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Autor Tema: BRASIL Y Mí‰XICO: BATALLA DE GIGANTES...  (Leído 180 veces)

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BRASIL Y Mí‰XICO: BATALLA DE GIGANTES...
« en: Febrero 17, 2012, 10:11:49 am »
Por...    Jorge G. Castañeda



Brasil tiene la mayor economí­a en Amíérica Latina; Míéxico, la segunda mayor. Brasil está de moda ahora; Míéxico no lo está.

Analistas financieros, acadíémicos y medios de comunicación ven a Brasil como una historia de íéxito; a Míéxico, como una de fracaso.

Brasil espera la Copa Mundial de Fútbol 2014, los Juegos Olí­mpicos de Verano 2016 y las riquezas de las recientemente descubiertas reservas petroleras costeras del llamado crudo presalado.

Míéxico, por otra parte, es visto como una zona de guerra: económicamente estancado; presa de la violencia de las drogas, la inestabilidad y las violaciones a los derechos humanos; polí­ticamente paralizado; y cada vez más dependiente de Estados Unidos, pese a las declaraciones ocasionales antiyanquis de los mexicanos.

Esta comparación, por supuesto, irrita a los mexicanos y deleita a los brasileños. Durante los años 90, la narrativa era exactamente la opuesta, generando la ira de los brasileños y la arrogancia de los mexicanos.

Los lí­deres empresariales mexicanos y miembros de la comentocracia se sienten molestos por el contraste con Brasil, y tambiíén envidiosos. Para un sector de la izquierda polí­tica e intelectual mexicana, los logros brasileños son un arma para atacar al gobierno mexicano: Miren lo bien que se está desempeñando el Brasil izquierdista; hagamos lo mismo.

En tanto, cualquier comparación favorable con Míéxico alimenta las ambiciones regionales e internacionales de Brasil: ¿quíé mejor razón para sostener el liderazgo brasileño que evitar una declinación como la de Míéxico, con su historial de fracasos y su alejamiento virtual de Amíérica Latina? Míéxico se está inclinando hacia el norte, no hacia el sur.

Para el resto del mundo, los brasileños están viviendo un cuento de hadas; los mexicanos, una historia de terror.

En realidad, sin embargo, los números no cuadran. Una sorpresa es que el año pasado la economí­a de Míéxico creció más que la de Brasil, crecimiento de 4 por ciento en el producto interno bruto en comparación con 3 por ciento de Brasil. Para 2012, Míéxico espera un crecimiento de 3,5 por ciento; Brasil, 3 por ciento. Si Estados Unidos mantiene su recuperación y China y Europa registran reveses, es posible que la economí­a mexicana supere a la brasileña por segundo año consecutivo.

Los datos muestran que el famoso milagro brasileño está empezando a perder lustre. La Presidenta Dilma Rousseff sintió la necesidad de reducir el gasto preelectoral excesivo ordenado por su predecesor, Luiz Inácio Lula da Silva. Y la tasa de inflación brasileña es el doble que la mexicana.

Es cierto que la clase media brasileña ha crecido y hoy representa una mayor proporción de la población que la de Míéxico. Y desde 2000, Brasil se ha desempeñado mejor que Míéxico en cuanto a reducir la pobreza. Veremos si las estadí­sticas económicas recientes de Míéxico, más sanas, revierten esa tendencia.

Míéxico se ha desempeñado mejor que Brasil en í­ndices como el de la educación, el medio ambiente y la salud pública, según el Informe de Desarrollo 2011 de la ONU; en general, Míéxico ocupó el lugar 57 entre las naciones; Brasil, el 84.

El año pasado, la participación por persona del producto interno bruto en Míéxico fue de aproximadamente 15.000 dólares; el de Brasil, 11.600 dólares. Las estadí­sticas más recientes (2008-2009) del llamado coeficiente Gini, que mide la brecha en los paí­ses ricos y pobres, muestran que Míéxico es ligeramente más igualitario que Brasil.

Cómo considera el mundo a estos dos paí­ses es un asunto de relaciones públicas. Los dos últimos gobiernos brasileños y el actual han llevado a cabo un impresionante programa de autopromoción internacional.

Los dos últimos gobiernos mexicanos actuaron modestamente bien en su promoción de los logros de su paí­s. Pero bajo el actual Presidente, Felipe Calderón, la imagen de Míéxico ha sido constantemente sombrí­a.

El gobierno de Calderón se ha enfocado tenazmente en la guerra contra el crimen organizado. Los resultados -aproximadamente 47.000 muertos en cinco años, según estadí­sticas oficiales- han creado una percepción de catástrofe en Míéxico que no refleja la realidad económica y social del paí­s.

Por una parte, Míéxico está en mejor posición que Brasil para aprovechar las tendencias actuales de la economí­a mundial. La principal exportación mexicana consiste en productos manufacturados (casi tres cuartas partes de sus ventas mundiales totales), principalmente a Estados Unidos. Una economí­a estadounidense más sana impulsa la demanda de exportaciones mexicanas, lo que a su vez crea empleos en Míéxico.

Brasil, a su vez, depende más de productos primarios (materia prima como cafíé, mineral de hierro y soya) que de manufacturas. Los productos primarios o “commodities” integran cerca de 45 por ciento de las exportaciones brasileñas.

China se ha convertido el cliente principal de Brasil. La vibrante economí­a china está mostrando, sin embargo, señales de enfriamiento. Y los precios de algunas de las exportaciones primarias brasileñas tambiíén han registrado un descenso.

La decisión de Míéxico de apoyar al sector de manufacturas y a su integración en la gran economí­a norteamericana se ven ahora como buenas apuestas.

Pronto la perspectiva del mundo sobre Brasil y Míéxico se modificará. Un nuevo Presidente ascenderá al cargo el 12 de diciembre, y es de suponerse que tendrá un enfoque nuevo sobre la guerra contra las drogas.

En 2014, la Copa Mundial expondrá las deficiencias de Brasil en cuanto a infraestructura, comunicaciones, turismo e incluso seguridad, revelando la realidad oculta por la reputación.

Durante los dos últimos decenios, Brasil y Míéxico se han comportado más o menos igual en tíérminos de sus orientaciones polí­ticas, económicas y sociales, pese a la nostalgia actual en Míéxico por el Partido Revolucionario Institucional; y, en Brasil, la arrogancia por el Partido de los Trabajadores. Las historias de los dos paí­ses son de íéxito relativo, y decepciones recurrentes. Ninguno de ambas naciones ha logrado una ventaja permanente sobre la otra, salvo en los campos en los que los brasileños son infinitamente mejores que los mexicanos: el fútbol y la jactancia.


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