Se cumpla o no la amenaza del Gobierno argentino de expropiar YPF a Repsol, lo cierto es que la compañía española tiene un grave problema con el que todavía es su socio en el país latinoamericano. El Grupo Petersen le adeuda 1.542 millones de euros a la petrolera española porque Repsol le financió la compra del 25% de la filial argentina, que ahora vale un 40% menos de lo que pagó la familia Eskenazi.
El Grupo Petersen fue el inversor argentino que Repsol eligió a finales de 2007 para apaciguar sus ya convulsas relaciones con el Gobierno de Níéstor Kirchner, el difunto marido de Cristina Fernández de Kirchner, la actual presidenta de la República. Antonio Brufau pactó la venta de un 14,9% del capital de YPF por 2.235 millones de dólares, de los cuales la multinacional española le prestó 1.016 millones de dólares (785 millones de euros).
Esa operación incluía una opción de compra por un 10% adicional ejecutable a los cinco años, ejercicio que los Eskenazi adelantaron a principios de 2011 por 1.310 millones. Repsol, como buen amigo, le concedió un segundo príéstamo de 626 millones de dólares (484 millones de euros). Además, Brufau le dio otras líneas de críédito hasta elevar el saldo deudor a finales del pasado año a 1.542 millones de euros, 598 millones más que a 31 de diciembre de 2010.
El problema para Repsol es que esos tenían dos condiciones vitales. La primera es que el acuerdo con los Eskenazi contemplaba y contempla que el pago de los intereses y del principal se haría con los dividendos abonados por YPF. Por ese motivo, los dos socios aprobaron repartirse el 90% del beneficio de la filial argentina para que Petersen pudiera hacer frente a la deuda con la española. Una generosa fórmula que ahora se ha truncado porque el Gobierno de Kirchner ha obligado a YPF a no retribuir a los accionistas con dinero efectivo al no dejarle repatriar las ganancias.
La segunda es que los Eskenazi no amortizan el principal de los príéstamos hasta mayo de 2013, en el caso de los 1.016 millones de dólares iniciales, y hasta noviembre de 2016 en el caso de la segunda línea de financiación. Hasta el momento, Petersen solo ha hecho frente a los intereses, que son del 8,12 y del 7,40%, respectivamente. A partir de que se comience a pagar el principal de los príéstamos, los diferenciales se reducen al 7 y al 6,50%.
Si el Gobierno peronista de Cristina lleva a cabo la amenaza de nacionalizar YPF; esos 1.542 millones de deuda concedida por Repsol a los Eskenazi peligra y mucho. Especialmente porque la garantía de los príéstamos son las acciones de la filial argentina, que hoy cotiza un 40% por debajo del precio de compraventa entre el grupo español y Petersen. Cuando firmaron el acuerdo de amistad, que incluyó la entrega de la gestión de YPF a la familia, con Sebastián Eskenazi al frente, la subsidiaria se valoró en 15.000 millones de dólares, casi lo mismo que pagó Repsol en 1998 cuando compró la compañía.
Esta semana ha acabado en la Bolsa de Nueva York con una tasación de poco más de 8.500 millones, por lo que los argentinos acumulan una píérdida de 1.500 millones sobre una inversión de 3.630 millones.