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Autor Tema: ¿Una economí­a creativa?...  (Leído 510 veces)

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¿Una economí­a creativa?...
« en: Enero 22, 2012, 12:48:41 pm »
Por...  Marí­a Cristina Rosas


La palabra crear procede del latí­n creare y significa dar nacimiento a algo que no existí­a, o bien engendrar, inventar, fundar y/o establecer. Por lo tanto, es inherente a la creatividad la invención y la capacidad de innovación. A lo largo de la historia, la creatividad ha contribuido al progreso social. ¿Quiíén no recuerda a Benjamí­n Franklin, creador de los anteojos bifocales, la armónica de vidrio, el catíéter urinario, y el pararrayos, entre muchos otros inventos? Franklin decí­a, a propósito de la creatividad y la capacidad para innovar de las personas “a medida que disfrutamos del progreso gracias a los inventos de los demás, deberí­amos estar agradecidos por la oportunidad de servir a otros con algún invento nuestro; y esto deberí­a hacerse con libertad y generosidad”.1
 
Otro genial inventor, Thomas Alva Edison, quien registrara unas mil 093 patentes a lo largo de su vida, creó el fonógrafo, la cámara cinematográfica, la bombilla elíéctrica, etcíétera. A Edison se le atribuye la conocida frase de que “un genio es 1 por ciento de inspiración y 99 por ciento de transpiración”. De manera más reciente, Steve Jobs quien registró 323 patentes, incluyendo diversos dispositivos/gadgets, perifíéricos, accesorios, míétodos de empaque y embalaje, etcíétera,2 se cuenta que hacia 2006 comentó: “pienso que si haces algo que resulta ser muy bueno, entonces deberí­as hacer algo [todaví­a] más maravilloso, no quedarte con aquello por mucho tiempo. Sólo vislumbra lo que sigue”.3
 
Sin embargo es un buen momento para señalar que la creatividad es distinta de la innovación: la primera es resultado de la iniciativa individual y es sumamente subjetiva, en tanto la segunda es el resultado del trabajo colectivo, de grupo, y es objetiva. En el mundo real, la creatividad y la innovación van de la mano. Pero, en cualquier caso, los personajes referidos, que curiosamente tienen en común el haber sido ciudadanos estadounidenses –sin que con ello se pretenda inferir que los grandes inventores en la historia de la humanidad son oriundos exclusivamente de la Unión Americana-, son un ejemplo muy concreto de lo que John Howkins considera como la base de la economí­a creativa.
 
¿Quíé es una economí­a creativa?
 
El concepto de economí­a creativa fue introducido justamente en 2001 por Howkins -periodista y consultor de más de 30 gobiernos en el mundo- es decir, hace tan sólo diez años. Una economí­a creativa al decir de Howkins en una entrevista concedida a la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) “es una (…) en la que las ideas son los principales aportes y los principales resultados. [Dice] tambiíén [que] es una economí­a en la que la gente dedica la mayor parte de su tiempo a generar ideas. Es una economí­a o sociedad en la que la gente se preocupa y reflexiona sobre su capacidad de generar ideas, en la que no se limita a ir a la oficina de 9 a 5 para hacer un trabajo rutinario y repetitivo, como se lleva haciendo desde hace años, ya sea en el campo o en las fábricas. Es una economí­a en la que la gente, allá donde se encuentre, hablando con los amigos, tomando una copa, al despertarse a las cuatro de la mañana, piensa que puede tener una idea que funcione de verdad, y no sólo una idea por el mero placer esotíérico, antes bien, el motor de su carrera, condición e identidad. [Así­] por “economí­a creativa” se entienden las operaciones que generan los productos creativos (resultantes). Cada operación puede comportar dos valores complementarios: el valor de la propiedad intelectual intangible y el valor de la plataforma fí­sica (de haberla). En algunos sectores, como el de los programas informáticos digitales, es mayor el valor de la propiedad intelectual. En otros, como las artes, el valor unitario del objeto fí­sico es más elevado”.4
 
A Howkins no le gustan conceptos como el de “sociedad de la información” ni “sociedad del conocimiento” puesto que, en el primer caso, el concepto de “información” generalmente es empleado para generar ideas pero en modo alguno lo abarca todo, en tanto que el conocimiento para Howkins ha recibido un tratamiento muy acadíémico, en esencia para referirse a algo externo a las sociedades y las personas. Howkins es muy claro al insistir en que la creatividad es algo que reside en los individuos, en las personas.5
 
