Las cumbres europeas en general y las más recientes en particular tienen una característica intrínseca: su capacidad para decepcionar expectativas. Podemos decir que todos eran los perdedores. Pero la eurocumbre que se celebra entre ayer y hoy en Bruselas ha logrado algo que parecía impensable: superar expectativas.
En este sentido podemos decir que el frente pro-crecimiento (liderado por el presidente francíés Franí§ois Hollande) y el frente perifíérico (Italia y España a la cabeza) han arrancado grandes logros al tridente austero (Alemania, Holanda y Finlandia, principalmente). Aunque no es oro todo lo que reluce. Pero vayamos por partes.
¿Quíé ha ganado Hollande?
Hollande ha conseguido movilizar su plan de inversiones por valor de 120.000 millones de euros, con lo que podrá mandar un mensaje a su electorado de que el cambio político ha valido la pena: el crecimiento vuelve a estar en la agenda de la UE. Sin embargo, si se rasca un poco, el plan tiene algunas flaquezas. Para empezar, solo hay 10.000 millones de euros en dinero realmente nuevo, que sería depositado en el Banco Europeo de Inversiones.
El resto viene por el apalancamiento de esos 10.000 millones, que se convierte en una capacidad de príéstamo del BEI de 60.000 millones; por la emisión de los denominados "Project Bonds" (bonos para financiar proyectos concretos); y 55.000 millones en fondos estructurales que serán reasignados.
¿Quíé han ganado Rajoy y Monti?
Tanto Rajoy como Monti han formado una alianza perifíérica que ha conseguido tres trofeos claros. 1) El fondo de rescate permanente podrá recapitalizar bancos directamente. 2) El fondo de rescate permanente absorberá la deuda del plan de saneamiento de la banca española sin ser un acreedor privilegiado. 3) Tanto el fondo de rescate permanente (ESM) como el temporal (EFSF) podrán intervenir en el mercado de deuda para frenar la espiral de la prima de riesgo con condiciones menos severas que en los programas actuales.
Pero esto no ha salido gratis. A cambio de la recapitalización de bancos, los líderes italiano y español han tenido que ceder soberanía en la supervisión de sus sistema financiero (el fondo solo podrá sanear entidades directamente cuando exista un mecanismo único de supervisión supranacional) y han tenido que aceptar que ese programa pueda ir acompañado de una triple condicionalidad: para la entidad rescatada, para el sector bancario en general y para toda la economía.
Y en el caso del programa para que el EFSF y el ESM intervengan en el mercado de deuda, el país en cuestión deberá cumplir con todas las recomendaciones macroeconómicas de Bruselas. No obstante, esto tambiíén puede verse como una victoria para Rajoy y Monti. Hasta ahora tenían que entrar en un programa de rescate económico como el griego o el irlandíés si querían que los fondos compraran deuda.
¿Quíé ha ganado Merkel?
Exactamente lo que han perdido los otros. A cambio de la posibilidad de sanear bancos directamente o de comprar bonos, Merkel se ha asegurado la posibilidad de intervenir las economías de los países que se vayan a beneficiar de estos programas.
Además, ha dado un paso más hacia la supervisión bancaria única, uno de los requisitos fundamentales para una verdadera unión bancaria y un elemento importante a la hora de conseguir una verdadera unión económica, monetaria y fiscal.
Incluso en el tema de renunciar a la condición de acreedor privilegiado del ESM, Merkel ha podido salir ganando. Si lo hubiera mantenido y el mercado sigue desconfiando de la deuda española y le quita el enchufe de la financiación, España (y probablemente Italia) se verían abocados a un rescate, lo que saldría mucho más caro y pondría en riesgo la supervivencia del euro.