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Autor Tema: Caixa Bankia o por quíé nunca 1+1 suman 2  (Leído 183 veces)

Eguzki

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Caixa Bankia o por quíé nunca 1+1 suman 2
« en: Enero 19, 2012, 07:20:16 am »
Fainíé enfrí­a una fusión que levanta dudas sociopolí­ticas y financieras.
El sector financiero se ha convertido en un hervidero. Se habla de boda y los prometidos no son otros que CaixaBank y Bankia. Las dos grandes cajas del paí­s, los dos referentes del vapuleado sector de ahorro. Uno de los implicados se ocupó ayer de disipar rumores. Isidro Fainíé, presidente de La Caixa, sostuvo taxativo en un acto en Barcelona que "no existe ninguna negociación con Bankia ni ningún equipo de trabajo". Pero la comidilla está en la calle.

El matrimonio de CaixaBank y Bankia serí­a fruto de la conveniencia. El Gobierno achucha con una polí­tica de dotaciones más dura para acelerar la limpieza de balances y al grupo madrileño le faltarí­a mucho resuello para cumplir esas exigencias. Ahí­ es donde aparece su presunto pretendiente catalán.

El carácter ambicioso del enlace hace que muchos banqueros y analistas lo miren con serio escepticismo. Son demasiados los obstáculos que toca salvar y las ventajas que reportarí­a esta unión no resultan tan evidentes.

Un puñado de cifras da prueba de la magnitud del enlace. CaixaBank suma activos por 267.541 millones de euros, 5.192 oficinas y 27.339 empleados. Bankia tiene a su vez un balance de 303.190 millones, 3.362 establecimientos y 21.472 trabajadores. Semejantes dimensiones quedan lejos de arrojar los ratios de eficiencia más ejemplares. Con datos a junio, la eficiencia de Bankia era del 62,7% y la de CaixaBank, que posee la mayor red de oficinas de España, del 45,7%. Y en tíérminos de ingresos por empleado y oficina, los ratios de las dos cajas son un 20% peores que los de los grandes bancos, lo que evidencia que tienen deberes por hacer por separado.

En España se han dado en el pasado grandes uniones. Ahí­ están las de Santander con Central Hispano (BCH) y la de BBV con Argentaria. Pero en aquellas ocasiones no habí­a crisis económica, ni tampoco un paro del 21%, verdadero lastre para el conjunto del sector financiero español.

En el plano económico, las expectativas no son siempre halagí¼eñas. Es cierto que se podrí­a acometer el requerido saneamiento de balance. De hecho, CaixaBank es el grupo español que afronta de forma más holgada las exigencias de capital que ha impuesto la Autoridad Bancaria Europea (ABE). Pero otra cosa es el negocio. Aunque la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) fuera benevolente, las desinversiones estarí­an a la orden del dí­a por el exceso de capacidad instalada, con los consiguientes ajustes de plantilla. Y en cuestión de cuota de mercado a futuro, la experiencia de los grandes bancos es desalentadora. "Ni Santander ni BBVA disfrutan hoy del peso agregado en España que detentaban sus entidades precedentes", recuerda un analista.

Rivalidad histórica

Otra traba que salta a la vista es la sociopolí­tica. Barcelona y Madrid se miran con suspicacia y este recelo se plasma hoy bajo la forma de unos sentimientos españolista y catalanista -edulcorados y concentrados en el ámbito futbolí­stico- y de los que PP y CiU son claros exponentes. Estas dos fuerzas polí­ticas son, respectivamente, los referentes de poder en Bankia y CaixaBank. Y hay que recordar que una fusión de cajas no es un diálogo que se rige solo por el dinero, sino que tambiíén intervienen otros intereses.

En todo caso, ambos grupos se verí­an obligados a justificar la racionalidad económica de la operación tras su salida a Bolsa del pasado año. La lectura que los mercados internacionales hagan de una fusión entre CaixaBank y Bankia serí­a crucial. Cualquier atisbo de ayuda pública, aunque fuera bajo la forma de avales, podrí­a impactar en la prima de riesgo de España. ¿Ayudarí­a Europa? El ministro de Exteriores, Josíé Manuel Garcí­a-Margallo, descartaba ayer que se haya pedido apoyo al fondo de rescate europeo para encarrilar la operación.

El alineamiento de voluntades constituirí­a otro escollo. Fuentes financieras apuntan que, por un lado, el presidente Isidro Fainíé podrí­a coronar con una fusión su carrera profesional (cumple 70 años este año) y elevar a CaixaBank a la categorí­a de lí­der indiscutible de la banca en el paí­s. Juan Marí­a Nin, consejero delegado, preferirí­a profundizar en la expansión internacional. Las derivadas personales se complican al incluir en la ecuación a los primeros espadas de Bankia: el presidente, Rodrigo Rato, y su consejero delegado, Francisco Verdú.

Primer ejecutivo solo puede haber uno y aquí­, de nuevo, la experiencia da idea de lo efí­mera que es la convivencia. Hace una díécada que Emilio Botí­n dejó de estar acompañado en Santander por Josíé Marí­a Amusátegui y íngel Corcóstegui. Tampoco Francisco González departe en BBVA con Emilio Ybarra.

Y si tantas trabas polí­ticas, sociales, económicas y personales afronta la fusión de CaixaBank con Bankia, ¿por quíé no buscar a un inversor extranjero?

Por principio, a muchos Gobiernos no les gusta que haya bancos de referencia bajo control foráneo. Y traspasar el control de Bankia implica ceder poder en cotizadas españolas de peso (IAG, Iberdrola, Mapfre e Indra). Bajo una óptica más liberal esa llegada de capital serí­a buena. "No estamos para rechazar el dinero de nadie", se lamenta un analista.

Pero es que tampoco sobra el interíés foráneo. Como señala Michael Lafferty, un veterano consultor financiero, "los bancos europeos tienen sus propios problemas de capital y tampoco percibo ningún interíés por las entidades españolas por parte de firmas asiáticas. Dicho esto, los grandes grupos brasileños echarán un vistazo sin lugar a dudas a las oportunidades que surjan. Tal vez es hora de una invasión financiera a la inversa".