Howkins se refiere a un modelo de producción basado, aunque parezca redundante, en la creatividad, esto es, con propuestas más allá de los patrones establecidos. El autor explora en esta noción, el ví­nculo entre economí­a y creatividad. “Para utilizar la creatividad hay que determinar, ante todo, el mejor momento de explotar la naturaleza no rival de las ideas y, en segundo lugar, el momento idóneo para hacer valer los derechos de propiedad intelectual, e introducir las ideas en el mercado de la competencia entre productos. Las dos decisiones son el punto central del proceso de gestión en ese ámbito”.6
 
Los componentes de la economí­a creativa
 
La economí­a creativa opera de manera distinta a la economí­a industrial tradicional. En esta se observa un comportamiento rí­gido y jerárquico claramente delimitado en las fases de origen, producción, distribución y consumo (víéase el gráfico 1). En contraste, en la economí­a creativa hay mayor flexibilidad, en particular en las fases de origen, distribución y consumo. Lo que es más, como se ve, en el gráfico 2, destaca una mayor integración entre origen y producción.
 
Howkins incluye en el concepto de economí­a creativa a 15 industrias que van desde las artes hasta los amplios campos de la ciencia y la tecnologí­a. Dichas industrias, tecnologí­as y/o ciencias incluyen:
1. Arte –por ejemplo, la pintura.
2. Artesaní­a.
3. Diseño.
4. Moda.
5. Cine.
6. Música.
7. Artes escíénicas –teatro, ópera, danza y ballet.
8. Edición y publicaciones –libros y revistas.
9. Investigación y desarrollo.
10. Programas de cómputo.
11. Juguetes y juegos –excluyendo los video juegos.
12. Televisión y radio.
13. Video juegos.
14. Arquitectura.
15. Publicidad.
Gráfico 1

 
La economí­a industrial tradicional
 
¿Quíé tienen en común las industrias referidas? Primero, que la creatividad es su materia prima y segundo, que dicha creatividad es el producto económico más valioso que generan.7 Es decir que para que se pueda hablar de economí­a creativa es necesario que se trate de un bien o un servicio derivado de la creatividad y que tenga un valor económico. Howkins reconoce, sin embargo, las dificultades para cuantificar el valor económico de la creatividad, por lo que se tienen solamente algunas estimaciones. Así­, según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), que publica de manera bianual desde 2008 un informe sobre economí­as creativas, las exportaciones mundiales de bienes y servicios creativos a nivel mundial se duplicaron entre 2002 y 2008, llegando a 592 mil millones de dólares en ese último año, teniendo una tasa de crecimiento del orden del 14 por ciento anual.
 
Gráfico 2
 
 
La economí­a creativa
 
Una buena noticia es que todo parece indicar que la economí­a creativa es positiva para los paí­ses en desarrollo, los que en las ramas tradicionales de la economí­a siempre experimentan muchos problemas para acceder a los mercados internacionales. En el caso de la economí­a creativa, los paí­ses en desarrollo realizaron exportaciones de bienes y servicios por un monto de alrededor de 176 mil millones de dólares, lo que equivale al 43%del comercio total de las industrias creativas en el mundo en 2008. Esto contrasta con la severa contracción que experimentó el comercio mundial que fue de un 12%en el mismo año. De ahí­ que se considere que la economí­a creativa puede ser una opción de crecimiento e inclusive, de reducción de la pobreza para los paí­ses en desarrollo en medio de la crisis económica internacional imperante.8
 
Sumado a lo anterior se observa un intenso comercio Sur-Sur en bienes y servicios creativos, el cual ascendió, entre 2002 y 2008, a 60 mil millones de dólares tan sólo en el comercio de bienes, en tanto que en el rubro de los servicios la cifra fue de 21 mil millones de dólares en el último año, monto que triplica al registrado en 2002.9
 
Algo que llama poderosamente la atención es que se considera que la economí­a creativa es capaz de eclipsar a la economí­a del conocimiento en el momento actual. Howkins señala que “para utilizar la creatividad hay que definir, ante todo, el mejor momento de explotar la naturaleza no rival de las ideas y, en segundo lugar, el momento idóneo para hacer valer los derechos de propiedad intelectual, e introducir las ideas en el mercado de la competencia entre productos. Las dos decisiones son el punto central del proceso de gestión en ese ámbito.”10
 
Es importante destacar cómo ha evolucionado el concepto de economí­a creativa, dado que mientras que Howkins pareciera enfocarse en las experiencias individuales y aisladas, la UNCTAD y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) tienden a mirar a las polí­ticas públicas y a las acciones que se pueden emprender por parte de los gobiernos, a favor de las economí­as creativas en el seno de las sociedades.
 
