Los nuevos críéditos concedidos por los cuatro grandes bancos estatales de China apenas han crecido en las dos primeras semanas de mayo, encendiendo la alarma entre los economistas.
El Industrial&Commercial Bank of China (ICBC), el China Construction Bank, el Bank of China y el Agricultural Bank of China –instituciones que suman el 50% de los depósitos y entre el 30% y el 40% del críédito en el país- han mostrado un crecimiento neto de los príéstamos cercano a cero en los primeros quince días del mes, según informa Caijing, lo que se une a un incremento ya de por sí muy díébil en abril.
El parón del críédito ha alimentado las previsiones negativas entre los economistas y los llamamientos al Gobierno para que relaje más la política monetaria, en particular rebajando los tipos de interíés. El 12 de mayo el Banco Central ya recortó un 0,5% el coeficiente de reserva bancario, situándolo en el 20% para la mayoría de entidades, a fin de incrementar la liquidez del sistema.
"La significativa caída del críédito indica que la economía real se está ralentizando a un ritmo más rápido del esperado", explicó al Global Times Lu Qianjin, profesor de la universidad de Fudan.
"Es preocupante ver el repentino desplome en los nuevos príéstamos de los cuatro bancos, lo que apunta a una economía que se está debilitando; si la situación continúa así, es probable que los reguladores chinos relajen más aún la política monetaria para impulsar el crecimiento", dijo a la misma publicación Sheng Hongqing, economista jefe del China Everbright Bank.
Una fuente anónima del ICBC resumía a Caixin las razones de la anemia prestamista en la banca china: "El príéstamo dirigido a los municipios y al mercado inmobiliario está restringido y, por otro lado, la situación del comercio exterior no es buena tampoco".
Durante una visita a Wuhan en el fin de semana, el primer ministro, Wen Jiabao, apeló a redoblar los esfuerzos para estimular el crecimiento. "La relación entre mantener el crecimiento, ajustar las estructuras económicas y gestionar la inflación debe ser administrada de forma correcta", afirmó en unas declaraciones recogidas por la agencia Xinhua. "Debemos seguir implementando una política fiscal proactiva y una política monetaria prudente, al tiempo que elevamos la prioridad de mantener el crecimiento".
El PIB chino creció un 8,1% interanual en el primer trimestre de este año, en comparación con el 8,9% del último cuarto de 2011.
Existen, además, otras señales que apuntan a un frenazo de la economía del gigante asiático, sobre todo en el sector inmobiliario, que lleva varios meses consecutivos de bajada en las ventas. Este enfriamiento, sin embargo, se debe tambiíén a las restricciones impuestas por el Ejecutivo para parar la burbuja. Aún así, Patrick Chovanec, profesor de la universidad de Tsinghua, apunta que "es probable que la inversión en el mercado inmobiliario se frene o empiece a caer, llevándose varios puntos porcentuales de crecimiento del PIB".
China se encuentra en un punto de inflexión para su economía.
El modelo de crecimiento utilizado en los últimos 30 años –basado en la inversión y en la exportación- está mostrando síntomas de agotamiento. Las autoridades chinas, así como los analistas internacionales, tienen hecho el diagnóstico desde hace tiempo: el gigante asiático debe trasformar su modelo económico hacia uno fundamentado en el consumo interno.
Pero la práctica está resultando mucho más difícil que la teoría, en especial en el contexto de la crisis global, que lleva años lastrando la economía de los principales mercados de exportación del país asiático: la Unión Europea y Estados Unidos. Para hacer frente a las turbulencias internacionales, Pekín puso en marcha en 2008 un plan de estímulo de 400.000 millones de euros, al tiempo que ordenó al sistema financiero, en manos del Estado, multiplicar sus críéditos.
Ahora, sin embargo, el margen de actuación para estimular la economía inyectando liquidez es mucho menor. Arthur Kroeber subraya que la ratio de endeudamiento no financiero (del Gobierno, las familias y las empresas) sobre el PIB pasó del 160% en 2008 al 200% en 2011, un incremento lo suficientemente rápido como para generar una crisis financiera, a pesar de que el resultado aún está por debajo de la media de la OCDE (250%).
La conclusión de Kroeber es que es difícil que China siga creciendo como hasta ahora, inyectando grandes cantidades de dinero y otros recursos en el sistema, y que debe utilizar mejor el capital, de forma más eficiente, al tiempo que reduce progresivamente el endeudamiento. Una clave para lograr este reto es la reforma del sistema bancario, que Pekín ha iniciado con un proyecto piloto en la ciudad de Wenzhou.