“Los banqueros centrales somos una fuerte hermandad de admiración mutuaâ€, solía decir el ex presidente del BCE Jean Claude Trichet cuando alguien le preguntaba por la actuación de otros bancos centrales.
El único que se atrevió a romper ese código fue William White (Canadá, 1943), ahora presidente del Comitíé de Economía y Desarrollo de la OCDE y durante 13 años economista jefe del Banco Internacional de Pagos, el banco central de los bancos centrales.
Cuando White ocupaba ese cargo osó retar públicamente al entonces indiscutible Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal. White avisó de que su política de tipos bajos estaba creando desequilibrios -como un excesivo endeudamiento- y que la inflación -el elemento clave para determinar si se había estimulado demasiado la economía- podía dar señales erróneas. Nadie le escuchó entonces. Ahora, desde su cargo en la OCDE y como asesor de la canciller alemana íngela Merkel o del G-20, es una de las voces más escuchadas.
En los 90 era distinto
“Francamente, una de las cosas que más me sorprende de esta crisis, especialmente en países como Estados Unidos y Reino Unido, es el escaso número de directivos de banca que ha acabado en la cárcelâ€. Lo dice sin un ápice de vehemencia, pero con firmeza, tras una pregunta sobre los sueldos y compensaciones millonarias de directivos de cajas que han arruinado a sus entidades.
“En los 90, con la crisis de las Saving&Loans (equivalente estadounidense de las cajas de ahorros), miles de personas fueron encarceladas. Esta vez no ha pasadoâ€, continúa el directivo de la OCDE.
“Si alguien está al mando de una institución que ha fracasado en todos los sentidos prácticos, la idea de que se marche con grandes cantidades de dinero es inapropiadaâ€, afirma White, que considera que los primeros que deben pagar un fiasco bancario son los accionistas de la entidad, luego los directivos, despuíés los bonistas y solo en última instancia habría que recurrir al dinero público. Se trata del modelo escandinavo, afirma White: “Los gobiernos asumieron los pasivos bancarios pero diluyeron las participaciones de los accionistas y echaron a los directivosâ€.
Sobre el sistema financiero español se muestra cautamente optimista. Dice que los dos grandes bancos podrán ir digiriendo los activos deteriorados gracias a los beneficios de sus negocios en el extranjero. En cuanto a los pequeños, White alaba la “determinación del gobierno de afrontar el problema de las cajas†y confía en una solución, aunque advierte de que “como ocurre siempre en estas ocasiones, saldrán cosas a la luzâ€.
Eurocrisis: Nadie es Grecia
Buena parte dependerá del íéxito de la reestructuración española dependerá de la solución de la eurocrisis. Según White, las medidas que se están adoptando (fondos de rescate europeos, bazucas del FMI, barra libre del BCE...) funcionarán en la medida en que Grecia sea un caso único: “Es posible pensar que algunos países del euro no tendrán otra opción que pedir una reestructuración ordenada de su deuda, pero por el momento prefiero decir que Grecia es una excepción y ponerme a esperar el mejor de los escenariosâ€.
Aunque reconoce que buena parte de ello dependerá de la confianza que los políticos inculquen en los inversores. “Si los mercados deciden que Portugal tienen que pagar un 20% por sus bonos, tiene un problema. ¿Pero quiíén sabe lo que los mercados dirán? Si miras el problema [de las economías perifíéricas] desde un punto de vista objetivo, y teniendo en cuenta las medidas que se están adoptando, todo debería ir bienâ€. Pero evitar otra quiebra en la zona euro, si bien necesario, no será suficiente para salir de la crisis. Según White quedan más patas que arreglar. Entre ellas, la actitud de Alemania y sus socios triple A de la eurozona hacia el concepto de contención fiscal. “Austeridad para todos al mismo tiempo no es la solución a la crisisâ€, afirma el economista canadiense.
Hace falta otra burbuja
Pero White no pide exactamente un esfuerzo fiscal extra de Alemania y Holanda, a quienes reconoce poco “margen de maniobra†dados sus niveles actuales de deuda -ya por encima de lo que exigen los tratados europeos-. Según el directivo de la OCDE, la solución es más sutil. Y está ocurriendo en estos momentos.
“El BCE tiene un objetivo de inflación, lo que quiere decir que la caída de precios en la periferia debe ser compensada por inflación en el centro. Es pura aritmíéticaâ€. Y White afirma que ya está pasando con los precios inmobiliarios en Alemania, Holanda e incluso Suiza, que están reaccionando al alza ante el actual entorno de tipos bajos.
“Esto significa que los alemanes podrían empezar a sentirse más ricos y ampliar el mercado para las exportaciones españolas. Lo único que hace falta es que estos países -poco acostumbrados a las subidas de precios dejen que eso pase. Que asuman que en una Unión Monetaria, la inflación en un país es la contrapartida de la deflación en otroâ€.
Este razonamiento pone en bandeja la irónica conclusión de White: “Hay que aceptar que la inflación es parte del proceso: para solucionar el pinchazo en España, necesitas una burbuja en Alemaniaâ€.