioso y tibio fiasco —por segunda vez en seis semanas.
 
En la cumbre anterior, que tambiíén fue considerada como “la última oportunidad” para salvar al euro, se tomaron tres medidas: Grecia obtuvo una reducción de su deuda; los bancos podrí­an fortalecerse con capital nuevo; y la UE aumentarí­a el fondo de emergencia para respaldar a los paí­ses en problemas atrayendo otros inversionistas, incluyendo a China. Las tres medidas fracasaron o empeoraron la crisis.
 
Así­ que a principios de este mes una vez más tuvimos “la última oportunidad” para rescatar al euro y a Europa. Realmente pudieron haber hecho las cosas bien esta vez. Grecia podrí­a haber sido declarada en bancarrota y recibido una verdadera condonación de su deuda que hubiese posibilitado un nuevo inicio. Al mismo tiempo, paí­ses como Italia y España podrí­an haber desarrollado planes claros, sustanciales y de largo plazo para poner sus presupuestos en orden de tal manera que los inversionistas estuviesen seguros de que estos paí­ses podrí­an pagar sus deudas. Tal vez eso hubiera convencido al resto del mundo de que puede ser lucrativo invertir en esos paí­ses.

Los planes deberí­an haberse enfocado no tanto en los inmediatos recortes de gasto y aumentos de impuestos, los cuales podrí­an socavar el crecimiento todaví­a más durante una recesión, y más en aumentar la edad de jubilación y eliminar las casi medievales regulaciones que obstaculizan el crecimiento económico. Además, la UE podrí­a haber tomado pasos hacia un libre comercio en servicios, lo cual hubiese sido crucial para recuperar el dinamismo económico. Sin crecimiento, las obligaciones actuales pronto se volverán completamente inmanejables e incluso Italia y España acabarán deslizándose hacia la bancarrota. 

Sin embargo, paí­ses como Francia y Alemania han preparado un plan para rescatar al sistema financiero que está basado en el principio de que los propietarios y ejecutivos de los bancos mal manejados perderán y el Estado simplemente proveerá capital a cambio de propiedad y dividendos en el futuro. Pero en la cumbre de la UE del 8 y 9 de diciembre, la gente hablaba de cualquier cosa menos de este plan. El enfoque estaba en limar las contradicciones entre la posición alemana y la francesa —se podrí­a decir entre aquella de ahorrar y aquella de gastar.
 
Francia fue capaz de remover el requisito de que los bancos sean responsables de algunas de sus píérdidas si sus príéstamos a los gobiernos no podí­an ser cancelados. Al mismo tiempo, una vez más ellos expresaron que los fondos de rescate serí­an aumentados para que sea posible enviarle más dinero a las economí­as mal administradas.
 
En cambio, Alemania logró que se restauren los lí­mites al endeudamiento y a los díéficits presupuestarios del viejo pacto de estabilidad. Las sanciones en contra de los paí­ses que los violen deberí­an ser aplicadas de manera más automática esta vez, pero todaví­a pueden ser eludidas si suficientes paí­ses prefieren que así­ sea.
 
El íéxito francíés encantará a aquellos que piensan que el gran problema con la crisis de la deuda es que la deuda es demasiado pequeña.
 
El error más grande del proyecto europeo es la idea de que los bancos nunca tuvieron que tener cuidado con sus príéstamos porque si los hogares se endeudaban tanto que los bancos se volví­an insolventes los estados los rescatarí­an. Y si lo estados prestaban tanto que se volví­an insolventes, Alemania los rescatarí­a. Nunca se lo dijo francamente, al contrario, dijeron que nunca ocurrirí­a, pero el comportamiento del banco central y de los polí­ticos revela que esa siempre fue la idea. Por eso es que los bancos europeos prestaron 750.000 millones de euros —una cantidad que triplica el PIB de Suecia— a los cinco estados con las peores crisis económicas sin hacer preguntas.
 
Ahora, Francia ha decidido que esta garantí­a implí­cita deberí­a volverse explí­cita. Ahora, cuando los bancos presten irresponsablemente, sin esperanza alguna de recuperar su dinero, ya no será un descuido si no su intención. Si obtienen ganancias, se las quedarán y si pierden dinero, le podrán transferir esas píérdidas a los contribuyentes. Esta es la manera de tomar una crisis aguda y convertirla en algo permanente. Pero a cambio de esto, Alemania ha logrado que se adopten reglas de presupuesto más estrictas, lo cual significa que los gobiernos deben someter su presupuesto a la Comisión Europea o alguna institución europea nueva para obtener una luz verde.
 
Es como darle a un hijo adolescente whisky y las llaves del carro, mientras que la mamá y el papá Merkozy lo siguen a todas partes para estar seguros de que no beba ni maneje. Es un sueño súper-burocratizado.

Podrí­an haber permitido que los paí­ses actúen libremente con el requisito de que encuentren sus propios recursos para hacerlo. En cambio, están nadando en el dinero de otros, pero se les previene abusar de este mediante un sistema europeo burocrático de supervisión, cuya efectividad no ha sido demostrada y que tiene poca legitimidad democrática.
 
Francia y Alemania tambiíén han dicho que esto es solo el primer paso hacia la coordinación de las polí­ticas tributaria y laboral, así­ como tambiíén de todo el marco regulatorio de Europa. Esto es nada más y nada menos que la preparación para la unión polí­tica y fiscal que muchos siempre creyeron que la unión monetaria implicaba.
 
Es una unión que las personas repetidas veces han demostrado que no quieren y en contra de la cual han votado cada vez que se les ha dado la oportunidad —pero una que los burócratas en Bruselas han dicho igual de frecuentemente que todaví­a pretenden crear.
 
“Estoy seguro de que el euro nos obligará a crear una nueva serie de herramientas de polí­ticas públicas”, dijo el presidente de la Comisión Europea Romano Prodi al Financial Times en 2001. “Es polí­ticamente imposible proponerlo ahora. Pero algún dí­a habrá una crisis y en ese momento crearemos las herramientas”, agregó.
 
Ahora estamos ahí­. La crisis esperada se ha vuelto una realidad.
 
En cambio de resolver nuestra crisis, Paris, Berlí­n y Bruselas están aprovechando la oportunidad para rehacer a Europa de tal manera que sea tan polí­ticamente impopular que se requiera una crisis para que todos se alineen.
 
Sin importar cuán indignados puedan estar todos acerca del veto de David Cameron a este proyecto, siempre fue absurdo imaginarse que Gran Bretaña aceptarí­a una solución que involucre instituciones de la UE y una distorsión y fortalecimiento de estas.
 
Deberí­a ser igual de inconcebible que Suecia sea parte de esto.
 
Merkel y Sarkozy han fracasado en rescatar al euro. Su Plan B parece ser dividir a la Unión Europea.


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 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...