Gota a gota. Cada semana que pasa, Repsol ve cómo los gobiernos provinciales de Argentina van rescindiendo las concesiones que su filial YPF tiene sobre las explotaciones petrolíferas. Esta semana será como las anteriores, pero con un punto de relevancia aún mayor, dado que Martín Buzzi, el gobernador de Chubut, anunció el sábado que la provincia iniciará en los próximos días la reversión de la concesión que la petrolera tiene sobre el área conocida como Manantiales Behr, una zona yacimientos que representa el 10% de la producción de la compañía en todo el país, la segunda más importante.
A pesar de la trascendencia de la medida, la cuestión de fondo para Repsol pasa por saber cuándo y cómo el ejecutivo de Cristina Fernández de Kirchner tiene pensado hacerse con las riendas de YPF. Dependiendo de los formalismos jurídicos que se tomen, bien sea una intervención o una nacionalización, según la versión oficial publicada por Página12, por lo que el papel de la petrolera española está reducido a la pura resignación, por mucho que estíé recurriendo cada una de las concesiones que pierde y por mucha intermediación que pueda lograr del Reino de España o EEUU para evitar lo que parece más que previsible.
Cada vez más, el marco para que esto ocurra va definiíéndose. Este mismo lunes, 2 de abril, es feriado nacional en Argentina. Se celebra el día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas (1982), el otro gran asunto manejado por el gobierno de Cristina Kirchner para mantener a la opinión pública afecta a su mandato. Mientras, una nueva hornada de dirigentes, los jóvenes economistas agrupados bajo el colectivo La Cámpora, lleva de verdad las riendas del país gracias a la confianza delegada por la nueva Evita, que ha vaciado de poder a su equipo de ministros, muchos heredados de su marido Níéstor.
Ni siquiera del plan ideado por el difunto presidente de nacionalizar el accionariado de YPF con empresarios locales afines colma al gobierno de su viuda. En este caso, la familia Eskenazy (Grupo Pertersen), propietaria de un 25% de la petrolera argentina, se ha visto tambiíén señalada como corresponsable junto a Repsol en la deriva de la gestión sobre la antigua compañía nacional de hidrocarburos. Por este motivo, la savia nueva del gobierno está decidida a quitarse de encima a esta burguesía fallida y a desembarcar, desde el Estado, en la dirección de compañías en las que prevalece la función de "bien estratíégico".
La determinación de este nuevo grupo de poder, cuya cabeza visible es Axel Kicillof, viceministro de Economía, está todavía libre de mácula. Como explica un reconocido intermediario para describir la nueva situación política de Argentina, utilizando el caso de Repsol sólo como un ejemplo, "el problema ahora es que los interlocutores válidos de antes ya no mandan (Julio De Vido...) y que los nuevos, al estar en su primera experiencia política de poder, todavía son incorruptibles". Estas resistencias de juventud están llamadas a suavizarse con el tiempo, pero igual para entonces ya es demasiado tarde para Repsol.
De momento, mientras el temido día D llega, la petrolera presidida por Antonio Brufau cuenta las semanas por el número de rescisiones que le han ejecutado. Hasta el momento, YPF ha perdido ya doce concesiones y está en puertas de perder una de las principales, que aporta 3.100 metros cúbicos diarios de media. Y como ocurre en la mayoría de los casos, siempre bajo la justificación de falta de inversión en los activos para aumentar la producción y evitar así que este próximo invierno (austral) el país sea deficitario en energía, a pesar de sus reservas, y tenga que afrontar problemas de suministro.