Así­, cuando Howkins inicia su interesante propuesta conceptual, analiza las experiencias e iniciativas de personas que, según íél, se atrevieron a incursionar en esferas en las que otros no quisieron –o no tuvieron la visión. Hay una larga lista de nombres que íél cita y que hoy gozan de fama mundial, que no sólo han logrado generar una enorme fortuna personal, sino que han modificado los hábitos de consumo y la manera en que los miembros de las sociedades interactúan a travíés de las innovaciones e inventos por ellos desarrollados sobre la base de la creatividad, por ejemplo William Gates, Mark Zuckerberg, el ya citado Steve Jobs, Larry Page, Sean Parker, etcíétera. En contraste, la UNCTAD y el PNUD señalan que “una mezcla de polí­ticas públicas y decisiones estratíégicas son esenciales para impulsar el potencial socio-económico de la economí­a creativa buscando beneficios para el desarrollo. Para los paí­ses en desarrollo el punto de partida es fortalecer las capacidades creativas e identificar sectores creativos con mayor potencial a travíés de polí­ticas transversales articuladas”.11
 
No es que a Howkins no le importe el tema de cómo la economí­a creativa puede incidir en el desarrollo de las naciones. De hecho, íél señala que desafortunadamente se está creando una suerte de brecha de creatividad –creative divide– debido a que inclusive los paí­ses en desarrollo que han logrado incursionar con íéxito en la economí­a creativa, se ven “invadidos” tarde o temprano por las naciones desarrolladas, quienes toman el control de los productos y servicios generados por los primeros. “[Los paí­ses en desarrollo] tienen tremendas fortalezas en culturas y artes íétnicas y nacionales y quieren empujarlas y promoverlas por razones de orgullo nacional y para obtener beneficios económicos. No es sencillo. Carecen de capacidades empresariales, no están familiarizados con el derecho ni las finanzas, ni con los polí­ticos requeridos. En cuanto establecen sus propios sectores (investigación y desarrollo en India; la industria del cine en Tailandia; los video juegos en Corea del Sur), el próspero Occidente va más allá o simplemente toma el control. En 1996 Brasil era el sexto mercado musical a nivel mundial; hacia 2004 habí­a descendido al 12º lugar. Al igual que con la brecha digital, estamos presenciando ahora una brecha creativa, no en la gente que desea ser creativa sino en su capacidad para expresar su creatividad en productos comerciales”.12 Howkins tiene razón, aunque no queda del todo claro cómo se podrí­a revertir esta lamentable situación.
 
Los derechos de propiedad intelectual
 
Howkins es muy claro cuando explica la relación que existe entre la economí­a creativa y los derechos de propiedad intelectual. “La gente necesita ganarse la vida con sus ideas, por lo que precisa que se les otorgue ciertos derechos exclusivos sobre las mismas. Y para eso tenemos el derecho de autor, las patentes, las marcas y otros sistemas de protección de derechos exclusivos. Es uno de los medios para ello y en algunos sectores es el principal medio de hacerlo. En otros sectores no es el principal pero no deja de tener importancia. ¿Cómo enfocar la cuestión? A ese respecto, yo dirí­a que, de la misma manera que la gente que genera ideas se ha beneficiado para ello del acceso a ideas de todo el mundo, cuando concedamos derechos exclusivos, se trate de derecho de autor o de una patente, o del registro de una marca, esos instrumentos todos ellos diferentes, debemos hacerlo de modo que velemos por un equilibrio adecuado entre el derecho de los individuos a responder a unas y otras necesidades y la justificación de ganar dinero; y si con sus ideas consiguen algo extraordinario, pues que ganen muchí­simo dinero. Yo no tengo nada en contra de que la gente gane muchí­simo dinero, ni de que otros tengan acceso a una obra o idea. Creo que allí­ es donde reside hoy el problema, lo que hoy está sobre el tapete en la reunión (…) de la OMPI y en otras instancias de debate. Todaví­a no hemos dado con una solución al problema; todaví­a hay quien piensa incluso que no existe tal problema. En la compañí­a cinematográfica que dirijo, todos los activos están protegidos por derecho de autor y tenemos que hacerlo valer, sobre eso no hay duda alguna. Quien escribe canciones, escribe novelas, tiene ideas, crea logotipos o marcas necesita protección: no puede ponerse eso en duda. Y a medida que nos vayamos encaminando hacia una economí­a cuyos pilares sean las ideas, más necesario será velar por que los que generen esas ideas vivan bien. En caso contrario, irí­amos por mal camino”.13
 
