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Autor Tema: En el año del dragón...  (Leído 200 veces)

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En el año del dragón...
« en: Enero 12, 2012, 07:05:24 pm »
Por...  Bernardo Corro Barrientos


El Centro de Investigaciones en Economí­a y Negocios (CEBR), un instituto de análisis económicos con sede en Londres, informó el 27 de diciembre pasado que Brasil ocupa desde ahora el sexto lugar entre las mayores economí­as del mundo. Antes de Brasil se encuentran Estados Unidos, China, Japón, Alemania y Francia. Brasil fue el segundo paí­s “emergente”, despuíés de China, en colocarse entre las grandes potencias capitalistas. Se estima que dentro de cuatro a cinco años Francia será tambiíén superada, y luego seguramente otros.
 
Este anuncio revela varios significados para una economí­a atrasada como la boliviana. El primero es que el paí­s comparte con Brasil una frontera extraordinariamente larga. Este simple hecho deberí­a determinar la existencia desde hace muchas díécadas de múltiples relaciones comerciales entre ambos paí­ses, pero lo sorprendente es que existen pocas. Nuestras relaciones con el gigante vecino están concentradas sobre todo en las exportaciones de gas natural, es decir, en un sector atrasado de simple extracción de materia prima. Las exportaciones de gas si bien generan ingresos para el Estado no generan directamente empleos ni ingresos crecientes para la mayorí­a de la población ni dinamizan endógenamente la innovación tecnológica de los diversos sectores productivos. De todos modos, si no existieran por lo menos esas exportaciones, no existirí­an relaciones comerciales de alguna significación con el vecino. De esta magnitud es el drama de la economí­a boliviana.
 
El segundo significado es que mientras Brasil adoptó desde hace díécadas un modelo económico basado en el desarrollo diversificado y equilibrado de sus diferentes sectores y ramas productivas como la agricultura, la agroindustria y la industria pequeña y mediana (Mypes y Pymes), Bolivia sigue empantanada desde principios del siglo XX, más de cien años, en un modelo basado en la extracción de recursos minerales primero e hidrocarburí­feros despuíés, en simbiosis con un pequeño sector empresarial monopólico atrasado y dependiente del sector extractivo y estatal (como la industria alimentaria y los importadores legales e ilegales de bienes de consumo) y no interesado en la expansión empresarial e industrial de las Pymes y Mypes. Con cada nueva gestión gubernamental y con cada nuevo modelo económico “revolucionario o conservador”, “estatista burocrático o neoliberal”, la economí­a boliviana preserva su “estructura económica fundamental” y su dependencia interna y externa de los recursos naturales. Esta estructura fundamental subdesarrollada tiene entre sus efectos directos el mantener en el atraso y en la baja productividad a los diferentes sectores productivos y en particular a las empresas medias y chicas agrí­colas, agroindustriales, ganaderas y a las ramas industriales y de servicios, es decir, al “mercado interno”.
 
El tercer significado es que Brasil, en base a su modelo diversificado, logró intensificar en estas últimas díécadas sus relaciones comerciales con diversos paí­ses, en particular con los paí­ses de la Cuenca del Pací­fico y sobre todo con la China. El futuro de Brasil depende ahora de una mayor integración con el gigantesco mercado de la China en particular. Bolivia, prisionera de Chile por el enclaustramiento geográfico y por el carácter de su estructura económica fundamental, no pudo ampliar y diversificar sus relaciones comerciales ni con otros paí­ses ni con los paí­ses de la Cuenca del Pací­fico.
La China ingresa este 2012 al emblemático “año del dragón” según su horóscopo tradicional, es decir, al año de la “salud y de la exuberancia”. El fuerte desarrollo capitalista de China si bien tiene una gran importancia para la economí­a brasileña, tambiíén la tiene, indirectamente, para Bolivia. Para continuar con su desarrollo relacionado con la Cuenca del Pací­fico Brasil requiere mejorar su sistema de transporte con los paí­ses vecinos que le permitan un acceso al ocíéano Pací­fico. Paí­ses como Bolivia y Perú próximos al Pací­fico y que comparten amplias fronteras con Brasil juegan un papel de primer plano para la geoestrategia regional e internacional de íéste último. Bolivia y Perú, paí­ses sin estrategias sólidas de desarrollo interno durante muchas díécadas, insertados anteriormente en dinámicas extractivistas extravertidas de recursos naturales y orientadas hacia Europa occidental y Estados Unidos, se ven ahora atraí­dos (Bolivia) o inmersos (Perú) en nuevos flujos internacionales.
 
En este “año del dragón” Bolivia y Perú deben tomar grandes decisiones económicas para su futuro. Perú ya dio los pasos iniciales desde hace dos díécadas al estimular el desarrollo de su sector empresarial industrial y agropecuario pequeño y mediano, es decir, a su “mercado interno” productor. Este mercado interno se encuentra en proceso de expansión y el creciente escenario de la China y de la Cuenca del Pací­fico le plantean un horizonte adicional promisorio.
 
Bolivia se encuentra por el contrario cada vez más rezagada. En lugar de impulsar el desarrollo y la diversificación de sus sectores empresariales medios y chicos de los sectores industrial, agropecuario, agroindustrial y de servicios, Bolivia desde hace muchas díécadas, a travíés de los diferentes modelos y gestiones gubernamentales, se dedica a fortalecer “en prioridad” su estructura económica fundamental, es decir, su sector extractivo estatal y su sector privado monopólico dependiente.
 
Esta “priorización” se ha intensificado en estos últimos años. Tanto el sector burocrático estatal como el sector privado monopólico de las áreas manufacturera (alimentos y bebidas) y comercial importador (alimentos y bienes de consumo), estrechamente dependientes del sector extractivo ya sea privado o estatal, no alientan el desarrollo de las Pymes y Mypes, unidades de mayor diversificación productiva (es el “mercado interno”), ni mucho menos la inversión en las ramas productoras de mayor potencial de desarrollo (metalmecánica, herramientas,…). La ampliación de la estructura económica fundamental, constituye en realidad la fórmula para profundizar el atraso secular y el subdesarrollo económico y social permanente.
 
Si se mantiene esta estructura Bolivia solo podrí­a jugar un papel subordinado y subdesarrollado, como es tradición, en la nueva coyuntura internacional. En este caso, Bolivia podrí­a jugar solo el papel de productor de materias primas minerales, hidrocarburí­feras y generador de electricidad (para Brasil), así­ como ví­a de tránsito para el transporte por carreteras para las mercancí­as producidas e importadas por Brasil.
 
- Bernardo Corro Barrientos es doctor en Economí­a.


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