Por... BEATRIZ DE MAJO
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) está determinado a convertirse en una pieza angular de la relación bilateral entre China y nuestro Continente. La entidad financiera pretende impulsar desde su seno un gíénero de relación en la que no se privilegie solo el comercio en los tíérminos en que ha fluido hasta el presente. El Banco anda en busca de transformar la interacción transcontinental de manera que igualmente ella comporte componentes de cooperación y de contribución al desarrollo. La idea es conseguir el compromiso chino a involucrarse, de manera determinante y como miembro del Banco, en el mejoramiento de la productividad y la consolidación de la infraestructura en el conjunto de países latinoamericanos con los que China ya ha armado importantes relaciones de intercambio.
Aparte de un buen cliente para las exportaciones regionales, China ya es para esta hora, además, un financista de calibre en las operaciones comerciales que surgen desde las dos orillas del Pacífico. Lo que el BID busca es ir un paso más lejos y comprometer a China con inversiones directas de capital de riesgo en proyectos de explotación de recursos básicos y desarrollos en los sectores agroindustriales y forestales. Hasta la fecha y desde 2005 los bancos chinos han prestado a Latinoamíérica cerca de 80.000 millones de dólares, y ha habido años en los que el país asiático le ha aportado a nuestro conglomerado continental más financiamiento que el Banco Mundial, el propio BID e incluso el Export-Import Bank de los Estados Unidos.
El interíés en rebalancear la relación económica y de generar nuevas áreas de interacción entre estos dos inmensos polos -China y Latinoamíérica- es mutuo. China es ya el principal socio comercial de países como Brasil y Chile, pero no es un secreto que su principal área de interíés han sido las materias primas como soya, cobre, hierro. Los países más activos en la región en su relación con los asiáticos se han estado interesando en conseguir de sus socios un mayor grado de participación en la agregación de valor para estas exportaciones.
Montar una plataforma de coinversiones en nuestro continente comienza a ser para China igualmente una prioridad estratíégica. Mientras que las turbulencias económicas de los dos grandes polos de consumo mundial, Estados Unidos y Europa, han afectado duramente a China hasta el punto de generarle desaceleraciones sensibles en su tasa de crecimiento, buena parte de los países de la región latinoamericana han podido sustraerse de los choques adversos de las crisis y han podido mantener sus macroeconomías sanas y sus expansiones internas a buen ritmo. Un socio estable como Latinoamíérica en medio de un ambiente internacional convulso no solo es sensato mantenerlo. Es importante preservarlo, estimularlo y asociarlo a los planes de crecimiento de la gran potencia de Asia. Sin la pujanza de los países emergentes el propio crecimiento chino, a la larga va a verse comprometido y la pujanza de las economías de mediana talla dependerá de la eficiencia y la productividad que puedan alcanzar.
No es una tarea sencilla la de transformar la inclinación china a dotarse de lo básico afuera para generar crecimiento y riqueza dentro de sus fronteras. Ese, sin embargo, es el norte que se han trazado en las oficinas del BID en Washington.
