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Autor Tema: Gran Depresión, Díécada Perdida en Japón, Crisis Asiática ¿la de ahora? Lo peor s  (Leído 235 veces)

Emilio

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domingo 18 de marzo de 2012
Gran Depresión, Díécada Perdida en Japón, Crisis Asiática ¿la de ahora? Lo peor son las expectativas
"Conforme pasa el tiempo, unos y otros debaten sobre las razones de la Gran Crisis Actual al mismo tiempo, que establecen paralelismos con otras Grandes Crisis. Se trata de establecer nuevos parámetros, nuevas reglas de juego. O lo que es lo mismo, aprender del pasado. La pregunta que nos hacemos de manera recurrente en nuestra gestora es ¿A cuál de las Grandes Crisis Anteriores se parece la Crisis Actual? Hay una mayorí­a que apuesta por una Crisis a la Japonesa, pero lo más interesante es, en este encuadre, el perfil de las expectativas. En las Crisis anteriores existí­a el convencimiento de que serí­an superadas (salvo la de Japón, que aún sigue). Es decir, existí­a un sentimiento positivo respecto a las expectativas. En la Crisis actual, lo peor, aparte del convulso dí­a a dí­a, es el deterioro constante de las expectativas. Sí­, expectativas de que lo peor aún no ha llegado. Con estos mimbres, muy difí­cil, que nuestra raquí­tica Bolsa española logre enderezar el rumbo", me dice el presidente de una de las grandes gestoras de fondos españolas.

El Banco Central Europeo publica en su último Informe Mensual dos breves análisis sobre la evolución del dinero y del críédito en tres situaciones extremas de recesión y crisis financiera: la Gran Depresión norteamericana, la Crisis de Japón y la asiática de los noventa ¿A quíé Crisis se parece la actual? Busque o compare. Aquí­ está un resumen de sus resultados, que me facilita Josíé Luis Martí­nez Campuzano, Estratega de Citi en España:

* Gran Depresión - La depresión duró tres años y medio, acompañada de crisis bancarias y un periodo prolongado de deflación - Durante la recesión (1929/33) el dinero y el críédito se redujeron de forma significativa, en igual medida a la recesión en el caso del críédito y algo menor para el dinero - Durante la recuperación de la economí­a, la evolución del dinero y el críédito fue dispar: a la par que la recesión para el dinero cuando el críédito se recuperó más adelante (recuperación sin críédito) - La M2 llegó a recortar más del 20 % en tíérminos nominales....sólo se recuperaron los niveles en 1936 , tres años despuíés de que finalizara la recesión....los depósitos sufrieron con fuerza a favor del efectivo en circulación, los depósitos sólo comenzaron a recuperarse hasta 1933.

- El críédito llegó a retroceder a ritmos del 10/20 % en tasas reales, caí­das que se mantuvieron una vez finalizada la recesión...sólo en 1934 se moderó, cuando el signo positivo sólo se recuperó en 1936: en total el volumen de críédito se recortó un 50%..se habla de una caí­da de la demanda de críédito ante la recesión pero tambiíén ante un recorte de la oferta, tanto por la dificultad de valorar el riesgo en una situación de quiebras continuadas en el sector financiero y a la búsqueda por la banca de reforzar su balance

* La Díécada Píérdida en Japón

- Durante la díécada de los noventa la economí­a japonesa se vio sacudida por la combinación de una crisis financiera y bursátil

- Tanto el dinero como el críédito cayeron con fuerza tras el descalabro del mercado a principios de los noventa

- Pero a mediados de la díécada comenzaron a divergir: recuperación moderada del dinero, pero con el críédito a la baja durante toda la díécada

- Entre la trampa de la liquidez y la contracción del críédito: la ineficiencia de la expansión monetaria y el deterioro de la solvencia, con retraso en la respuesta de las autoridades para que se sanearan los balances de las entidades financieras

* Crisis asiática en 1997/99

- Hablamos de la combinación de una Crisis financiera y cambiaria con importante contracción del crecimiento y del críédito

- El comportamiento de la liquidez fue más moderado, pero el críédito interno tras una primera neutral recortó con fuerza

- La recuperación de los niveles de críédito iniciales no se produjo hasta doce trimestres tras iniciarse la Crisis en 1997

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Germán Gorraiz López ha escrito en LACARTADELABOILSA que la irrupción de la crisis económica en la aldea global ha provocado la aparición de nuevos retos para gobiernos e instituciones sumidas en el desconcierto y en la incredulidad, dibujándose un escenario de crisis e inestabilidad mundiales que terminará de perfilarse en la próxima díécada, pues el l fenómeno de la globalización económica ha conseguido que todos los elementos racionales de la economí­a estíén interrelacionados entre sí­ debido a la consolidación de los oligopolios, la convergencia tecnológica y los acuerdos tácitos corporativos por lo que la crisis económica será global y vinculante. Para llegar a dicha crisis, (cuyos primeros bocetos ya están perfilados y que terminará de dibujarse en el próximo quinquenio), han contribuido los siguientes elementos: Sustitución de la doctrina económica de Equilibrio presupuestario de los Estados por la del Díéficit endíémico, práctica que por mimetismo, adoptarán las economí­as domíésticas y las empresas y organismos públicos y privados contribuyendo a la desaparición de la cultura del ahorro, endeudamiento crónico y excesiva dependencia de la Financiación Exterior.

