http://www.facebook.com/groups/despierta.ahora/permalink/381893498514766/Cómo Prevenir las Enfermedades Físicas
La obediencia a las leyes físicas de Dios, constituye el mejor míétodo para prevenir toda enfermedad corporal.
Evitad los excesos en la alimentación. Una gran mayoría de personas muere a causa de su propia gula, y de su ignorancia con respecto a los hábitos dietíéticos correctos.
Obedeced las divinas leyes de higiene. La práctica de la higiene de la pureza mental es superior a la higiene física, mas no por ello debe despreciarse la importancia de esta última. No viváis, sin embargo, conforme a reglas de higiene tan rígidas, que la menor desviación de ella os perturbe.
Prevenid el endurecimiento de las arterias por medio de la dieta adecuada.
Evitad someter al corazón a un trabajo exclusivo; el temor y la ira fatigan este órgano. Tanto a travíés de la práctica del míétodo de Self RealizQtion Fellowship, como del cultivo de la serenidad mental, brindadle al corazón el reposo necesario.
Si estimamos que la cantidad de sangre expulsada en cada contracción de los ventrículos del corazón suma alrededor de ciento quince mililitros, este órgano movería un peso equivalente a ocho kilogramos de sangre en un minuto. Así pues, en el lapso de un día, el corazón impulsaría aproximadamente doce toneladas de sangre, y en un año este valor ascendería a cuatro mil toneladas. Estas cifras demuestran el enorme trabajo desarrollado por el corazón.
Generalmente se considera que el corazón reposa entre cada contracción (durante el período diastólico o de expansión) con lo cual recibiría, cada veinticuatro horas, un descanso total de nueve horas. Este período diastólico, sin embargo, no corresponde a un verdadero reposo, sino que constituye simplemente una etapa de preparación para el movimiento sistólico siguiente. Las vibraciones provocadas por la contracción de los ventrículos reverberan a travíés de los tejidos cardíacos durante su relajación, y por lo tanto el corazón nunca se encuentra realmente en reposo.
Estando el músculo cardíaco sometido día y noche a un continuo desgaste de energía, naturalmente tiende a extenuarse. Por consiguiente, sería de considerable valor para el mantenimiento de la salud, el depararle a este músculo un reposo adecuado. El control consciente del sueño, el aprender a dormir y a despertar a voluntad, constituyen parte del entrenamiento, una de cuyas fases capacita al hombre para regular los latidos cardíacos. Cuando se es capaz de controlar conscientemente el palpitar del corazón, se ha alcanzado el dominio sobre la muerte. Tanto el descanso físico como la renovación de la energía producidos durante el sueño normal, constituyen sólo un pálido reflejo de la
maravillosa calma y fortaleza obtenidas a travíés del "sueño consciente", en el cual incluso el corazón reposa.
Dijo San Pablo (Corintios 15:31): "...por la gloria que en orden a vosotros tengo en Cristo Jesús, nuestro Señor, cada día muero", esto es, la santa paz que acompaña a la Conciencia del Cristo, descansa o detiene el corazón. Numerosos son los pasajes bíblicos que revelan el hecho de que los antiguos profetas dominaban el arte del reposo cardíaco, ya fuese a travíés de la meditación científica o de la total entrega espiritual a Dios.
En el año 1837, cierto conocido fakir hindú llamado Sadhu Haridas, fue sepultado bajo tierra por orden de Ranjit Singh, Maharajá de Punjab, como parte de un experimento rigurosamente controlado.
Bajo constante vigilancia, este hombre permaneció enterrado durante cuarenta días, en el interior de una cavidad completamente amurallada. Al cabo de dicho plazo, su cuerpo fue desenterrado ante la presencia de numerosos dignatarios de la corte, además de algunos caballeros ingleses, entre quienes se contaba el Coronel Sir. C. M. Wade, de Londres. Sadhu Haridas reasumió la respiración y se reintegró a la vida normal. Con ocasión de un experimento anterior, dirigido por el Rajá Dhyan Singh en Jamu, Cachemira, Sadhu Haridas permaneció sepultado durante cuatro meses. Este hombre había dominado el arte tanto de controlar como de hacer descansar el corazón.