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Autor Tema: Las elíéctricas denunciarán cualquier quita del díéficit como ayuda de Estado  (Leído 126 veces)

Eguzki

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Si el Gobierno aplica una quita del díéficit de tarifa se verá las caras en Bruselas con las grandes elíéctricas que sufragan por ley, y "de forma arbitraria", dicha deuda. Las empresas de Unesa tienen previsto denunciar que la medida, además de expropiatoria, es una clara ayuda de Estado que beneficiarí­a a sus competidoras del sector que no la sufragan.
Las cinco grandes elíéctricas (Endesa, Iberdrola, Gas Natural Fenosa, HC Energí­a y Eon España) tienen preparada su artillerí­a judicial contra una hipotíética aplicación por parte del Gobierno de una quita del díéficit de tarifa que, a 31 de diciembre, sumaba 24.000 millones, de los que casi la mitad figuran aún en sus balances y sigue creciendo de dí­a en dí­a. Si en la reforma que el Ejecutivo de Mariano Rajoy está diseñando para resolver este agujero opta por una quita, se las tendrá que ver con las elíéctricas de Unesa en Bruselas.

Una "expropiación" de este derecho de cobro, según la ha calificado la patronal, supondrí­a la modificación de una norma con rango de ley, concretamente, la Ley Elíéctrica, por lo que las afectadas no podrí­an recurrir a los tribunales nacionales. Pero sí­ a la Comisión Europea, a la que elevarí­an una queja contra una medida que consideran una "absoluta ayuda de Estado", de la que se estarí­an beneficiando sus competidoras del mercado de generación que no asumen su coste.

El reparto de la financiación del díéficit de tarifa que el Gobierno socialista incluyó en un real decreto ley en 2005 siempre fue considerado una arbitrariedad, y no solo por las cinco grandes elíéctricas a las que les "cayó el muerto". De hecho, siendo el díéficit un desajuste de ingresos de las actividades reguladas (esto es, de las redes) su financiación no ha corrido a cargo de las distribuidoras, como deberí­a, sino de las grandes generadoras de los cinco grupos incumbentes que cuentan con filiales de distribución.

Industria optó entonces por una solución poco ortodoxa al entender que las distribuidoras no contaban con recursos suficientes (sus ingresos rondan los 5.000 millones de euros anuales) para financiar el díéficit, lo que hubiese provocado su quiebra. El políémico mecanismo era el siguiente: las distribuidoras que entonces recaudaban el dinero de los consumidores (desde julio de 2009 lo hacen las comercializadoras) se quedaban con la retribución que les correspondí­a y, el resto, lo liquidaba la Comisión Nacional de Energí­a (CNE) al resto de beneficiarios, siendo las últimos en cobrar las generadoras.

Si la liquidación no resultaba suficiente (lo que viene ocurriendo desde hace más de una díécada) las grandes elíéctricas se convertí­an en acreedoras de un derecho de críédito con unos intereses no siempre exentos de políémica (en un primer momento se les aplicó el eurí­bor, un sistema que el propio ministerio consideró injusto, y más tarde el precio del mercado). La deuda se titulizaba posteriormente entre entidades financieras y desde hace un año se emite con el aval del Estado.

Sin embargo, desde 2005, la estructura productiva ha dado un vuelco, con la irrupción en el mercado de nuevas instalaciones de renovables (de grandes grupos como Acciona o Solaria) y muchos ciclos combinados de gas que explotan empresas ajenas a Unesa. Así­, en 2010, del total de la potencia instalada (101.000 MW) a estas les correspondí­a una cuota del 62% (cifra similar en el caso de la producción) y el resto a sus competidoras.

Entre el fantasma de la quita y el de la tasa nuclear
El temor de los responsables de las elíéctricas al fantasma de una posible quita de la deuda elíéctrica se ha hecho patente en los últimos dí­as. Una prueba de ello es la presión que están ejerciendo sobre la Comisión Nacional de Energí­a (CNE) para que certifique con urgencia las emisiones del díéficit que está realizando a travíés del fondo de titulización (FADE), un requisito que exige la normativa. Estas presiones y la velocidad a la que están titulizando el díéficit (para este año tienen 10.000 millones susceptibles de colocar con el aval público) responden al temor de un recorte de la deuda, algo que, según informes de la CNE solo podrí­a hacerse sobre la deuda no emitida.

Es evidente que al díéficit titulizado y ya en manos de terceros (entidades financieras) no se le puede aplicar quita alguna. Y, aunque la duda solo planea sobre la que aún no se ha emitido, hay expertos jurí­dicos que consideran que "el derecho de cobro reconocido hasta ahora no se puede tocar, estíé o no titulizado". Otro tanto ocurre con la deuda titulizada aunque no cuente aún con los certificados correspondientes de la CNE.

En cuanto a la tasa o impuesto a la nuclear o la hidráulica que quiere aplicar el Gobierno, correrí­an la misma suerte: Bruselas. En el primer caso, las empresas recuerdan que la energí­a nuclear ya está gravada con una tasa, más concretamente los residuos que genera. Si en lugar de tasa (un gravamen que solo se puede aplicar a quienes reciben el servicio) es optar por un impuesto, las afectadas recuerdan que irí­a a los Presupuestos (a reducir el díéficit público, no de tarifa) y que podrí­a no ser compatible con el IVA y con los gravámenes medioambientales que ya aplican a la actividad elíéctrica algunas comunidades autónomas.