El críédito ligado al sector promotor de Banco Valencia se incrementó en casi 2.000 millones de euros en 2011, lo que supuso que su exposición en este sector sobre el críédito total pasase del 16,3 por ciento del año anterior, en el que se realizó la fusión que dio lugar a Bankia, hasta el 28,6 por ciento en diciembre de 2011.
En 2010, según los datos de cierre de año que figuran en el informe anual auditado por Deloitte, la entidad levantina tenía una cartera crediticia de 19.029 millones de euros, de los cuales consideraba que 3.107 millones estaban ligados al riesgo constructor e inmobiliario, lo que suponía tener un grado de exposición similar al del resto del sector.
Todo cambia en el informe del año siguiente. Los críéditos totales han bajado en 1.500 millones de euros, hasta los 17.500 millones, y los críéditos al sector promotor e inmobiliario crecen en un descabellado porcentaje del 61,3 por ciento, al alcanzar ahora los 5.000 millones de euros.
La explicación del banco es, cuando menos, sorprendente. Asegura que la variación corresponde, "en su práctica totalidad" a que existían contratos de críédito a cierre de 2010 que "se clasificaban en sectores distintos de la promoción inmobiliaria y construcción", y que un año despuíés, atendiendo, según explica en el informe, a la clasificación de actividad del deudor, "se han reclasificado como riesgo vinculado al sector de la promoción inmobiliaria y constructor".
Es decir, que lo que antes del nacimiento de Bankia no tenía relación con el sector promotor, doce meses despuíés sí lo tiene, lo que no sólo supone reconocer que de cada 10 críéditos concedidos, tres se dirigen al sector promotor, muy por encima de las prácticas habituales, sino que se multiplican tambiíén las necesidades de provisiones.
Multiplicación del deterioro
Y es que no sólo aumentan los activos inmobiliarios, sino que los críéditos que se pueden considerar problemáticos tambiíén presentan un vertiginoso deterioro en el lapso de doce meses.
Así, en 2010, los críéditos dudosos, subestándar (a corriente de los pagos pero con alta probabilidad de incurrir en morosidad) y adjudicados, sumaban 1.371,2 millones de euros.
Pero al final de 2011, los activos problemáticos alcanzan 3.568 millones de euros, es decir 2,6 veces más que en el ejercicio anterior.
Por otro lado, las provisiones específicas para cubrir estos activos eran sólo de 190 millones en 2010, mientras que un año despuíés rozan los 1.000 millones de euros, más de cinco veces más.
En 2010 Caja Madrid, Bancaja y otras cinco pequeñas entidades negocian su fusión. Para establecer la viabilidad de la operación, así como el peso de cada uno en la nueva entidad, los auditores se encargan de hacer las valoraciones, que serán determinantes para dar luz verde a la fusión y establecer la correlación de fuerzas. En Caja Madrid, Bancaja y Banco Valencia el auditor es Deloitte, lo que desde el sector se interpreta como un posible conflicto de intereses.
Cuando nacen las negociaciones para fusionarse con Caja Madrid, Bancaja controla el 38 por ciento del capital de Banco de Valencia y los principales puestos de la cúpula son ocupados por gente de la caja levantina. Así, el presidente del banco es en 2010 Josíé Luis Olivas, tambiíén presidente de Bancaja, y el consejero delegado, Domingo Parra. El escándalo estalla en noviembre de 2011, cuando se descubre que la situación de Banco de Valencia dista mucho de ser sólida, ya que tiene un agujero patrimonial de más de 800 millones de euros y el FROB toma el control al renunciar Bankia a recapitalizar la entidad, con la oposición de la entonces ministra de Economía, Elena Salgado.
Enfrentamiento con Olivas
Meses antes, y en medio de insistentes rumores sobre la verdadera situación de Banco de Valencia, las relaciones entre Olivas, tambiíén vicepresidente de BFA, y Rodrigo Rato se rompen. El presidente de Bankia se siente engañado, por su homólogo en Bancaja y por la auditora de ambas, por lo que pide otra auditoría de Banco de Valencia para, en función del contrato de fusión, rebajar el peso de Bancaja en el nuevo grupo BFA-Bankia. En septiembre Parra había dimitido y pasado el testigo a Aurelio Izquierdo. Un mes despuíés es Olivas el que se quita de enmedio y cede a Izquierdo la presidencia.
Ahora Banco de Valencia está en pleno proceso de subasta. El Frob, con cargo al Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) ha recapitalizado la entidad con 1.000 millones de euros y ha tomado el 91 por ciento de su capital y al ganador de la puja le espera un EPA (esquema de protección de activos) de unos 5.000 millones de euros.
Los antiguos gestores de Banco de Valencia se enfrentan ahora a una acción social de responsabilidad por parte de los accionistas del banco, principalmente el Frob, anunciada en la reciente junta de la entidad. Se piden responsabilidades para Olivas, que aún es presidente de Bancaja, para Aurelio Izquierdo, a quien Olivas repescó de Banco de Valencia para nombrarlo director financiero de Bancaja hace pocos meses. Tambiíén para Domingo Parra, quien se apresuró a decir cuando estalló el escándalo que Olivas era el máximo ejecutivo y por el que pasaban todas las decisiones importantes del banco.
