Por... Gustavo Duch Guillot
Según nos quieren convencer padecemos de una crisis gigantesca: los bancos de inversiones se arruinan, las cajas de ahorros están vacías y las bolsas descienden -y con ellas los beneficios de quienes juegan en estos terrenos. Por salvarles sus traseros, el Estado arrastra a la pobreza al pueblo al que en realidad debería proteger, aumenta el número de parados, eliminan servicios públicos y sólo saben decirnos que en pocos años un nuevo y mejor capitalismo nos habrá salvado.
Con tanta operación salvavidas se hundirá toda Europa, los Estados Unidos y Japón, y sin su capacidad económica el nuevo capitalismo prometido funcionará con los fondos frescos que llegarán de la China, Rusia o de otras potencias emergentes dispuestas a dirigir la orquesta. Preguntíémonos: si el capitalismo que hasta ahora ha funcionado bajo modelos llamados democráticos nos ha llevado a las hambres más numerosas, a las pobrezas más paupíérrimas, a las contaminaciones más antiecológicas y a las inequidades más salvajes ¿a dónde nos llevará un este nuevo capitalismo con antecedentes autoritaristas? Más de lo mismo pero peor.
Pero no se apuren, los nuevos gestores dirigirán sólo los últimos minutos de la prórroga del sistema capitalista. Porque la situación financiera podrá ser reparada pero poco podrá hacer para impedir la escasez energíética que se aproxima; la falta de tierras fíértiles y agua; la escasez de algunas materias primas; o las repercusiones del cambio climático. Eso sí que serán crisis globales.
Con este panorama, mientras el capitalismo, sus gestores y sus fondos se reorganizan de una forma u otra -que lo mismo da- es ahora el momento justo y preciso de decidir si deseamos una prórroga agónica de más capitalismo o una transición llevadera hacia nuevas formas de funcionar.
Bienvenidos pues los movimientos que, como el 15M, la Marcha Mundial de Mujeres o La Vía Campesina, se aglutinan bajo el paraguas de un cuestionamiento global, valiente y radical del modelo capitalista y de los sistemas de valores que lo consienten. Con la recuperación de los valores humanos por encima de los intereses económicos, nacen sus propuestas como el decrecimiento, la democracia real, el buen vivir o la soberanía alimentaria. Son ellas, por el momento, las estrategias que deberíamos conseguir se expandan antes de que esta -quizás exagerada- teoría del caos cumpla los peores pronósticos.
- Gustavo Duch Guillot es autor de Lo que hay que tragar y coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas