El capitalismo avanza hacia una nueva gran crisis mundial (I)
Roberto López Sánchez
Argenpress
IntroducciónEn este trabajo proponemos una interpretación de la crisis que atraviesa el capitalismo y sus posibles consecuencias a corto, mediano y largo plazo. Hemos considerado los principales antecedentes históricos de la crisis, así como la valoración de los múltiples factores que intervienen en ella, aunque estos factores no los analizamos en profundidad por las limitaciones propias de un artículo. Nos ha motivado un artículo que en días pasados, mi amigo Roland Denis ha hecho circular por la web, referido a la “estrategia imperialista actual†(1) advirtiendo de una obra publicada en 2002 por el francíés Alain Joxe, titulada “El imperio del caos†(2) en dicho artículo, Roland concluye que “el imperio ya no necesita de órdenes nacionales estables ligados a sus intereses -no requiere de un orden internacional por tanto- necesita del caos global porque necesita de la guerra si fin y sin fronterasâ€. Consideramos que dichas conclusiones pecan de unilaterales, aunque encierren parte de la verdad, y que para caracterizar el momento actual del mundo globalizado hace falta ampliar el marco de análisis. De acuerdo a nuestro análisis, existen tendencias en desarrollo que agravarían la crisis mundial a niveles sumamente conflictivos. Pretendemos aquí una explicación y análisis de los acontecimientos que han originado la crisis, su comparación con el desarrollo del capitalismo a lo largo del siglo XX, y las necesidades de luchar por un mundo mejor que tienen los trabajadores y los pueblos ante la perspectiva guerrerista que intentan desatar las fuerzas imperialistas que dominan el mundo.
1. Antecedentes del mundo unipolarLas dos últimas díécadas se han caracterizado por la existencia de una única superpotencia mundial, los Estados Unidos de Amíérica. Luego de la caída del muro de Berlín en 1989 y el posterior colapso de la URSS en 1991, los Estados Unidos quedaron sin contendores en el sistema capitalista mundial. Esta etapa de unipolaridad, que en los 90 parecía ser que duraría durante todo el siglo venidero, ya presenta signos de agotamiento, los cuales analizaremos en puntos posteriores.
Nos interesa ahora enfatizar la etapa anterior, la llamada Guerra Fría o Período de la Posguerra, entre 1945 y 1991, considerando además los orígenes históricos de ese período. Comenzaremos diciendo que en 1914 se abrió un período de profunda crisis en el sistema capitalista mundial. La confrontación interimperialista entre Alemania e Inglaterra-Estados Unidos, incubada desde los tiempos coloniales y preparada en las últimas díécadas del siglo XIX, estalló como lucha por un nuevo reparto del mundo a partir de 1914.
Desde la íépoca de la expansión europea en los siglos XV y XVI, Alemania había quedado por fuera del reparto de las posesiones coloniales en Africa, Amíérica, Asia y Oceanía. Pero su crecimiento como gran potencia industrial a fines del XIX encontraba limitaciones por no tener control de territorios coloniales o áreas de influencia que sirvieran de fuentes de materias primas, mercados para sus productos y para inversión de sus capitales. Esa disputa interimperialista condujo a las dos grandes guerras mundiales del siglo XX.
Como bien dijeron Hilferding y Lenin al caracterizar el imperialismo, la disputa interimperialista por lograr un nuevo reparto del mundo se expresó en esa profunda crisis histórica que el capitalismo mundial vivió entre 1914 y 1945. Pero las consecuencias de esa disputa interimperialista casi acaba con el propio sistema capitalista. Las revoluciones obreras y campesinas, inspiradas en el comunismo, fueron uno de los resultados inesperados de esa crisis, y pusieron en jaque al sistema capitalista por varias díécadas.
En 1917, en plena guerra mundial, los obreros rusos iniciaron la revolución soviíética y terminaron erigiendo el primer estado socialista del mundo, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviíéticas. En el transcurso de la segunda guerra (1939-1945) emergieron poderosos ejíércitos comunistas en la propia URSS, en China, Vietnam, Yugoslavia y Albania, los cuales conquistaron el poder y cambiaron radicalmente el mapa del mundo. La derrota del imperio nazi fue obra principal de los ejíércitos comunistas soviíéticos, los cuales llegaron hasta la propia guarida del Fuhrer en Berlín, y acabaron radicalmente con el sueño fascista del Tercer Reich.
Lo que se suponía sería una rápida ofensiva alemana que aplastaría toda resistencia de los rusos, fue inesperadamente detenida en Stalingrado a mediados de 1942, abriíéndose a partir de allí una de las etapas más gloriosas de las luchas de los pueblos contra la opresión imperialista. En un hecho sin precedentes en la historia del capitalismo, una región perifíérica como la URSS logró detener y luego derrotar militarmente a la primera potencia imperialista del momento, la Alemania Nazi, conduciíéndola a su total aniquilación como ríégimen político.
De forma similar se construyeron poderosos ejíércitos comunistas en China, dirigidos por Mao Tse Tung, que finalmente alcanzarían el poder en 1949. Igualmente en Vietnam, bajo el liderazgo de Ho Chi Minh, en Yugoslavia bajo la conducción de Josip Broz Tito, y en Albania con la dirección de Enver Hoxha. En toda la Europa Oriental, el ejíército soviíético contribuyó a establecer regímenes comunistas, y la consecuencia final del período de guerras mundiales era que había nacido, crecido y fortalecido un sistema aparentemente contrario al capitalismo occidental, que amenazaba seriamente su existencia y continuidad futura: el comunismo.
De la segunda guerra emergieron los Estados Unidos como la gran potencia del capitalismo occidental, tomando la batuta de una Inglaterra que ya desde la 1ª Guerra daba muestras de agotamiento como primera potencia representante del capital. Pero a la vez emergió un mundo bipolar, caracterizado por el enfrentamiento entre capitalismo y comunismo, sistemas que formalmente se mostraban como totalmente antagónicos.
Todas las instituciones creadas por el capitalismo occidental a partir de 1945 tenían por objetivos dar urgentes respuestas y soluciones a la profunda crisis que acababan de atravesar. No era cualquier cosa. Alemania, una de las potencias imperialistas protagónicas durante los cien años anteriores, había sido borrada del mapa como factor de poder mundial, así como sus aliados Italia y Japón. Otras potencias como Inglaterra y Francia atravesaban una situación económica deplorable.
Instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, creadas en 1944 en los acuerdos de Bretton Woods, tenían por objetivo reorganizar el sistema financiero mundial protegiendo los intereses del gran capital multinacional y de las potencias occidentales. La Organización de Naciones Unidas (ONU), la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) e iniciativas como los propios Juicios de Nuremberg contra los dirigentes de la Alemania nazi, buscaban garantizar un orden de cosas que detuviera la oleada revolucionaria y permitiera al capitalismo comenzar a recuperar el terreno perdido.
Uno de los aspectos más destacados fue el
modelo económico keynesiano, de intervención del Estado en la economía, utilizado para salir de la mayor crisis económica vivida por el capitalismo, la de 1929, y el florecimiento del Estado Benefactor (Welfare State). Para detener el avance del comunismo en Europa y Asia, el capitalismo se vio obligado a mostrar un rostro de apariencia humana, reconociendo que las desigualdades sociales que íél generaba debían ser reconocidas y corregidas por la acción del estado.
El keynesianismo permitió reconstruir a la Europa devastada por la guerra, y el Estado Benefactor debió reconocer multitud de derechos sociales y laborales (3)a salirle al paso a la creciente influencia del comunismo en el mundo. Bajo esos preceptos, el capitalismo occidental vivió entre 1945 y 1973 su mayor período de expansión y crecimiento económico.
Ese orden de la posguerra comenzó a modificarse a partir de la díécada de 1970. El progresivo debilitamiento de la oleada revolucionaria, y la burocratización de las experiencias socialistas en el poder, permitieron al capitalismo occidental recuperar la ofensiva mediante la propuesta del
modelo económico monetarista o neoliberal, que comenzó a erigirse como dominante a partir de
los gobiernos de Margaret Tatcher en Inglaterra (1979) y Ronald Reagan en los Estados Unidos (1980). Mediante el poder de las instituciones económicas multilaterales (FMI y BM), el capital impuso por la vía del chantaje económico el modelo neoliberal en los países de la periferia.
Finalmente, el colapso del llamado Bloque Socialista encabezado por la URSS, entre 1989 y 1991, terminó con ese período de la Guerra Fría, y dio paso a la actual etapa de unipolaridad que todavía vivimos.
En la caída del socialismo soviíético consideramos que privaron principalmente las propias carencias y debilidades internas de ese modelo particular de socialismo. En el fondo, el modelo económico implantado en la URSS no superó los preceptos del capitalismo: división social del trabajo, existencia de relaciones mercantiles, cálculo económico basado en la teoría del valor, inversiones de capital extranjero, estímulos materiales a la productividad, diferenciación salarial, trabajo a destajo, aplicación de míétodos tayloristas para elevar la productividad, privilegios a los especialistas en la dirección de las industrias, apropiación del excedente (plusvalía) por una minoría amparada en el control del Estado y en el ríégimen monopartidista. El capitalismo de Estado soviíético, en el cual todo el poder descansaba en un pequeño grupo dirigente del Partido Comunista, constituyó la antítesis del socialismo propuesto por Marx como utopía libertaria, basado en la igualdad y la cooperación entre hombres libres.
En sí misma, la experiencia rusa no implica el derrumbe del marxismo como cuerpo teórico, pues en todo caso sería el fracaso de un experimento práctico, circunscrito históricamente a determinadas condiciones particulares, y que además desarrolló aspectos abiertamente contradictorios con los principios teóricos originales. El colapso del socialismo soviíético tampoco puede verse como el triunfo del capitalismo occidental, pues su fracaso respondió principalmente a causas endógenas y no al resultado de un enfrentamiento político, económico o militar con los países capitalistas occidentales.
Las revoluciones que en el siglo XX se denominaron socialistas se realizaron en países en los cuales el campesinado cumplió un papel fundamental, pues dichos países eran de una economía agraria predominante, en los cuales no existía ni un proceso de industrialización capitalista desarrollado ni un ríégimen parlamentario burguíés. Tal es el caso de Rusia, China, Vietnam, Yugoslavia, Albania, Cuba y Nicaragua. En todos ellos la revolución cumplió básicamente tareas democrático-burguesas, fueron liderizadas por partidos integrados por intelectuales de clase media que se hacían llamar Partidos Comunistas, utilizando un discurso de ropaje marxista, y en las cuales la fuerza social fundamental fueron los campesinos (pues la clase obrera era casi inexistente). A pesar del vaticinio marxista, no se realizaron revoluciones proletarias en los países de mayor desarrollo capitalista (4)
De cualquier modo, el socialismo soviíético pasó a la historia en 1991, y sus virtudes y sus defectos quedan como referencias para la construcción futura de los proyectos de transformación social. El capitalismo continúa oprimiendo a los pueblos del mundo, y la lucha por trascender la explotación del capital sigue siendo una necesidad humana. La permanencia de las desigualdades sociales, de las disparidades en el crecimiento económico de los países, y el aumento exponencial de esas desigualdades tanto en los países industrializados como en el llamado tercer mundo, son la prueba más contundente de que el fin de la historia que anunciara Fukuyama (5) está todavía muy lejos.
2. La actual crisis económica y el papel del EstadoEl capitalismo occidental, en el transcurso de los años 70, decidió acabar con el modelo keynesiano y el estado benefactor, acusándolos de ser los causantes del estancamiento de la tasa de ganancias que vivían las grandes multinacionales.
Para ello promovió el modelo neoliberal desde los gobiernos de Thatcher y Reagan, aunque ya antes había iniciado su aplicación práctica con el asesoramiento de los “Chicago Boys†(6) a la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chile, a partir de 1974.Utilizando al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, y aprovechándose de las necesidades y urgencias que la llamada “crisis de la deuda†les imponía a los países perifíéricos, se impuso mediante el chantaje el modelo neoliberal en todo el Tercer mundo. Los príéstamos otorgados por el FMI y el BM se realizaban sólo a condición de que se aplicaran programas económicos neoliberales. Uno tras otro, los gobiernos latinoamericanos y de otros continentes, fueron firmando sus respectivas “cartas de intención†(7), y el modelo neoliberal se fue expandiendo en el mundo.Responsabilizando como causantes del estancamiento económico a una serie de factores entre los que destacaban: la excesiva intromisión del Estado en la economía, el elevado gasto público, el díéficit fiscal, las regulaciones de precios, el excesivo proteccionismo en áreas de la economía, y el peso de los derechos laborales y sociales reconocidos por el Estado, el modelo neoliberal se propuso imponer de nuevo la vieja creencia de que la mano invisible del mercado puede arreglar los desajustes y fluctuaciones temporales de la economía. El libre mercado, o libre juego de la oferta y la demanda, debía sustituir al viejo modelo keynesiano de intervención estatal.
Lo que no se decía, es que ese libre mercado era mucho más viejo que el keynesianismo, y que ya en el pasado se había demostrado incapaz de resolver los problemas socioeconómicos de los pueblos del mundo. De todos modos, la imposición del neoliberalismo no significó la desaparición del intervencionismo estatal en los países industrializados. Estos mantuvieron fuertes medidas proteccionistas hacia determinadas áreas económicas, como por ejemplo la agricultura, y la simbiosis estado-empresa privada siempre ha actuado unida en el llamado “complejo militar-industrialâ€.
El neoliberalismo logró imponerse debido a los cambios ocurridos en la correlación de fuerzas entre el capitalismo y el comunismo, entre las grandes potencias industriales y los pueblos en lucha. Para los años 70 la oleada revolucionaria que resultó de la segunda guerra mundial había amainado considerablemente, aunque todavía ocurrieron victorias importantes como la de Vietnam en 1975 y la de Nicaragua en 1979. La profunda crisis vivida por el bloque socialista soviíético en los años 80 facilitó las cosas para que el capitalismo occidental fortaleciera su ofensiva y recuperara espacios que había perdido durante las guerras mundiales.
Nota: 1) El artículo se denomina “Imperio, territorio y comunión rebeldeâ€. Roland Denis - www.aporrea.org 06/06/08 - http://www.aporrea.org/tiburon/a58402.html.
2) Existe una obra de Samir Amin, de 1991, que lleva el mismo título de “El imperio del caosâ€, aunque las conclusiones aparentemente son diametralmente opuestas (no hemos leído la obra de Joxe). Amin afirma que la crisis desatada en la díécada de 1970 no ha podido ser superada por lo que íél llama el “imperialismo colectivo†dominante. Al no poder superar la crisis mediante la instauración de un modelo de acumulación estable que garantice la expansión del capital, el imperialismo genera el caos, implementando políticas para “administrar la crisisâ€, pero que son incapaces de superarla en tíérminos estructurales. Samir Amin. 2000. La economía política del siglo XX. Monthly Review.
3) Derechos como el de la salud, educación, trabajo, seguridad social, vivienda, recreación, sindicalización, contratación colectiva, servicios públicos, todos concebidos como obligación del estado y de prestación gratuita o en condiciones de pago apropiadas a los ingresos de las clases trabajadoras y populares. Nuestra constitución nacional es una buena muestra de esos derechos sociales que hace más de 60 años consagró el estado benefactor impuesto por el capitalismo keynesiano.
4) López Sánchez, Roberto. 2006. Una perspectiva actual del socialismo. Revista Cuestiones Políticas. Nº 36. Enero-Junio 2006. Maracaibo (Venezuela).
5) Francis Fukuyama (intelectual estadounidense), sostuvo en un artículo publicado en 1989 (publicado luego como libro) lo que íél llamó “el fin de la historiaâ€, entendiendo por ello que el modelo neoliberal imperante en el mundo globalizado era capaz de eliminar los conflictos en nuestras sociedades, destinadas a vivir en armonía de aquí en adelante (Fukuyama, 2002).
6) Economistas de la Universidad de Chicago, encabezados por Milton Friedman.
Roberto López Sánchez es integrante del Departamento de Ciencias Humanas, Facultad Experimental de Ciencias. Universidad del Zulia. Av. Universidad. Edif. Grano de Oro. Maracaibo, Venezuela.