Sin embargo, los individuos per se difí­cilmente pueden ser garantes de los derechos de propiedad intelectual. Es claro que la razón de ser de los sistemas de propiedad intelectual radica esencialmente en estimular la creatividad de artistas locales, empresa u otros, y apoyar la transformación de esta actividad en productos que lleguen a los mercados, sean locales o globales. El apoyo de los creadores y empresarios a nivel interno que participan en la producción, comercialización, difusión y/o distribución de bienes y/o servicios creativos constituye un paso a favor de la vitalidad cultural y de la prosperidad económica. Empero son los Estados y organismos internacionales como la OMPI quienes están en condiciones de proveer los instrumentos e insumos requeridos por las economí­as creativas. Es justamente la OMPI la institución que cuenta con una de las propuestas más acabadas en torno a la división de las industrias creativas a partir del grado de uso del copyright. Así­, existen las industrias “centrales” o “clave” que producen y distribuyen trabajos sujetos a protección de copyright y derechos adicionales como las pelí­culas y la industria del video, la música, las artes escíénicas, las editoriales, los programas de cómputo y bases de datos, la televisión y la radio, la publicidad, y las artes visuales y gráficas, incluyendo la fotografí­a.14
 
El segundo grupo se integra por las llamadas industrias interdependientes entre las que figuran las que producen, manufacturan y/o venden el equipo necesario para la creación o empleo de trabajos o de otros productos protegidos. En el ramo de las industrias interdependientes se incluye a actividades como la producción de aparatos de televisión, reproductores de discos compactos y DVDs, equipo para juegos electrónicos, computadoras, instrumentos musicales, papel, fotocopias, e instrumentos fotográficos y cinematográficos, entre otros.15
 
El tercer grupo, denominado el de las industrias parciales, incluye a aquellas en donde una porción de las actividades se relaciona con trabajos y otros materiales protegidos. Aquí­ generalmente se incluye a las industrias del vestido, la arquitectura, calzado deportivo, diseñadores de interiores, muebles, cristal, porcelana, joyerí­a, artesaní­as, papel tapiz, alfombras, juguetes y museos. Finalmente, el cuarto grupo es el de las industrias no dedicadas, en las que parte de las actividades se aboca a la comunicación, transmisión, difusión o ventas de productos/servicios y cuyas actividades no están contempladas en las industrias “centrales” o “clave.”16
 
En materia de propiedad intelectual, sin embargo, los paí­ses en desarrollo
se encuentran en desventaja, no sólo por carecer de las normas o de la capacidad para aplicarlas, sino porque, como se explicaba lí­neas arriba, pierden cotidianamente a sus talentos a travíés de la “fuga de cerebros” y en casos más dramáticos, son motivo de saqueo por parte de las naciones más desarrolladas, por ejemplo, cuando íéstas registran como propio hasta el conocimiento más tradicional de esas latitudes.
 
Los expertos reconocen que proteger los derechos de propiedad intelectual en las industrias creativas es muy difí­cil, y los perjudicados incluyen a gobiernos, artistas, creadores, analistas, y agencias por igual. Un problema en particular es la lentitud con la que progresan las legislaciones vis-í -vis los cambios tecnológicos. “El ritmo creciente del cambio tecnológico ha creado un desencuentro entre lo que es posible y lo que está permitido. ¿Compartir archivos? Eso es ilegal de conformidad con las disposiciones internacionales de copyright. La mezcla o enví­o de música, texto o video tambiíén es usualmente ilegal. Enviar extractos o pasajes de una página en lí­nea o blog es todaví­a ilegal en muchos casos. Claro que estas “infracciones” siguen ocurriendo, pero es difí­cil crear prácticas legí­timas y sustentables o modelos empresariales cuando cada participante es potencialmente un criminal a los ojos de la ley”.17 Ello no deberí­a desalentar o inhibir la protección de los derechos de propiedad intelectual, pero es menester apelar a la cordura y entender que no todos los paí­ses pueden adoptar reglas y aplicarlas a tiempo y en forma como hacen los más desarrollados.
 
