China ha puesto de nuevo el anzuelo. Grandes contratos, financiación y un mercado en rápido crecimiento. Todo a cambio de una tecnología considerada estratíégica. El país asiático, que padece graves problemas de escasez de agua en zonas de la costa y el norte, está atrayendo a firmas foráneas punteras en desalación.
Entre ellas están las españolas Abengoa Water (antigua Befesa), que ha ganado su segundo concurso en el país, y Acciona Agua (antigua Pridesa), que prepara su desembarco.
Pekín quiere cuadruplicar la capacidad de desalinización de aquí a 2015, hasta alcanzar entre 2,2 y 2,6 millones de m3 diarios, así como desarrollar una industria nacional de primer nivel. Concretamente, el objetivo del Gobierno es que el 70% de todos los equipos de desalación sean fabricados con tecnología local, de acuerdo a una reciente “opinión†del Consejo de Estado que precisa los objetivos del 12º Plan Quinquenal.
Las autoridades, que planean poner sobre la mesa entre 1.300 y 1.600 millones de euros hasta 2015, están atrayendo a las compañías más potentes del globo, sobre todo de Singapur, Francia, Israel y España.
Abengoa
Abengoa es una de las firmas que ya se está beneficiando del boom. Este verano prevíé terminar la construcción de su primera desaladora en el gigante asiático, situada en Qingdao. Y ya ha firmado un acuerdo con las autoridades de la ciudad de Dalian para desarrollar su segundo proyecto en la isla de Changxing. De acuerdo al Informe Anual 2011 de la firma andaluza, esta última planta se llevará a cabo en colaboración con la japonesa Hitachi.
Abengoa no ha hecho público a cuánto ascenderá la inversión para la nueva desaladora, así como otros detalles de la operación. Contactada por EXPANSIí“N, la empresa ha declinado hacer ningún comentario. Sin embargo, en su informe anual consta que la planta de Changxing tendrá una capacidad de 800.000 m3 al día, es decir, ocho veces más que la de Qingdao.
Si no se trata de un error en el documento –dicho volumen supondría cuadriplicar la capacidad de la desalinizadora más potente del gigante asiático-, todo apunta a que el nuevo contrato superará la inversión de más de 135 millones de euros desembolsada en el proyecto de Qingdao, cuya construcción Abengoa prevíé terminar este verano y que incluye una concesión para la operación y el mantenimiento de la planta por un periodo de 25 años.
El proyecto de Qingdao ha sido financiado en un 70% por un consorcio de bancos chinos, que cuentan con abundante liquidez para apoyar las industrias que el Estado considera estratíégicas. Precisamente, el acuerdo de financiación es el que está ahora pendiente de firma en el caso del contrato de Changxing, según una fuente familiarizada con la operación.
El íéxito de Abengoa en China no ha pasado desapercibido para otras empresas españolas, especialmente para las filiales de las grandes concesionarias de infraestructuras, que disponen de tecnología punta y han estado pujando de forma competitiva en el extranjero. Así, OHL, Ferrovial, FCC y Sacyr Vallermoso han estado en los últimos cinco años tanteando el mercado chino, de acuerdo al testimonio de un consultor.
Acciona Agua, por otra parte, ya ha contratado un equipo que está ultimando la puesta en marcha de una oficina de representación comercial en Pekín, tal y como consta en una información del Icex y EXPANSIí“N ha confirmado a travíés de diversas fuentes. La firma española se retiró del sector de los aerogeneradores en China en 2009, tras vender su participación en una empresa conjunta con un socio local.
Pero en China hay que jugar según las reglas chinas. Y al igual que ha sucedido en otros ámbitos, como la alta velocidad ferroviaria o la energía eólica, las políticas industriales del país asiático van destinadas en última instancia a elevar el nivel tecnológico de las empresas locales y convertirlas en actores competitivos a nivel global.
En la desalinización no existe una regulación que obligue a las firmas extranjeras a transferir tecnología a las empresas chinas. Sin embargo, este objetivo se consigue de dos formas indirectas, tal y como explica Olivia Jensen, del Global Water Intelligence.
“En primer lugar, para tener posibilidades de ganar un concurso, normalmente hay que presentar la oferta con un socio chino. En segundo lugar, están los Institutos de Diseño, organismos estatales encargados de aprobar los proyectos, a los que las empresas extranjeras están obligadas a facilitar detalles de sus proyectos. Y estos Institutos de Diseño tienen tambiíén empresas afiliadas que desarrollan sus propias plantasâ€, subraya Jensen.
Desarrollo
China tiene en estos momentos unas 40 instituciones involucradas en la investigación y el desarrollo sectorial y alrededor de 600 empresas que manufacturan equipamiento, de acuerdo a datos del China Daily.
“En cinco o diez años como máximo, la mayor parte del mercado local estará en manos de empresas chinas; no es muy diferente a lo que sucedió con el tren de alta velocidadâ€, prevíé Jensen.
Pedro Conesa, director de Interchina en España, opina, sin embargo, que “la clave no es si te copian la tecnología o no; porque al final la pueden copiar de empresas francesas o israelíes. La clave es desarrollar alianzas estratíégicas con los chinos para posicionarse mejor en el mercado global y competir en otros países. Los chinos pueden aprovechar las conexiones españolas en Latinoamíérica y las firmas españolas sus relaciones en ífrica u otras regionesâ€.
Como decía recientemente en una entrevista en EXPANSIí“N Javier Serra, jefe de la diplomacia económica española en China, lo que existe en el país asiático en los sectores industriales son “ventanas de oportunidad, que se abren cuando surge la necesidad y se cierran cuando los chinos aprenden a hacerloâ€.