Mientras las suizas Xstrata y Glencore preparan su fusión para crear un gigante mundial de la minería, Europa respira tranquila ante el empuje de las compañías rusas y chinas, decididas a controlar los yacimientos de materias primas en todo el mundo. La integración de ambas compañías formará un grupo valorado en 62.000 millones.
De esta forma, los tres mayores grupos mineros del mundo tienen pasaporte europeo, ya que Glencore y Xstrata liderarán el sector junto a las angloaustralianas BHP Billiton y Rio Tinto. Aun así, todavía queda pendiente que Glencore presente una oferta formal de fusión antes del 1 de marzo por su participada.
La integración tambiíén es una buena noticia para España, ya que el grupo tienen intereses en Asturias, de donde extrae zinc. Además, en la cúpula del grupo se sentarán dos españoles. Por un lado, Daniel Matíé será uno de los principales accionistas del nuevo grupo, como inversor y directivo procedente de Glencore.
Por parte de Xstrata, figura Santiago Zaldumbide, máximo responsable del negocio de zinc de la firma suiza, a la que se incorporó cuando la multinacional adquirió Asturiana de Zinc.
La operación de fusión es una forma de garantizar que ambas firmas europeas, cuya cotización se había resentido como consecuencia de la crisis, no terminen en manos de grupos rusos o chinos, que en los últimos años han experimentado una carrera de fusiones y adquisiciones.
Hasta el momento, estos grupos se habían interesado, sobre todo, por activos canadienses, aunque Glencore y Xstrata se adelantan así a la posible llegada de pretendientes no deseados.
En 2005, se inició una carrera de compras y adquisiciones en el sector, al calor de la revalorización del precio de las materias primas. Sin embargo, en 2008, la crisis puso cota a estas operaciones, marcado por el intento fallido de BHP Billiton de hacerse con su rival Rio Tinto por 100.000 millones de euros, que de haber prosperado se habría convertido en la mayor operación del sector de toda la historia de la minería.
Rusia y China aprovecharon el parón en los movimientos corporativos para crear gigantes nacionales con los que competir en la segunda etapa de consolidación del sector, que Xstrata y Glencore han inaugurado con su fusión, adelantándose así a cualquier posible movimiento de sus rivales internacionales.