Por... JOSí‰ GUILLERMO íNGEL
Estación Central, propia de cualquier ciudad desarrollada, a la que además de sistemas Metro llegan tambiíén trenes Intercity y de Cercanías. Porque el tren elíéctrico es el transporte más lógico para mover grupos masivos de personas sin producir atascos, ruido y contaminación. Y para crear ciudad región y evitar ciudades acromegálicas (de crecimiento desordenado y densidad poblacional). Y si bien la acromegalia, en tíérminos míédicos, es una enfermedad crónica, debida a los desórdenes de la somatotropina, que causa desarrollo exagerado en los miembros y en el mentón, la glándula tiroides y el corazón, el tíérmino se usa tambiíén para nombrar cualquier crecimiento en desorden que afecte a una sustancia, un organismo o una institución. O un comportamiento, como bien pasa en la moral enferma que acredita al colectivo político de estos tristes trópicos, en los que lo más delirante crece mientras lo ordenado y honesto disminuye. Y en los que D's se vuelve diablo, como se ve.
Un país que sufra de acromegalia, comienza a dejar de ser un país. Y no hablo de que crezca desmesuradamente en tierras (como les ha pasado a los imperios que han caído), sino en leyes e instituciones invadidos por tumores de corrupción nacidos de la falta de ideología y la abundancia de conveniencia. Tumores que contienen codicia, desorden público, intereses mezquinos y caos permanentes, como los que narra Henry Miller en el Trópico de Capricornio y donde, para cualquiera que intente una novela de ficción, se crían los seres más contradictorios, pues una cosa es la que dicen y otra la que hacen, una máscara la que usan y unos gestos los que adoptan, moviíéndose estando quietos y asumiendo la quietud en completo movimiento. Y el país se deshace en ellos, así no más.
De crisis se habla en el mundo desde 1917, cuando el Lusitania fue hundido porque, usando pasajeros como camuflaje, llevaba armas y explosivos. Y esa crisis creció en cada guerra y postguerra, en aliados y enemigos, dejando huevos por todas partes (en especial el de la serpiente, del que Bergman hizo una película), unos rotos, otros empollados y algunos esperando que alguna gallina los calentara. Y de los segundos y los terceros se llenó Amíérica Latina y el Caribe, y ahora las crías se ven haciendo de las suyas, votando a favor de sí y plantando el nuevo modelo para seguir: llegar al poder para hacer lo que venga en gana, irrespetando códigos, saltando leyes, violentando principios y eligiendo la inmoralidad como signo de los tiempos. Y el país se destruye y la gente nada, como loca en autobús.
Acotación: para mentir se requieren tres cualidades insanas: despreciar la inteligencia del otro, argumentar sin idea de la realidad y carecer de memoria, de la histórica y de la práctica. Y aunque la mentira se repita y termine pareciendo verdad, al fin se cae. Y si no, se vuelve un monstruo como el del doctor Frankenstein. Y ahí si no.