Míéxico y la economí­a creativa
 
La revista Business Week explica que la economí­a creativa se basa en el conocimiento de la cultura del consumidor, incluso anticipándose a lo que la gente desea antes de que íésta lo pida.18 A su vez la UNCTAD y el PNUD en el multicitado informe sobre la economí­a creativa correspondiente a 2010, señalan que se trata de un concepto en construcción basado en aspectos creativos que potencialmente contribuyen al crecimiento y el desarrollo económicos de la siguiente manera:
 
La economí­a creativa puede fomentar la generación de ingresos, la creación de empleos, y las ganancias por concepto de exportaciones a la vez que impulsa la inclusión social, la diversidad cultural y el desarrollo humano.
 
Involucra los aspectos económicos, culturales y sociales que interactúan con los objetivos de la tecnologí­a, la propiedad intelectual y del turismo.
 
Es una gama de actividades económicas basadas en el conocimiento con una dimensión desarrollista y ví­nculos a niveles macro y micro de la economí­a en su conjunto.
 
Es una opción deseable de desarrollo que clama por respuestas polí­ticas innovadoras y multidisciplinarias y acciones interministeriales.
 
En el corazón de la economí­a creativa se encuentran las industrias creativas.19
 
En los paí­ses desarrollados, la economí­a creativa está creciendo muy rápidamente. De hecho en los paí­ses industrializados que pertenecen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) la economí­a creativa crece al doble de velocidad que el sector de los servicios y cuatro veces respecto al manufacturero. En varios paí­ses desarrollados, la economí­a creativa lidera en los terrenos del crecimiento económico, el empleo y el comercio.20
 
Es un hecho que gran parte de la atención en torno a la economí­a creativa se centra en los paí­ses desarrollados, donde las industrias creativas se encuentran bien establecidas, además de que la participación de estas naciones en los mercados globales en ese sector es muy fuerte. Sin embargo, en los paí­ses en desarrollo, la economí­a creativa está adquiriendo cada vez más importancia. Es el caso, por ejemplo, de la República Popular China (RP China), que está experimentando un rápido crecimiento en sus capacidades creativas y que ha mostrado una notable competitividad con sus productos en los mercados internacionales. Y es que, sin dejar de reconocer el dinamismo en este sector que muestran las economí­as más avanzadas, es sabido que los paí­ses en desarrollo son depositarios de una vasta herencia cultural intangible y de expresiones culturales tradicionales que podrí­an ser la base de ambiciosos proyectos de desarrollo.21
 
A propósito de la economí­a creativa en el mundo en desarrollo, se observan diferencias importantes de región a región. Así­ por ejemplo, en ífrica las industrias creativas, en general, se encuentran fragmentadas, de manera que el ciclo de producción, comercialización y distribución no es coherente. Los especialistas advierten que esta es una situación preocupante porque podrí­a derivar en el empobrecimiento de la herencia cultural de los paí­ses africanos.22
 
En la región de Asia-Pací­fico, además del caso de la RP China, economí­as maduras como la japonesa y la surcoreana, han tenido, en la economí­a creativa, un propulsor muy importante de su desarrollo. Una situación similar se observa en los casos de Singapur y Malasia. En todos ellos, las autoridades citadinas de las diversas urbes de estas naciones, han formulado polí­ticas de inversión basadas en la creatividad como una estrategia de crecimiento económico y de ventajas competitivas. De hecho, en la mayorí­a de los paí­ses asiáticos, el concepto de economí­a creativa asociado a las industrias culturales, gradualmente ha sido absorbido y hoy se refleja en las estrategias nacionales de desarrollo económico.23
En los paí­ses de Asia Central y del Medio Oriente, a pesar de que las tradiciones culturales y artí­sticas son muy ricas y diversas, amíén de que poseen un enorme potencial de desarrollo comercial, las industrias culturales y de artesaní­as más importantes de estos paí­ses, en general son parte de la economí­a informal y todaví­a no se han desarrollado lo necesario como para sustentar una economí­a creativa.24
 
