Por... Jeffrey A. Miron
En una reciente discusión sobre lo que su administración podría lograr, Mitt Romney afirmó que "en virtud de las políticas que pondríamos en marcha, la tasa de desempleo bajaría a 6% y quizás un poco más" durante un período de cuatro años.
¿Es alcanzable esta meta?
Lo es. De hecho, no es una tarea tan difícil. Si EE.UU. evita nuevas políticas que retrasen el crecimiento, como los aumentos de impuestos programados para el primero de enero, los ajustes naturales de la economía reducirán el desempleo significativamente. Esto incluye un ajuste a la baja en los salarios, una reasignación de los solicitantes de empleo hacia sectores y regiones con mayor crecimiento, una reducción de la inmigración y un aumento de la emigración, y personas retirándose de la fuerza laboral.
Estos ajustes no siempre funcionan con rapidez, o para todo el mundo (no todos los ex-constructores pueden convertirse en tíécnicos en computación). Pero la historia sugiere que los ajustes si suceden, como lo han hecho desde que comenzó la recesión. Durante los próximos cuatro años, estos continuarán reduciendo la tasa de desempleo, si no a un 6%, o una cifra cercana.
La tarea más importante para cualquiera de los candidatos presidenciales es recuperar la tendencia de crecimiento que tenía la economía antes de la recesión. El PIB real históricamente ha crecido a un 3% anual y las crisis más importantes han sido seguidas de recuperaciones fuertes. Dentro de dos o tres años, por lo tanto, la producción suele regresar a "donde hubiera estado".
En esta recesión, la fase de recuperación rápida ha estado ausente hasta ahora; el PIB real sigue muy por debajo de lo que uno hubiera previsto antes del 2008, y con un crecimiento promedio menor al 3% desde que terminó la recesión, la brecha se hace más grande cada trimestre.
Así que, ¿Puede Romney, o cualquiera, llevarnos de vuelta a una mayor tasa de crecimiento? Si. Aquí hay un programa que puede restablecer el desempeño económico de EE.UU.:
·Cancelar todos los aumentos de impuestos que entrarán en vigor a finales del 2012, y proporcionar estabilidad fiscal en el futuro. Hacer (todos) los recortes fiscales de Bush permanentes. Derogar el impuesto mínimo alternativo. Eliminar los aumentos de impuestos sobre el seguro hospitalario en la ley de sanidad pública. Todo esto estimulará la economía a corto plazo y sentará las bases para el crecimiento a largo plazo.
·Reformar el código tributario mediante la eliminación de las confusas deducciones, exenciones, críéditos y vacíos legales que distorsionan los incentivos y recompensan los intereses especiales. Esto incluye ítems importantes como la deducibilidad del interíés cobrado a las hipotecas y de las primas de los seguros pagados por los empleadores, además de un sinnúmero de pequeñas disposiciones sin sentido.
·Bajar la tasa impositiva sobre el ingreso corporativo. El ámbito fiscal estadounidense es uno de los menos amigables para las empresas en el mundo. Expulsar la inversión hacia el extranjero no puede ser una buena política.
·Desacelerar el crecimiento de las prestaciones sociales. EE.UU. puede mantener una red de seguridad social, pero los programas actuales no son sostenibles, incluso en una economía con un crecimiento robusto. Todos deberían acordar, como mínimo, en recortes suficientes para prevenir que unos programas —Medicaid, Medicare y el seguro social— lleven a la quiebra al país.
·Apoyar la inmigración. A pesar de las dificultades, EE.UU. sigue siendo un destino atractivo para aquellos que buscan una vida mejor. Al ampliar la inmigración de trabajadores de baja calificación, reducimos los costos de mano de obra y la migración de manufactura y otros negocios. Al reducir la inmigración de trabajadores altamente calificados —muchos de ellos formados en EE.UU. a expensas de los contribuyentes— se obtiene un retorno sobre nuestra inversión y se conserva gente trabajadora e innovadora.
·Reducir la presencia militar alrededor del mundo. Una defensa nacional firme tiene sentido, pero debe enfocarse en la protección a EE.UU., no en pagar la defensa de Europa o en tratar de imponer la democracia en países que no son receptivos.
·Poner fin a la campaña en contra de los combustibles fósiles. El momento de la energía verde podrá llegar, pero solo cuando el carbón, el petróleo y el gas natural sean realmente escasos. En el futuro previsible, la energía tradicional es mucho más barata y los subsidios a la energía alternativa son un desperdicio.
·Detener la persecución a los ricos y dejar de pretender que aumentos de impuestos sobre el 1% pueden equilibrar el presupuesto. Todos saben que los números no cuadran.
·Respetar el capitalismo. La retórica en contra las empresas, que pinta a todo íéxito como algo no merecido y que no reconoce las mejoras en el bienestar que resultan del íéxito empresarial, solo ahuyenta a personas talentosas y garantiza el declive de nuestra economía.
Si EE.UU. adopta estas políticas, no solo alcanzará la meta de Romney de un desempleo de 6%, si no que tambiíén volverá a ser el faro económico del mundo.
¿Quíé hay de malo en eso?