El establishment nunca deja caer al Grupo Prisa. Nunca. Telefónica, Santander y La Caixa han dado un paso al frente y entrarán en el accionariado de la editora de El País, una suerte de ‘operación rescate’ de las grandes multinacionales españolas para una compañía acuciada por una deuda de 3.500 millones de euros. Los bancos, despuíés de años de refinanciaciones imposibles, cambian cromos: 334 millones de deuda por capital. Y la compañía de Cíésar Alierta comprará 100 millones de euros en bonos, ignorando su estrategia global de vender activos para reducir una deuda que se eleva a 57.000 millones de euros.
La operación amenaza con convertir a Prisa en un curioso experimento ‘a la italiana’, con los medios de comunicación de referencia en manos de la gran industria nacional. Basta acercarse al espejo de RCS Mediagroup, editora del emblemático Corriere della Sera, y ver el reflejo de su núcleo duro. Mandan Fiat, Pirelli, Mediobanca, Intesa o Generali. Cuando se conviertan los bonos en Prisa, allá por el 2014, la familia Polanco apenas retendrá un 16% de la compañía. A su lado en el Consejo estarán hombres de Emilio Botín e Isidro Fainíé. Junto al HSBC, la banca rondará el 20% de la sociedad. Tambiíén compartirá mesa con su teleco de cabecera. Alierta gestionará entre el 6% y el 7%. Difícil pensar que la nueva cúpula no comprometerá la línea editorial de la casa.
De hecho, parece más fácil entender desde esa perspectiva la entrada en tromba de las grandes empresas españolas que desde la esfera política. Primero, porque el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no tiene una política de medios. Ese mundo le resulta tan ajeno que hasta afrontó –y perdió- las elecciones andaluzas sin cambiar el presidente de RTVE. Y segundo, porque incluso en el supuesto de que quisiera enredar, el futuro de Prisa no parece el charco del PP. Otra cosa es que, en plena debacle del sector financiero unos, y con dudas sobre su capacidad de generar caja para hacer frente a su endeudamiento otros, venga bien tener un cierto nivel de acceso al periódico de mayor difusión y a una cadena de radio del alcance de La Ser.
La apuesta empresarial de Telefónica es incluso más difícil de explicar que la de los bancos, a fin de cuentas pillados con miles de millones de príéstamos incobrables. La multinacional no explicó ayer quíé logrará a cambio de su atención. Contenidos deportivos premium para Imagenio, se presume. No obstante, el mensaje al accionista no puede ser más contradictorio. La operación de compra se produce despuíés de que la firma haya anunciado la puesta a la venta de una parte de su filial alemana, de otros activos en Latinoamíérica y de Atento, la empresa de atención telefónica. Más recientemente comunicó la desinversión de casi el 5% de China Unicom por algo más de 1.100 millones de euros. Todo despuíés de ver como las agencias de rating rebajaban su calificación financiera.
No hay dos sin tres
Telefónica ya daba árnica a Prisa a finales de 2010 al comprar el 22% de Digital+, una transacción valorada en más de 500 millones de euros. El apoyo de la teleco iba más allá de un mero desembolso. La operación formaba parte del proceso de desinversiones forzado por la banca para reestructurar una deuda superior a 5.000 millones. Al final del día, las entidades financieras tampoco dieron la espalda a los Polanco y Juan Luis Cebrián y aplazaron los vencimientos. Eso sí, en paralelo Prisa se desmantelaba. Se deshacía del 25% de Santillana, vendía Cuatro y otro 22% de la plataforma de pago a Telecinco y cerraba la entrada en su capital de los hedge fund y firmas de inversión de la sociedad americana Liberty a cambio de 650 millones de euros.
La red de seguridad tampoco falló apenas un año despuíés, con la espada de Damocles sobre los Polanco en forma de 250 millones en vencimientos. Con casi los mismos protagonistas. Bankia, La Caixa, Santander y HSBC –los propios bancos acreedores- financiaban a los Polanco y sus socios americanos la ejecución de 75 millones de warrants en plena sequía del críédito. Una operación que permitió a los dueños de la sociedad inyectar 150 millones en la firma y paliar sus serios problemas de liquidez. De paso, tambiíén facilitaba una nueva refinanciación de la deuda, condicionada a la ejecución de esas opciones sobre acciones. El nuevo pacto deja los próximos vencimientos del grupo entre 2014 y 2015. Otra patada a seguir. Eso sí, el accionariado poco tendrá que ver entonces con el actual.
Prisa ha estado en manos de los bancos desde que su deuda se disparara por encima de los 5.000 millones en 2008, tras solicitar un críédito de casi 2.000 para sufragar la opa por el 100% de Sogecable. Una operación desastrosa que el grupo todavía arrastra y en la que Telefónica no ayudó demasiado. No en vano la teleco aprovechó para dar carpetazo a su presencia en Prisa y trocar su 16,79% en la sociedad por unos jugosos 650 millones. “Sólo business. Sin motivos personalesâ€, se oía en las huestes de Alierta. Los Polanco atesoraban entonces el 70% del capital. La entrada de Liberty les dejó en un 30% y el status quo que se avecina les dejará en la mitad. El destino de la compañía pasa ahora por las manos del Santander, Telefónica o La Caixa. Todo un nuevo núcleo duro nacional para la empresa de Cebrián.