En Amíérica Latina, el desarrollo de la economí­a creativa varí­a considerablemente, debido a las importantes diferencias en las capacidades de abastecimiento y de exportación de los paí­ses de la región. Sin embargo, desde la publicación del Informe sobre economí­a creativa 2008 por parte de la UNCTAD y el PNUD, se ha observado un creciente interíés de parte de los gobiernos de la región en el tema, quienes reconocen que existe un enorme potencial de las industrias creativas para fomentar el desarrollo. Baste mencionar que el informe correspondiente a 2008 ya citado, recibió una amplia difusión y cobertura en Amíérica Latina, amíén de que se sucedieron importantes acontecimientos que redundaron en la atención creciente que recibe el tema de la economí­a creativa, destacando la puesta en marcha de la Convención sobre diversidad cultural de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO); numerosas conferencias y publicaciones sobre la economí­a creativa desarrolladas en el seno del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y de la Organización de los Estados Americanos (OEA), etcíétera. Todos estos acontecimientos han llevado a la generación de un debate polí­tico, y a que crezca el interíés de la opinión pública y de la sociedad civil en torno a la economí­a creativa.25
 
La República Popular China es la economí­a más creativa del planeta en tíérminos del valor de sus productos exportados, seguida de Estados Unidos, Alemania y Hong Kong. Cabe destacar que en el informe de la UNCTAD/PNUD se señala que las economí­as creativas se han mostrado más “resistentes” a la crisis financiera internacional, algo evidente cuando se observa el comportamiento mostrado, en contraste, por ejemplo, por el sector manufacturero en diversos paí­ses del mundo.
 
A propósito de Míéxico, el paí­s ocupa el primer lugar en Amíérica Latina, el 5° lugar entre los paí­ses en desarrollo y el 18° a nivel mundial entre las economí­as creativas. ProMíéxico señala que las industrias creativas se ubican en el quinto lugar entre los sectores estratíégicos del paí­s, sólo por debajo del aeroespacial, el agrí­cola, el de los alimentos y el automotriz.26
Míéxico posee una gran cantidad de empresas que proveen servicios culturales, audiovisuales y de entretenimiento. Baste mencionar, por ejemplo, que en el mercado para la distribución de contenidos para la televisión generó ingresos del orden de los 167 mil millones de dólares y se espera que en el presente año el monto llegue a 251 mil millones. En materia de publicidad tambiíén existe un importante mercado, sobre todo si se considera que en 2008 se le valuó en 479 mil millones, siendo la televisión la principal responsable.27
 
Hay otros sectores que prometen un gran desarrollo. Es el caso de la joyerí­a, en particular debido a que Míéxico, que es el tercer productor de plata a nivel mundial, tuvo exportaciones de joyerí­a de plata en 2007 del orden de los 100 millones de dólares, amíén de que existen unas 12 mil empresas de joyerí­a y regalos en el paí­s. Las industrias de calzado y piel facturan más de 500 millones de dólares en el mundo. Los artí­culos para la decoración y los muebles fueron responsables de ventas, en 2008, por tres mil 700 millones de dólares.28
 
Un sector que pasa por un buen momento es el cine. Tan sólo en 2008, gracias a los incentivos fiscales proporcionados por el gobierno mexicano, se produjeron 70 pelí­culas, que fue la cifra más alta en 17 años. Además, debido al auge del sector en años recientes, se han generado unos 30 mil empleos directamente vinculados a la producción cinematográfica.29
Por lo que toca a las industrias digitales, el uso de tecnologí­as de la información tiende a expandirse cada vez más, lo que incidirá en la creatividad y la competitividad de la economí­a mexicana, en particular en las actividades comerciales, culturales y sociales. Otro hecho a destacar, que ha recibido el reconocimiento internacional, es la rehabilitación y reacondicionamiento del centro histórico de la ciudad de Míéxico, el cual es una muestra para otros espacios históricos en el interior del paí­s.30
 
En 2008, el valor de las exportaciones que integran a la economí­a creativa de Míéxico, fue de 5 mil 167 millones de dólares, lo que tomando como punto de partida el año 2003, implica un crecimiento anual de 9. 1 %.31
En la economí­a creativa, la generación de riqueza depende de la capacidad del paí­s de crear contenido creativo y convertirlo en bienes o servicios que se pueden comercializar y encontrar formas de distribuirlos en el mercado local y en el exterior, adquiriendo escala y difundiendo su conocimiento. Míéxico presenta un panorama sumamente alentador como economí­a creativa, justo en momentos en que es necesario considerar otros motores de desarrollo sobre todo a la luz de la crisis financiera internacional, la que parecerí­a pasar de largo cuando la creatividad y la economí­a combinan sus esfuerzos.
 
