Antonio Brufau no asistió ayer a la presentación de los resultados anuales de Repsol, un acto al que el presidente de la petrolera nunca solía fallar. El motivo de su ausencia es que decidió coger su avión privado de 40 millones de euros con urgencia para intentar evitar la nacionalización de YPF, su filial argentina, de la que tiene un 56% del capital valorado en algo más de 4.000 millones.
Esta participación valía hasta hace un mes 1.500 millones más, importe que ha perdido por el creciente conflicto que la multinacional española tiene con el Gobierno de Cristina Fernández de Kircher. YPF se desplomó anoche un 15% en la Bolsa de Nueva York, hasta su nivel más bajo en tres años, arrastrada por la publicación por un periódico argentino de una información según la cual este jueves podría anunciarse la confiscación de la filial argentina de Repsol. La decisión podría hacerse pública a primera de la tarde hora española en la apertura de las sesiones parlamentarias en Buenos Aires.
La situación es tan delicada que los analistas que ayer asistieron a la conferencia telefónica sobre las cuentas de 2011 centraron gran parte de sus preguntas sobre cuál era la situación de Repsol en Argentina. El director financiero de Repsol, Miguel Martínez, tras dar varias respuestas vagas, se limitó a decir que “estaba mejor que en noviembreâ€, momento en que el citado directivo aseguró que rechazaba cualquier injerencia del Gobierno de Kircher en la política de dividendos de la subsidiaria. A los inversores no les convenció el mensaje y vendieron repsoles a saco, hasta incrementar la caida anual de las acciones al 17%. Un descenso que las convierte en las terceras peores del Ibex, por tan solo detrás de Sacyr y Gamesa.
Kircher acusa a Repsol de no realizar las inversiones suficientes en el país latinoamericano para cubrir la demanda de petróleo, aseveración que rechaza la compañía participada por La Caixa, Pemex y Sacyr Vallehermoso. Al contrario, considera que en los yacimientos descubiertos recientemente en la zona conocida como Vaca Muerta hay un enorme potencial de crudo y gas, que podría ser extraído con un programa de inversiones de unos 2.500 millones al año durante la próxima díécada.
Tres viajes en tres semanas
La abogada peronista considera que no es lícito que YPF reparta un dividendo del 90% de los beneficios cuando considera que no se invierte lo suficiente en el país. Pero tanto Repsol, que recibe unos 400 millones de euros de retribución, como Grupo Petersen, dueños del 25% de la filial, necesitan esos flujos de capital para que los segundos paguen a los primeros el príéstamo de 1.250 millones que le concedió la multinacional española a finales de 2007.
Curiosamente, aquel acuerdo se hizo con el visto bueno de Níéstor Kirchner, el marido de Cristina Fernández, fallecido a finales de 2010, el cual autorizó a la familia Eskenazi a tomar una participación en YPF para “argentinizar†el capital. Sin embargo, ahora los propietarios del Grupo Petersen tienen una relación más que tirante con la presidenta de Argentina.
Este es el tercer viaje de Brufau a Buenos Aires en apenas tres semanas para intentar encontrar una solución a la amenaza de nacionalización. El de Mollerusa ya se reunió en la segunda semana de febrero con el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, y el de Planificación, Julio de Vido, antes de asistir a la reunión del consejo de administración de YPF la semana pasada.
En esa cita, la compañía impidió la entrada al viceministro de Economía, Axel Kicillof, y el secretario de Energía, Daniel Cameron, que iban de la mano del subsecretario de Coordinación y Control de Gestión, Roberto Baratta. La empresa argumentó que Baratta era el único autorizado a tomar parte en la reunión por ser el único representante del Estado en el órgano de gobierno. Lo peor de todo para Repsol es que anoche la Comisión Nacional de Valores, la CNMV argentina, declaró "irregulares e ineficaces" las decisiones de ese consejo en lo que es una medida más de presión. Hace dos semanas, el regulador de energía impuso una multa a YPF y le impidió exportar crudo.
Hasta el momento, la presidenta se ha negado a recibir a Brufau según fuentes locales, información que niega Repsol, que asegura que no ha solicitado ningún encuentro con la primera dama.
