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Autor Tema: EEUU halla miles de piezas chinas falsas en sus misiles y aviones militares  (Leído 230 veces)

Eguzki

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Despuíés de descubrir tiendas Apple que no lo eran, huevos  que no proceden de una gallina sino de una máquina o billetes falsificados brotando de los cajeros automáticos, empezaba a ser complicado leer algo sorprendente sobre la piraterí­a china. Un informe del Senado estadounidense lo ha conseguido.

El documento, de 112 páginas, detalla la detección de más de un millón de componentes electrónicos falsos en las tripas de los aviones y helicópteros militares estadounidenses. La comisión encargada de redactarlo ha estado un año investigando y sus miembros dicen haber enfrentado dificultades serias. Por ejemplo, el consulado chino les habrí­a llegado a denegar visados, sugiriíéndoles que su trabajo estaba “dañando” las relaciones diplomáticas
Aunque resulte increí­ble, los componentes piratas no sólo se han encontrado en las piezas más básicas, sino tambiíén en las instalaciones de alta tecnologí­a, como los sistemas de vuelo nocturno de los cazas o los misiles 'hellfire' de los helicópteros. En la presentación del texto, el senador que presidió la comisión, el demócrata Carl Levin, subraya que se trata de una autíéntica “inundación de falsificaciones, provenientes de manera abrumadoramente mayoritaria de China, que amenazan la seguridad nacional y la seguridad de nuestras tropas y de puestos de trabajo americanos”.

El informe tambiíén carga contra la Aviación y la Secretarí­a de Defensa por no haber realizado los controles necesarios en el suministro. “Un simple fallo en una de estas piezas puede dejar en una situación vulnerable a un soldado, a un piloto o a un marine en el peor momento posible”.

Con todo, la negligencia se suaviza con una justificación que recorre las páginas del texto, viniendo a decir las falsificaciones chinas son tan comunes en la cadena de distribución electrónica que resulta extremadamente difí­cil evitarlas.

El documento detalla algunos de los casos reportados, en los que se suele repetir un mismo patrón. Así­, la pieza pirata, comprada a un distribuidor chino, suele pasar a travíés de dos o tres empresas intermediarias (casi siempre americanas) antes de llegar a los hangares del Ejíército.

Se incluyen tambiíén breves testimonios de los investigadores desplazados a China. Se habla, por ejemplo, de una fábrica en Shenzhen con más de 15.000 trabajadores dedicados a la falsificación de chips y otros componentes, que copian el diseño de modelos americanos o europeos a plena luz del dí­a. “Lo más increí­ble es que no es para nada discreto. Se acepta sin problemas en China, como si fuera una fábrica más”.

Tambiíén se describe otra práctica común: el reciclado de basura electrónica. Se trata de toneladas de material desechado que viajan en contenedores desde Estados Unidos y Europa hasta el puerto de Hong Kong. Una vez allí­, las piezas se distribuyen por el sur del paí­s y son desmontadas a mano, “lavadas en sucios rí­os”, “secadas al sol en las calles de los pueblos” y, cuando hace falta, reparadas precariamente.

Despuíés, los números de serie se sustituyen con otros falsos. De modo que, al finalizar el proceso, las piezas parecen reciíén salidas de la fábrica y entran de nuevo en el mercado. El informe dedica despuíés varias páginas a explicar lo obvio: que las probabilidades de que dichos componentes fallen son mucho más elevadas que si se tratase de material nuevo.

Una de las cuatro conclusiones finales del documento es un ataque directo y contundente contra las autoridades chinas, a quienes acusan de haber “fracasado en sus intentos de frenar la falsificación, operaciones que se llevan a cabo de manera abierta en el paí­s”.

Lo cierto es que el Gobierno chino juega desde hace años a tomarse en serio la propiedad intelectual y dice dedicar enormes esfuerzos a frenar la piraterí­a, una lucha que tiene incluso sus partidas presupuestarias, su personal y sus actos simbólicos. Resulta difí­cil tomárselo en serio cuando los ocupan cíéntricos edificios de la capital, emiten facturas y disponen de su propia comisarí­a de Policí­a para proteger las tiendas.

En Pekí­n se asiste cotidianamente a otra escena que ilustra bien la mentalidad del Gobierno chino al respecto. Coincidiendo con eventos polí­ticos, grandes citas internacionales o visitas diplomáticas importantes, muchas tiendas que ofrecen productos piratas (por ejemplo pelí­culas y música extranjera) esconden su mercancí­a. La mayorí­a siguen vendiíéndola en almacenes situados a pocos metros de la tienda principal, hasta los que guí­an a los clientes que entran a preguntar. En todo caso es una incomodidad temporal ya que, cuando el evento polí­tico acaba, se vuelven a colocar los productos falsos en los escaparates