Reflexiones finales
 
Uno de los aspectos a destacar en el concepto impulsado por Howkins, es la centralidad del individuo, situación que parecerí­a no colocar en una dimensión apropiada, en principio, la participación de la sociedad en su conjunto de manera directa o indirecta en los ámbitos de la economí­a y la creatividad. En este sentido, Howkins trae de vuelta a la mesa de los debates una visión individualista, anglo-sajona, que si bien cuenta con argumentos interesantes, parece muy simplista en un mundo donde la riqueza se encuentra desigualmente distribuida y apropiada.
 
Sin ir más lejos, la capacidad creativa de diversos individuos en paí­ses perifíéricos, suele enfrentarse a la falta de apoyos de parte de las autoridades, por lo que muchos de ellos suelen emigrar a paí­ses más avanzados donde registran sus inventos beneficiando sobre todo a la sociedad que los “adopta” y no a aquíélla de la que proceden. La fuga de cerebros es un problema real. En el caso de Míéxico, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologí­a (CONACyT) estima que tan sólo en 2010 el paí­s perdió 130 mil cientí­ficos por la fuga de cerebros. Por su parte, la UNESCO refiere que en la última díécada, la píérdida de mexicanos poseedores de, al menos, una licenciatura –ví­a la migración– fue de 20 mil por año.32 No queda claro entonces, cómo puede progresar un paí­s sin los individuos que son la materia prima de la economí­a creativa. Este tema ni siquiera es contemplado por Howkins en su celebrado libro.
 
Por otra parte, por ser todaví­a un concepto en construcción, la economí­a creativa y la responsabilidad en torno a ella no parece que hayan sido valoradas adecuadamente. El informe de la UNCTAD y el PNUD, en aras de promover el debate, consideran que en la economí­a creativa deben intervenir los gobiernos, los empresarios, la sociedad civil y la comunidad internacional.
Los gobiernos, lejos de tratar de controlarlo todo, deberí­an cumplir funciones de facilitadores, sea para estimular y/o alentar la creatividad, o bien generando un clima apropiado para atraer a los inversionistas y a los creadores, de manera que establezcan una relación redituable pero tambiíén respetuosa. Los empresarios están llamados a desempeñar un papel central, en particular en lo que concierne a las pequeñas y medianas empresas, toda vez que buena parte de las industrias creativas son pequeñas. En este sentido, la actitud empresarial que deberí­a prevalecer es la de la búsqueda de calidad, pero tambiíén con disposición a aprender dado que el entorno es cambiante y dinámico.
 
La sociedad civil, por su parte, podrí­a involucrarse en la creación de alianzas estratíégicas, dado que el trabajo de los creadores corre el riesgo de quedar aislado y hasta de ser marginado, no por irrelevancia sino por desconocimiento. Un hecho que no debe ser soslayado, es que en la economí­a creativa, los consumidores son tambiíén productores, por lo que la creación de alianzas estratíégicas y redes puede ser una forma de fortalecer los mercados para los productos y los servicios creativos.
Por último, la comunidad internacional interviene en la economí­a creativa en diversos niveles, sea a travíés de organismos internacionales como la OMPI, la UNCTAD, el PNUD, etcíétera, pero tambiíén a niveles no gubernamentales, dado que las condiciones de los mercados y las tecnologí­as posibilitan una interacción en redes a los niveles más variados, a la manera de una telaraña.
 
