Los cumpleaños tienen consecuencias variadas y más cuando se trata de una emisión de preferentes y se llega a la díécada. Eso le sucede a Meliá, que está estudiando quíé hacer con su colocación.
La mayoría de edad de los escoceses está en los 16 años, en España hay que esperar a los 18 y en Estados Unidos el momento se retrasa hasta los 21. Pero en el mundo de las participaciones preferentes, la fecha clave es la díécada, el díécimo aniversario.
Más en las preferentes de las empresas que en la banca, esa marca determina un salto de rentabilidad. Todo ello, porque este tipo de instrumentos tiene una peculiaridad: son perpetuos, así que las emisoras tuvieron que comprometerse a pagar un dividendo más elevado a partir del díécimo año para lanzar el mensaje de que en ese momento o recompraban la colocación y devolvían al principal a los inversores o les pagaban más. Se trata a la vez de un gancho para los compradores y una presión hacia el rescate para las empresas, porque se les encarecen sus costes de financiación.
Repsol ha sido la primera empresa en pasar la díécada. Optó por no rescatar y ahora paga más a los inversores de sus preferentes. Pero la emisión más interesante es otra, que todavía no ha cumplido sus diez años y está a punto de hacerlo.
Se trata de las preferentes que lanzó la entonces Sol Meliá (hoy reconvertida en Meliá Hotels International) el 29 de abril de 2002, así que faltan menos de tres meses para que crucen la frontera. En estos momentos, el dividendo anual ya es elevado, del 7,8%, pagado sin falta ejercicio tras ejercicio. Cuando llegue el próximo 30 de abril, las condiciones del folleto de emisión dicen que se pagará un dividendo del euríbor a tres meses más un 5% de prima. Eso daría un tímido 6,1% anual, menos de lo que paga ahora. Pero es que el folleto guarda una sorpresa: hay un límite mínimo y es del 12,3%.
Eso significa que los inversores pasarían a cobrar un 12,3% anual y que Meliá Hotels International tendría que desembolsar ese dividendo para sus casi 107 millones de euros de preferentes en circulación. Sin embargo, todo apunta a que no será así. Según fuentes financieras, la cadena hotelera está estudiando amortizar sus preferentes; es decir, recomprarlas, devolver el dinero a los inversores y ahorrarse el dividendo.
En estos momentos, Meliá está cumpliendo sus compromisos de deuda y sus resultados son positivos, aunque el beneficio va a la baja. En todo caso, lo que de verdad importa a los inversores es cuánto les van a pagar. Puesto que se trataría de una amortización, Meliá tiene la facultad de hacerlo cuando transcurran diez años y debe abonar el 100% de lo desembolsado por los compradores, que no tendrían más remedio que vender sus preferentes.
En todo caso, los inversores se quedarían sin el dividendo excepcional, pero ganarían con respecto a la cotización en AIAF, un mercado de renta fija privada propiedad de BME. Y eso, pese a que las preferentes de Meliá están entre las más agraciadas del parquíé. Pero eso, en la situación actual de sangría generalizada, significa que cotizan a un 98% de su nominal, lo que implica que solo se pierden dos euros por cada 100 invertidos.