Por... GEORGE JAHN
VIENA -- Los ministros de la OPEP se dirigen a una reunión profundamente divididos sobre cuánto crudo producir. Arabia Saudí está interesada en mantener a raya los precios, su rival Irán presiona por recortar la producción y se espera que Irak apoye a su vecino Irán, su enemigo de larga data bajo el ríégimen del fallecido Saddam Hussein.
Las divisiones pondrán a prueba la unidad de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, que se considera a sí misma como el principal regulador del mercado petrolero. Es probable que el grupo de 12 naciones oculte sus diferencias el jueves al decidir no modificar la producción a pesar de la sobreproducción actual. Sin embargo, los desacuerdos pueden ser demasiado profundos para ser resueltos y la reunión podría terminar en un caos.
El encuentro se produce en momentos en que muchas de los principales países consumidores del mundo están luchando contra una recesión económica persistente que podría verse agravada por cualquier decisión de inflar los precios del petróleo mediante la reducción de la oferta.
Sin embargo, la reunión del jueves tambiíén tiene una dimensión geoestratíégica significativa. Las sanciones impuestas por Estados Unidos por la negativa de Teherán a detener su programa nuclear ya han reducido de manera significativa las exportaciones de crudo iraní - de unos 2,5 millones de barriles diarios el año pasado a entre 1,2 y 1,8 millones de barriles actualmente, según cálculos de funcionarios norteamericanos. Un embargo de la Unión Europea sobre el crudo iraní, que comienza 1 de julio, va a apretar la tenaza.
Dos rivales tradicionales, Arabia Saudí - una nación musulmana suní - y el chií Irán están compitiendo por la influencia en Medio Oriente, así como en la OPEP.