A final de cuentas, incursionar en la economí­a creativa no requiere seres dotados de una inteligencia sobre humana. Walter Isaacson, autor de la biografí­a posiblemente más leí­da de Steve Jobs, señala en la parte final del libro que lleva el nombre del fundador de Apple se pregunta “¿Era Jobs inteligente? No, no de una manera excepcional. Y, sin embargo, era un genio. Conseguí­a saltos imaginativos instintivos inesperados y en ocasiones mágicos. Constituí­a sin duda un ejemplo de lo que el matemático Mark Kac llamaba un “genio matemático”, alguien cuyas ideas salen de la nada, y requieren más intuición que una mera potencia de procesamiento mental. Como si fuera un explorador, podí­a absorber la información, percibir el cambio del viento e intuir quíé iba a encontrar en su camino.”33 Aunque romántica, la apreciación de Isaacson sobre la importancia de la creatividad, con algunas dosis de intuición, es correcta. Sin embargo, queda en la mesa para una reflexión posterior, dilucidar por quíé muchos de los personajes más creativos de la historia, han sido o son estadunidenses. Es indudable que algo ocurre en Estados Unidos, que estimula la creatividad, seguramente a travíés de condiciones sociales, económicas y polí­ticas especí­ficas, las que han allanado el camino para el surgimiento de los Franklin, los Edison, y los Jobs de ayer y hoy.
 

Notas
1 US History (s/f), The autobiography of Benjamin Franklin, disponible en http://www.ushistory.org/franklin/autobiography/page55.htm
2 Para conocer la lista detallada de las patentes de Jobs víéase Shan Carter (November 23, 2011), “Steve Job’s Patents”, en The New York Times, disponible en http://www.nytimes.com/interactive/2011/08/24/technology/steve-jobs-patents.html#patent/display-device-with-a-moveable-assembly_D489370
3 Business Insider (s/f), “Most memorable quotes from Steve Jobs”, disponible en http://www.businessinsider.com/the-13-mostmemorable-quotes-from-steve-jobs-2011-10#dont-sit-still-13
4 Donna Gelfhi (s/f), El motor de la creatividad en la economí­a creativa: entrevista a John Howkins, Ginebra, OMPI, disponible en http://www.wipo.int/sme/es/documents/cr_interview_howkins.html
5 Ibid.
6 John Howkins (2001), The creative Economy. How People Make Money from Ideas, New Yoirk, Penguin Books, pp. 21-23.
7 John Howkins, Op. cit., pp. 82-124.
8 UNCTAD/UNDP (2010), Creative economy. Report 2010, Geneva, United Nations Development program/United Nations Conference on Trade and Development, p. xxiii.
9 Ibid.
10 Donna Gelfhi, Ibid.
11 UNCTAD/UNDP, Ibid.
12 John Howkins, Op. cit., p. 89.
13 Donna Ghelfi, Ibid.
14 UNCTAD/UNDP, Op. cit., p. 171.
15 Ibid.
16 UNCTAD/UNDP, Op. cit., p. 172.
17 UNCTAD/UNDP, OP. cit., p. 178.
18 Business Week (August 28, 2000), “The Creative Economy. Which companies will thrive in the coming years? Those that value ideas above all else”, disponible en http://www.businessweek.com/2000/00_35/b3696002.htm
19 UNCTAD/UNDP, Op. cit., p. 10.
20 UNCTAD/UNDP, Op. cit., pp. 30-38.
21 UNCTAD/UNDP, Op. cit., pp. 47-50.
22 UNCTAD/UNDP, Op. cit., pp. 41-46.
23 UNCTAD/UNDP, Op. cit., pp. 47-50.
24 UNCTAD/UNDP, Op. cit., pp. 50-51.
25 UNCTAD/UNDP, Op. cit., pp. 52-61.
26 ProMíéxico (s/f), Industrias creativa en Míéxico, Míéxico, disponible en http://mim.promexico.gob.mx/wb/mim/ind_perfil_del_sector
27 Ibid.
28 Ibid.
29 CONACULTA (s/f), Sistema de información cultural. Producciones cinematográficas, Mí«xico, disponible en http://www.sic.gob.mx/index.php?table=produccion_cine
30 ProMíéxico, Ibid.
31 UNCTAD/UNDP, Op. cit., p. 56.
32 Universia Noticias (25/05/2011), “Míéxico pierde 900 mdp al año en “fuga de cerebros””, disponible en http://noticias.universia.net.mx/en-portada/noticia/2011/05/25/830223/mexico-pierde-900-mdp-ano-fuga-cerebros.html
33 Walter Isaacson (2011), Steve Jobs, Míéxico, Panorama, p. 702.
 
- Marí­a Cristina Rosas es Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Polí­ticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de Míéxico


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