La última vez que las acciones de Sony estaban a su valor actual, el Walkman se empezaba a vender en Occidente y la compañía se encontraba a punto de revolucionar la forma en la que la gente escuchaba música. Era 1980. Más de tres díécadas despuíés la empresa vale una díécima parte que Samsung y 37 veces menos que Apple. 'Game Over', empiezan a augurar algunos analistas, recordando el mensaje que durante años irritó a los clientes de videojuegos de la firma japonesa.
El imperio Sony se tambalea por la competencia de la firma del difunto Steve Jobs y el empuje de las grandes marcas coreanas. Su división de televisores no gana dinero desde hace ocho años y casi todos sus productos tecnológicos son deficitarios o están perdiendo mercado frente a sus rivales. ¿El departamento que mejor va en todo el conglomerado? Su banco de inversiones.
El menor de los problemas de Sony son los 456.700 millones de yenes (4.423 millones de euros) que perdió en 2011, la cifra que hizo que sus acciones cayeran el pasado viernes a mínimos de 32 años.
La verdadera crisis es de identidad e ideas, con ingenieros y directivos que no parecen encontrar la manera de reanudar la fábrica de trucos tecnológicos que llevó a la empresa a definir cómo debía ser el entretenimiento en casa. Lejos quedan los días en que Sony podría cobrar un extra por productos que siempre iban dos pasos por delante del resto. "No veo la forma en que Sony pueda revivir", ha asegurado a 'The New York Times' Yoshiaki Sakito, un antiguo directivo de la compañía.
La empresa no supo leer el futuro digital o las posibilidades de Internet. Tampoco consiguió encontrar la fórmula con los telíéfonos móviles a travíés de su recientemente rota alianza con Ericcson. En las tabletas apenas sigue la estela de Apple.
A todo ello se ha sumado un yen fuerte que encarece sus exportaciones e imprevistos como el tsunami del año pasado en Japón, que interrumpió su producción. El resultado es una crisis que supone un golpe al orgullo de Japón, donde Sony ha sido durante más de seis díécadas el símbolo de lo mejor que podía ofrecer el país.
Las tiendas de Sony han sido reflejo de evolución de un país que emergió del desastre de la II Guerra Mundial para convertirse en apenas tres díécadas en la segunda economía del mundo, un puesto ahora cedido a China.
Problemas similares a los suyos están afectando a empresas como Panasonic o Sharp, pero ninguna tenía el aura de invencibilidad de la firma fundada en 1946 por Akio Morita y Masaru Ibuka con la intención de crear "tecnología que otros no puedan igualar".
La estrategia de supervivencia pasa ahora por hacer menos productos, más compenetrados. Es lo que su nuevo presidente Kazuo Hirai llama One Sony, un intento de integrar la televisión, la consola, los ordenadores, los telíéfonos y las tabletas en una experiencia total y única. La retaguardia de lo que se espera sea una lucha por la supervivencia la formarán los catálogos de música y cine de la multinacional, propietaria de los estudios Columbia. "Recuperaremos el viejo esplendor de Sony", ha prometido Hirai.