Instauración del consumismo compulsivo en los paí­ses desarrollados, favorecido por el bombardeo incesante de la publicidad, el uso irracional de las tarjetas de plástico, la concesión de críéditos instantáneos con sangrantes intereses y la invasión de una marea de productos manufacturados de calidad dudosa y precios sin competencia, provenientes de los paí­ses emergentes.

Polí­tica suicida de las principales entidades bancarias mundiales, en la concesión de críéditos e hipotecas de alto riesgo: Inmersos en la vorágine expansiva de la economí­a mundial del último decenio y en aras de optimizar su cuenta de resultados, actuarán obviando las más elementales normas de prudencia crediticia, convirtiíéndose en meros brokers especulativos y descuidando las dotaciones a los Fondos de Provisión e Insolvencia y unido a la falta de supervisión por parte de las autoridades monetarias de los í­ndices de solvencia de las entidades bancarias, originará la crisis de las subprime de EE.UU., seguida de un goteo incesante de insolvencias bancarias, una severa contracción de los príéstamos bancarios y una alarmante falta de liquidez monetaria y de confianza en las instituciones financieras.

Obsesión paranoica de las multinacionales apátridas o corporaciones transnacionales, por maximizar los beneficios, debido al apetito insaciable de sus accionistas, al exigir incrementos constantes en los dividendos. Para ello, no dudarán en endeudarse peligrosamente, en aras del gigantismo, mediante OPAS hostiles e intensificando la polí­tica de deslocalización de empresas a paí­ses emergentes, en aras de reducir los costes de producción, (dado el enorme diferencial en salarios y la ausencia de derechos laborales de los trabajadores), lo que provocará un severo impacto en los sectores del calzado y marroquinerí­a, textil, equipamiento deportivo, electrodomíésticos de baja y media gama e industria auxiliar del automóvil de los paí­ses desarrollados, la consiguiente inanición laboral y el retorno en la próxima díécada a tasas de paro desconocidas desde la II Guerra Mundial.

Brutal incremento del consumo de materias primas y productos elaborados por parte de los paí­ses emergentes, debido a sus espectaculares crecimientos de los PIB anuales en el último decenio que coadyuvado por la intervención de los brokers especulativos, ha conllevado una espiral de aumentos de precios imposibles de asumir por las economí­as del Primer Mundo, (al no poder revertirlas en el precio final del producto dados sus altos costes de producción), y como consecuencia de lo anterior, se ha producido una sensible píérdida de su competitividad, estancamiento de sus exportaciones y aumento de los Díéficits por Cuenta Corriente y Deuda Externa, dibujándose un escenario a cinco años en el que se regresarí­a al proteccionismo económico, con la consiguiente contracción del comercio mundial y subsiguiente finiquito a la globalización económica.

A ello se añadirí­a el riesgo de estallido de la actual burbuja bursátil, hija de la euforia de Wall Strett (y por extrapolación del resto de bolsas mundiales) tras los resultados de los llamados “test de estríés” de las entidades financieras llevadas a cabo por la Administración USA; de la llegada de pequeños y medianos inversores tras el estallido de la burbuja inmobiliaria; de la bajada espectacular de los rendimientos de Fondos de Inversión y Renta fija y en especial del regreso a los parquíés de los brokers especulativos a la caza de gangas virtuales tras el hundimiento del precio del petróleo y las commodities agrí­colas.

Gíénesis de la burbuja:

Racionalidad limitada: La desconexión con la realidad por parte de los inversores les llevarí­a a justificar la exuberancia irracional de los mercados ( creándose un mundo virtual de especulación financiera que nada tendrí­a que ver con la economí­a real) y a extrapolar las rentabilidades actuales como un derecho vitalicio lo que unido a la píérdida de credibilidad de las agencias de calificación como Moody’s (al no haber predicho la actual crisis), coadyuva a que el mercado permanezca insensible al recorte de rating de las compañí­as que cotizan en la bolsa.

Especulación: El proceso especulativo impulsa a comprar con la esperanza de sustanciosas ganancias en el futuro, lo que provoca una espiral alcista alejada de toda base factual y el precio del activo llega así­ a alcanzar niveles estratosfíéricos hasta que la burbuja acaba estallando (crash) debido a la venta masiva de activos y la ausencia de compradores, lo que provoca una caí­da repentina y brusca de los precios,( hasta lí­mites inferiores a su nivel natural) dejando tras de sí­ un reguero de deudas ( crack bursátil)

Incertidumbre sobre el nivel suelo de los valores bursátiles: Un inversor está dispuesto a pagar un precio por una acción si le reporta dinero en el futuro, por lo que el valor de dicha acción es el total de flujos esperados. El nivel suelo de las Bolsas mundiales, (nivel en el que confluyen beneficios y multiplicadores mí­nimos), se situarí­a en la horquilla del 6000 y 7000 puntos en Mercados Bursátiles como el Dow Jones , Nikkei o el Ibex 35, debido a la mayor virulencia y profundidad que presenta la crisis económica y muy lejos de los estratosfíéricos techos actuales que rememoran valores