Sacyr y Pemex, los dos accionistas de Repsol que sorprendieron el pasado agosto con la sindicación de sus participaciones en la petrolera, formalizaron ayer su ruptura ante la CNMV. Ambas han sellado un documento "de terminación anticipada y consensuada" que aborta una aventura que se fijó por 10 años y elevaba la participación del tándem hasta el 29,6% de Repsol.
En virtud de ese pacto se llegó a pedir al presidente, Antonio Brufau, la restauración del puesto de consejero delegado con el fin de atenuar el poder del ejecutivo catalán.
La constructora que preside Manuel Manrique había dado por muerto el acuerdo el 22 de diciembre, coincidiendo con la rebaja de su paquete en la petrolera del 20% al 10%. Para Sacyr, este cambio era razón suficiente para invalidar el pacto, pero Pemex se había reservado la opinión al respecto hasta ayer. Un silencio que desató especulaciones sobre posibles reclamaciones millonarias.
Si había dudas al respecto, la separación documentada ante el regulador bursátil español es explícita: "Grupo Pemex y Sacyr reconocen mutuamente no tener nada que reclamarse, y renuncian, en los tíérminos más amplios que en derecho proceda, al ejercicio de cualquier acción o derecho que les asista o que les pudiera corresponder en relación con lo dispuesto en el acuerdo de accionistas firmado el 29 de agosto de 2011".
El cambio de rol de Sacyr en la primera petrolera española, donde ha dejado de ser el principal partícipe, puso a Pemex a trabajar en otra dirección: la búsqueda de una alianza industrial con la propia Repsol. Ambas se comprometieron el pasado 25 de enero a colaborar en las áreas de negocio de upstream y gas natural en Amíérica, y dowstream en España, Portugal y tambiíén Amíérica.
En un comunicado de prensa la constructora tildó ayer de "amistosa" la separación. Un tíérmino que no aparece en la comunicación enviada a la CNMV, donde se habla de simple consenso.